Capítulo 2: Dulce intromisión

2961 Words
Valentino Dalmazzi Unos meses más transcurrieron y durante el inicio de las vacaciones sucedió un incidente el cual me dejo algunas dudas y sospechas respecto a quien siempre crei parte de mi familia. En una de estas tardes recorria yo los pasillos con mi reproductor musical, habia llegado de la escuela hace solo escazos minutos, de pronto observe como Claudio se escurría de la residencia para internarse en los exteriores llegando hasta una zona desierta, se encuentraba hablando por teléfono así que lo sigo sigilosamente para ver que se trae, agudizo mi oído al máximo para escuchar lo que conversaba, lamentablemente no llegaba a oír lo que decían del otro lado pero por sus vibraciones se trataba de una voz masculina. - Tú me lo prometiste, he esperado esto por años – al parecer el idiota de Claudio le estaba reclamando a alguien. - He hecho todo cual tus ordenes, y ahora sales con esto, no me importa lo que piensen los demás, ya cumplí 18 años ¿no te parece que es edad suficiente? – da un resoplido aguantando las ganas de explotar frente a quien quiera que sea que estaba del otro lado. - ¿Esperar?, en un par de años me iré a vivir a Boston, quien me garantiza que volveré a verte, ¿Qué?, ¿tienes razones para ir allá?, dime cuales, dame una buena razón si quieres que esto continué, de lo contrario harás que ya nada me importe y hablare de quienes son en realidad y de todo lo que han hecho – Claudio enmudece unos segundos estando al teléfono, una satisfactoria y maliciosa sonrisa se forma en sus labios ante lo que escuchaba. - Así que después de tanto tiempo tus sospechas resultaron ciertas, según lo que me dijiste no nos será útil de aquí hasta algunos años - se queda escuchando tras la bocina mientras arruga el ceño. - Ya veo, voy a tenerlo en cuenta, por lo pronto seguiremos en contacto hasta que volvamos a vernos en Boston, ahora dime como esta él, ¿sigue pensando que su propia familia lo desterró? – sabia que esa risa burlona no traía nada bueno, no se de quien diablos estaba hablando pero esto ya empezaba a ponerse interesante. Intento acercarme más pero el crujir de una rama me delata, ¡Mierda!, voltea y su rostro muestra rabia al verme parado frente a él. - ¿Qué haces aquí? – grita furioso - ¿Qué estabas escuchando maldito perro? - Lo necesario – respondo irónicamente para sacarlo de quicio ya que en realidad no tenía ni una mínima idea. - ¡Dímelo! – exclama exigente. - ¿Con quién hablabas? - pregunto haciendo una mueca divertida para provocarlo aún más - déjame decirte que te oías como todo un mafioso, ¿Quién es el tipo al que veras en Boston, que se traen? - Cállate, no era nadie de acuerdo, ya veo que tus orejas de perro no llegaron a oír más allá – expresa ridiculizando su voz para burlarse de mi – no entiendo se supone que ahora deberías estar orgulloso, el maldito viejo te dejo todo servido, eras su favorito desde el principio, debí suponerlo. Al escuchar sus palabras la rabia me invade y me lanzo directamente para golpearlo. Él no se queda atrás y empieza a darme batalla, por supuesto que yo soy más fuerte y puedo acabar con el sí me lo propongo. - Te crees muy valiente porque eres un fenómeno – dice apartándose de mi mientras limpia la sangre de su labio superior – algún día estaremos en las mismas condiciones o mejor aún, veremos quién gana Valentino. Por la conmoción llegan Pietro y mi padre, ahora sería yo el culpable del problema por mi carácter impulsivo y bla, bla, bla, él sabía manejar muy bien sus emociones sobre todo frente a la familia, aparentaba ser un manso cordero y yo el lobo malvado, no quiero maldecir la hora en que fallecieron sus padres, pero desde ese momento este idiota vino a arruinarme la tranquilidad con mi familia. Desde hace 5 años vino a vivir con nosotros, mis padres tomaron su custodia al quedar huérfano. Al principio fue divertido tener alguien con quien jugar y compartir mientras éramos niños, conforme pasaba el tiempo Claudio empezó a denotar su mala saña contra mí, nunca olvidare lo