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1565 Words
Decir esas palabras fue más difícil que traer mi hijo al mundo. Después de tanto tiempo de tantos años, de tanto dolor, de tantos sentimientos él estaba ahí, con mas porte que a los veinti tantos , sonriéndome como si no hubiese pasado nada, como si no me hubiese roto el corazón hace diez años, como si no le escondiera el secreto más grande de nuestras vidas. -Pero que sorpresa!! Por un momento creí que te había tragado la tierra – se acerca a mí y me abraza. Y siento que en cualquier momento caigo desplomada en medio de toda esa gente. -Si, quien diría que nos volveríamos a ver – logro decir con un nudo en la garganta. -Bueno después nos pondremos al día – me dice Benjamín sonriendo mientras me pellizca la mejilla, el siempre fue el alma de la fiesta, el listillo y el rompe corazones, eso no ha cambiado, habla como si conociera a todos, siempre esta sonriendo y me guiña el ojo cada vez que puede. Fueron las tres horas más largas de mi existencia, no he podido probar bocado en la pausa que tuvimos para almorzar, estoy muy nerviosa y para colmo Gaston no para de enviarme mensajes preguntando quien es, de donde lo conoce y que es increíblemente parecido a mi hijo. Y no sé qué decir, es mi amigo pero no siento que merezca saber esa verdad antes que los protagonistas. Trato de esquivar las miradas de Benjamín, los comentarios de gaston y trato al mismo tiempo de no derrumbarme. Estoy en un limbo emocional, durante mucho tiempo odie a ese hombre que tengo a menos de un metro haciéndome ojitos y sonrisas como si no me hubiese destruido el autoestima y roto el corazón. Y ahora no se que sentir o que hacer, durante tanto tiempo me enfoque en ser una buena madre, estudiar y salir a delante, que no me di al trabajo de prepararme para esto. Cuando hoy pedí una señal no creí que sería esta, es como si Dios , Ala o el universo me quisiera dejar más que claro que esta es la señal para que enfrente lo que una vez oculte tan celosamente. Cuando Ali se entere no se qué va a decir, o cuando mi madre sepa que él está aquí. Ella lo adora, lo ha visto nacer, lo crio y estuvo en su vida hasta que él fue mayor , también han mantenido contacto por cartas, en las mismas muy pocas veces me nombraban, y era algo que siempre le pedía a mi madre, que no hablara de mi y mucho menos de Vitto. -Bueno, fue un gusto haber trabajado con ustedes señores. Vamos a tener más tiempo para conocernos y seguir trabajando en esta expansión – volví a la realidad cuando Raul, uno de mis superiores hablo – Antes de que se retiren vamos a tener una pequeña fiesta de bienvenida para nuestros nuevos socios. A sus e-mails llegaran las invitaciones y detalles del salón. Trate con todas mis fuerzas de salir de allí sin ser percibida pero fue imposible. -Luz!! Luz!! – Benjamín se apresuro para alcanzarme en la puerta – No huyas. -Qué? No no, es que tengo cosas que hacer. -No me mientas, estas retorciendo tus manos, te conozco Luz – porque me mira así, porque me hace esto. El fue la misma persona que dijo que solo se hacía pasar por mi amigo por lastima, que jamás me vería como una mujer. -Ya no soy esa niña que conociste – soné mas enojada de lo que quería demostrar. -Aunque no lo creas para mi, te sigues viendo igual – no se interpretar su mirada, no sé si es anhelo, tristeza o lastima – además de que los tics son difíciles de eliminar. -Puede ser que este nerviosa, con tanto trabajo por hacer, no está fácil relajarse – quería aligerar el ambiente, pero me estaba costando con Gastón mirándome con cara de “aquí hay algo” y Benjamín sin dejarme salir de allí. -Lo que tú digas – y realizo un gesto que siempre hacia cuando éramos jóvenes, tocar mi nariz con su índice. Ese gesto despertó el enojo, porque con esos gestos fue que me engatuso y utilizo. -Bueno debemos irnos – manoteo el brazo de Gastón y lo saco de la sala – nos veremos en la semana. Prácticamente salí corriendo, no le daría chance a que siga revolucionando mi mente como lo hizo años atrás, cuando me enredaba con sus palabras bonitas para llevarse mi virginidad y mi inocencia. Para el siempre signifique eso, una niña tonta que tenía cuando quería, que se entregó a el en cuerpo y alma, porque él sabía que yo lo amaba, se lo había dicho la noche que me entregue a el por primera vez y se lo repetí en cada encuentro. El me había jurado que me amaba tanto como yo a él, que siempre había sido alguien especial para él, que me cuidaría siempre, que nos casaríamos, que viviríamos en la estancia y criaríamos a nuestros hijos en medio de la naturaleza y rodeados de amor. Pero absolutamente nada de eso paso, porque lo encontré con la hija de otro estanciero muy importante de la zona, Sabrina era una chica con clase, muy bonita, aunque lo que tenia de bonita lo tenia de caprichosa. Esa noche hubo una fiesta en un club, era el único club para adolescentes de la zona. Con Benjamín llevábamos algunos meses viéndonos a escondidas, porque ni él ni yo queríamos oficializarlo ante todos, por vergüenza o por inmadurez lo mantuvimos en secreto. Yo era la hija de un peón y una empleada de campo. Benjamín era el hijo mayor de unos estanciero muy influyentes en la región, el tenia mucho futuro, tenía el mundo a sus pies. Creí como una tonta cada palabra que salía de su boca, manterlo en secreto era un arreglo mutuo, obviamente yo desconocía sus verdaderas intenciones, él quería mi cuerpo, mas no mi corazón. A mi mente vino como una película la noche en la que perdí mi dignidad y mi corazón. Estaba bailando con Esteban, el hijo de otro empleado del campo, sabía que él quería estar conmigo, pero para mala suerte de todos siempre lo vi como un amigo. Se encontraba Benjamín con sus amigos y algunas amigas, nos mirábamos de vez en cuando, me molestaba que Sabrina estuviese tan cerca pero no podía hacer una escena, se suponía que no éramos nada. Era todo muy estimulante, el gusto de lo prohibido, los besos robados, esa noche no parecía ser diferente, el estaría con su grupo, yo con el mío y después nos encontrarimos en la oscuridad de la estancia para amarnos. Nada de eso pasó, después de salir del club me fui a nuestro refugio, un cuarto donde se encontraban algunas herramientas de trabajo, pasaron varios minutos y no había señales de que llegaría, cuando había pasado más de una hora, salí de allí bastante enojada y triste hacia mi casa. En el camino poco iluminado vi llegar la camioneta de Benjamín, apure el paso para verlo antes de que se metiera a su casa, pero no venia solo, estaba con Sabrina. No seguí avanzando por el camino, lo hice por entre las plantas para que no me viera, los celos me estaban matando y como la masoquista que soy quería ver que hacían. Me encontraba bastante cerca de la camioneta y veo como ella envuelve los brazos en el cuello del que consideraba mi novio en secreto para besarlo, creí por una milésima de segundos que le correría la cara o se alejaría, esa acción nunca llego al contrario, rodeo su cintura y profundizo el beso. Tuve que tapar mi boca para que no escucharan mis sollozos, quería gritarle que era un mentiroso, una mala persona y que lo odiaba, pero en ese momento solo podía llorar y ver lo que tenía a pocos metros. Se separaron y ella le dijo. -Creí que tu y la hija de la criada tenían algo. -Qué?? ¡!! No no, jamás – no daba créditos a lo que escuchaba. -Se la pasaron mirándose toda la noche, por un momento pensé que tenían algo – cada palabra que salía de su boca era sarcasmo puro y desaprobación. -No podría estar con una chiquilla así, además es como una hermana para mí – nunca en mi vida había deseado tanto desaparecer de la faz de la tierra – ella quiere conmigo, pero eso jamás pasara. -Seria de lo más desagradable, no tiene clase, es hija de la criada – porque decía esas cosas, porque no me defendía con ella como lo había hecho con sus amigos? -Ya no hablemos de ella – vi un poco de incomodidad en su postura, pero no creo que haya sido porque esa chica me atacara, tal vez quería dejar de hablar de la hija de su criada. -Si es verdad, vamos a terminar lo que empezamos en el baño del club. Que fue eso?? – escuche que pregunto Sabrina, para ese momento me encontraba corriendo por entre los árboles para llegar a mi casa, mi refugio, no podía seguir viendo y escuchando a Benjamín hablar de mi así, como si no existiera un nosotros. Fue la primera noche de muchas en la que me dormí de tanto llorar.
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