que hizo, aquello me dejo tachado frente a todos, tal vez lo mejor era irme de aquí y empezar mi vida en otro lado. - ¿Qué sucedió ahora? – pregunta Max mientras observa como nos encontramos desalineados por la golpiza que nos dimos. - Este idiota insulto al abuelo – mi padre cambia su expresión y voltea a mirar a Claudio esperaba al menos que para reprenderlo. - ¿Es eso cierto? – encara frente a este. Aquí vamos otra vez digo entre mí, él hará como siempre su mejor papel y le creerá. - Solo estaba felicitándolo, tío, le dije que el abuelo era muy generoso al dejarle su fortuna y se puso así, ni siquiera lo insulté. - Maldito hijo de p…. - Valentino, ¡cállate! – grita mi padre. - Que te diga con quien hablaba misteriosamente, está planeando algo lo sé, lo escuche, dijo que se vería con alguien en Boston de aqui a unos años, lo grabe aquí – indico en mi reproductor, veo como la cara de Claudio palidece y sus ojos se desorbitan. Para mi suerte echada nada de ello se había grabado debido a que el almacenamiento se encontraba agotado. - Tío, está malinterpretando las cosas hablaba con mi novia, le mencione que podría ir para allá a verme, al menos que a ti no te parezca descartaré esa invitación no hay problema. Desde lo que paso él actúa extraño no crees que deberían consultarlo con alguien, quizá necesita ayuda. Cuando supuso que necesitaba encerrarme en un manicomio quise matarlo, traté de golpearlo de nuevo, pero me detuvieron, mi padre me sostuvo de la parte trasera del cuello para hacerlo, a pesar de no tener ninguna actividad lobuna su fuerza aún es mayor que la mía. - ¡Cálmense!, ustedes son familia dejen de quererse matar cada vez que se ven, ¡maldita sea! tan difícil puede ser. - Ni siquiera tomas en cuenta lo que te digo, acuérdate de mí cuando te veas perdido, está de más hablar contigo – digo acelerando el paso para irme de ahí. - ¡Espera! – ordena mi padre – Mañana iras a Nueva York conmigo y después volaremos a Boston. - ¿Qué? – interrogo incrédulo – no quiero ir, paso, además tengo entrenamientos toda esta semana en el club, que tengas buen viaje Max. - Solo serán unos días, necesito ir a revisar algunas cosas allá y vendrás conmigo quieras o no, alístate para salir mañana. No tengo ánimos de ir, no al menos hasta que se cumpla el plazo, nunca había ido a Boston a pesar de que mi padre lo hacía con frecuencia para intervenir en los negocios familiares aun así no me atraía nada de esa ciudad. Durante el vuelo observo desde la ventana del avión para ver si ya llegábamos, cuando las nubes se dispersaron me encuentro con el extenso paisaje a mis pies. Al aterrizar me escabullo por los ambientes del aeropuerto hasta que mi padre realice unos trámites para nuestro regreso, Tomo un folleto informativo para tener algo en que entretenerme, “Bienvenidos a Boston” se plasmaba en la primera página de este, ¡vaya que interesante! pienso mofándome de ello. En otra página encuentro información de lugares y centros para visitar al menos aprovecharía mi corta estancia en este lugar. Distingo a una mujer con carriola que avanza por la multitud, miro de nuevo el folleto y con un bolígrafo cambio el número de habitantes que se mostraba en este. Al parecer aumentaron – comento para mis adentros mientras mis estupideces me causaban algo de diversión. - Así que aquí estabas – dice mi padre tras las butacas donde estoy sentado. - Si, ¿por qué? – respondo con insolencia. - Te dije que no quería que te alejaras, vámonos nos están esperando afuera. El auto nos lleva a una mansión ubicada en los límites de la ciudad, esta presenta enormes rejas de color n***o, tenía entendido que la propiedad fue construida por mi bisabuelo hace ya muchos años, al parecer quisieron establecerse aquí, pero algo sucedió, la verdad me importaba un comino esa historia, la propiedad está muy bien conservada, habían refaccionado gran parte de esta por órdenes de mi padre ya que este sería nuestro destino en unos años, no se porque pero refunfuño al recodar que asi sera. Al ingresar nos saluda un hombre llamado Peter es atento y agradable, él es quien se encargaba de que este lugar no se viniera abajo y también estaba a cargo de la seguridad por lo que entendí, trabajaba aquí ya hace años casi desde que mi padre se hizo cargo de todas las posesiones de Santino. - No creas que voy a quedarme aquí – respondo ante mi padre quien se disponía a salir a una junta de negocios, ¡que aburrido debe ser eso!, no me imagino estar sentado más de una hora en un solo lugar. - ¡Peter! – ordena como siempre - no lo deje solo por ningún motivo y si quiere salir que lo haga contigo, luego lo llevas a la planta industrial. - Sí señor, no se preocupe mantendré vigilado al jovencito. - Por dios, no me llames así, suena horrible, a ver Peter soy Valentino, pero los que son cercanos a mí me llaman Tino así que puedes hacerlo – el hombre asiente ante mi petición. Me paseo a diestra y siniestra por el inmenso lugar, Peter realiza el papel de mi guía turistica, aquí había habitaciones por demás, no se para que, al parecer podría albergar un cuartel, el blanco mármol del piso reluce por doquier y se combinan con las baldosas de color n***o brillante. La interminable escalera conecta al segundo nivel abriéndose paso en dos direcciones formando un solo barandal al final de esta dándole una vista directa hacia el pórtico. - ¿Hay algún lugar a donde podamos ir?, no se algún parque, plaza, que se yo - pregunto a Peter quien se encuentra parado a mi lado como si fuese un soldado - ¿te relajaras algún día?, es incómodo verte así. Después que mostrarle algo de confianza toma una postura más aliviada, el pobre hombre se encontraba aterrado por las ordenes de mi papá, en realidad todos le temían y eso que no conocían acerca de su otra naturaleza eso si espantaría a cualquiera, supongo que había algo de aquello que lo hacía verse como un ser gruñón y malhumorado todo el tiempo destacando su lado salvaje que no dejaba emerger. Nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, por más que le pedí el auto para conducirlo no me lo dio, ya sabía manejar, ilegalmente, pero lo hacía. Me lleva a una especie de centro comercial, aparca el auto en el estacionamiento y se dirige conmigo para darme algunas reseñas de estos, nos sentamos en una de las mesas de un patio de comidas, alrededor habían juegos para niños, shows para niños, ¡maldita sea!, ¿a dónde carajos vino a traerme Peter? - Jovencito – lo miro irritado otra vez - perdón Tino, voy a ver una persona que está muy cerca de aquí ¿cree que es prudente que lo deje unos momentos? – esta era mi oportunidad de librarme al fin de su presencia, claro no haría nada que lo comprometiera, pero me divertiría un momento. - Por supuesto ve, estaré aquí, es más voy a pedir algo para comer así que te espero no hay problema en ello. - No se vaya ir por favor si su padre se entera… - Tranquilízate – hago que entre en calma. - Confío en usted – responde dejándome a libre albedrio, lo veo apartándose del lugar mientras camina como si le apretaran los calzones, este tipo es un manojo de nervios. Doy una vuelta por el lugar, carruseles, camas elásticas, piscinas de pelotas entre otras de esas niñerías albergaban en este, hacia el otro extremo veo una heladería así que alzo la vista para ver si hay del sabor que me gusta. En una de las mesas del lugar mis ojos se encuentran con la imagen de una joven aparentemente de mi edad, jugaba a hacer origamis con unas servilletas de papel, hay una mujer y un niño pequeño junto a ella, estos dos últimos se van pronto de ahí hacia la zona de juegos. Este es el momento perfecto para hacer nuevas amigas pienso al verla sola, avanzo lentamente hacia su mesa y un maldito grandulón sale de la nada adelantándose a mi propósito. Se saludan con mucha familiaridad y llegan a conversar un rato, luego le propone ir a pasear por los alrededores y se va junto a él, los sigo de cerca de manera incógnita deteniéndome en algunos lugares simulando leer una revista o haciéndome el desentendido con mi teléfono celular. - Chris, no creo poder acompañarte hoy, mi hermano y mi mamá están en la zona de juegos y no le he pedido permiso, ¿te parece si vamos otro día? – aparentemente estaba invitándole al cine. Sí que es muy hábil el idiota, no lo sabré yo, al parecer solo son amigos ya que en ningún momento vi nada extraño en ellos durante el recorrido así que eso es buena señal. Lo único que me faltaba era saber su nombre ya que en ningún momento lo habían pronunciado ni su madre ni el grandulón este. - Jovencito, lo he buscado por todo el centro comercial – estaba tan distraído en sacar mis conclusiones y mentiendome en la vida de otras personas que no me había percatado de la presencia de Peter. Volteo a verlo y el hombre se empieza a secar el sudor de su agobiado rostro con su pañuelo, se mostraba realmente preocupado y yo tenía toda la culpa. - Peter en serio lo lamento, no fue mi intención – digo para salvarme. - Su padre solicita que lo lleve a la casa, es hora de irnos. - Espérame un segundo hay algo que debo hacer antes. - No, si el señor Dalmazzi descubre esto se va a molestar, el me dio órdenes muy precisas de no dejarlo solo. - Peter, ¿Cuánto gana al día? Se sobresalta por supuesto ante mi intento de soborno lanzándome una mirada indiscreta con sus enormes ojos. - Mis ingresos financieros son un secreto jovencito. - Puedo duplicártelo – arquea una ceja mostrándose interesado en el tema, sabía que aflojaría. - La avaricia es pecado Peter – digo al ver que no hay respuesta – está bien lo triplicare a cambio de que me deje tranquilo unos minutos más, usted no vio nada y después de ello nos vamos como si nada hubiese ocurrido ¿de acuerdo? Hay un dicho que cita sobre aquel que calla otorga así que doy por hecho nuestro pacto, no me gustaba hacer esta clase de cosas, pero no había más remedio. Vuelvo a seguir a esos dos dejando a Peter atrás, ellos regresan al mismo sitio donde se encontraron, se despiden y luego él se va por donde llego, el muy tacaño ni siquiera se atrevió a ofrecerle algo de tomar y por supuesto que me tomo la molestia de hacerlo por él. Voy hasta el puesto de helados y hago un pedido muy especial hasta su mesa. - Se está confundiendo yo no he pedido esto – aclara sonrojándose frente al mesero. - Se lo envía un amigo – responde dejándoselo en la bandeja, ella observa a los alrededores y ladea una sublime sonrisa. ¡Oh no!, digo en mi interior al darme cuenta de que en ella lo había aceptado al pensar que era el grandulón quien se lo había enviado, tenía que aclarar ese asunto por ello me acerco nuevamente y antes de que intente hablarle algo me detiene, ¿qué estoy haciendo?, me pregunto sin razón de mis actos, de todas formas, me iré de aquí mañana y quizá no volvamos a encontrarnos jamás, es absurdo intervenir de esta forma en su vida. Doy la vuelta y salgo del lugar para encontrarme con Peter e irnos, un extraño sentimiento se carga junto a mi equipaje de regreso. Al regresar a Italia me di cuenta que era mejor dejar que las cosas se calmen poco a poco, claro sin dejar de lado la misteriosa llamada de Claudio, estaría vigilante a lo que haga y él lo sabía, por ello tampoco se metía conmigo, así pasaron dos años más entre idas y venidas, seguí con mi vida a pesar de todo lo sucedido tiempo atrás. Al cumplir la mayoría de edad se respetó la voluntad de mi abuelo y recibí la herencia aun así todo el dinero del mundo no era nada comparado a que él estuviese con nosotros, mi compañero de aventuras se había ido y no volví a transformarme desde entonces. Junto a ello también llego nuestro dichoso traslado a Boston tal como lo estipulaba el testamento, y muy al contrario de la vez anterior, en esta ocasión había una sensación diferente al regresar. - Se me antoja un helado – comento directamente hacia Marco al pasar de nuevo por ese centro comercial. Él quien se encuentra conmigo en el auto recorriendo la ciudad me mira extrañado por tan peculiar capricho que se me había dado. Estaciono el auto y bajo de este colocándome unas gafas oscuras antes de salir.
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