5

4968 Words
Lucy Walker Abro completamente los ojos en la oscuridad de mi habitación puedo reconocerla perfectamente, la cabeza me duele terriblemente y me siento fatal. Intento sentarme en la cama y es inútil al primer intento, mi cuerpo no responde está completamente entumecido. Enciendo la lámpara a la brevedad para examinar mi pieza, no logro comprender que rayos sucedió, ¿Qué me paso?, pregunto mirándome en el espejo al verme de esta manera. Escucho como se abre la puerta principal y unas voces familiares retumban dentro de esta. - No pueden verme así – digo metiéndome a toda prisa a la ducha, abro la llave y dejo caer el agua, un riachuelo de tonalidad marrón se forma directamente hacia el sumidero tras lavarme el cabello, tallo mis brazos y otras partes de mi cuerpo para quitar el lodo que traigo encima. - ¡Lucy! – llama mi padre haciendo tronar los dedos contra la madera de la puerta - ¿estás ahí?, lo escucho preguntar. - Si – afirmo con fuerza desde el baño – sí, aquí estoy – repito para mí con un tono melancólico evitando que mis lágrimas vuelvan a caer. - Lo siento surgió un problema de último momento y nos hicimos tarde, traje algo para cenar, te esperamos, baja cuando estés lista por favor. Me cambio y trato de guardar la calma, camino por el pequeño pasillo un tanto desorientada y bajo las escaleras sosteniéndome del barandal. - ¿Qué sucede cariño? – dice mamá al ver la expresión tan desencajada en mi rostro, de seguro tengo una apariencia terrible – no entiendo, ¿Por qué te duchabas a esta hora?, ¡ya se! – afirma con mucha seguridad - te quedaste dormida después de llegar, debes de estar agotada y más aún después de semejante tormenta, es como si el cielo hubiese caído a la tierra. - Así parece – musito sosteniendo mis brazos con ambas manos al recorrerme un escalofrío. Frunce el ceño al verme tan callada y sin ganas de nada, lo cual hace que vuelva a reformular su pregunta. - Estoy bien – miento para que no se preocupe, aunque por dentro siento la necesidad de gritar y que alguien me explique qué paso. Papá sale de la cocina con una bandeja y la coloca sobre la mesa, no puedo evitar hacer un gesto de desaprobación cuando descubro lo que es. - Sé que no te gusta, así que no pongas esa cara, te trajimos una hamburguesa. Cuando veo el plato sobre la mesa intento comer algo, cada bocado que doy se me hace más difícil de tragar. - ¿Encontraste a tu abuela? – pregunta él devorando el pedazo de comida que tiene sobre su mano. - No, no la encontré solo deje la bolsa y regrese – digo tratando de olvidar todo lo demás. - Es cierto, me llamo unas horas después de que fuiste para allá, me dijo que te diera las gracias y que espera verte para tu cumpleaños. - ¿Piensa venir? – a ella casi nunca le ha gustado asomarse por la ciudad, creo que odiaba Boston sin motivo aparente. - Me lo acaba de confirmar, no crees que es genial, ¿Qué te gustaría que hagamos para tu cumpleaños? – vuelve a preguntar, lo único que quería en ese momento es irme a mi habitación y dormir, dormir hasta que mi mente logre procesar aquel extraño suceso. - No lo sé, la verdad es que no quiero celebrar nada – ambos detienen sus ojos en mí en cuanto lo digo, la verdad siempre había sido entusiasta respecto al tema y ahora al ver mi estado de ánimo tan deprimente de seguro estaban alerta. - Lucille – me llama papá, pocas veces lo hacía de esa manera, por lo que supongo se encuentra molesto después de responderle de esa forma - ¿Qué es lo que te sucede? - por un momento una sensación de angustia viene a mí y quiero ser sincera con ellos, luego lo pienso mejor, no hallaba razones para decirles que primero un animal me ataco en la carretera y luego vi como borrosamente se transformaba en un hombre, sonaría como si estuviese loca. - Es que… - me detengo para pensar pronto – tal vez salga con Liz y Christopher, ellos mencionaron sobre un nuevo lugar al que podríamos ir. Hace una mueca de disgusto, no le gustaba que concurra a fiestas o cosas por el estilo la última vez que lo hice llegue tarde y por ello me dio tremendo discurso sobre la confianza y entre otros temas más, admito que era muy especial en cuanto a ello. - No vas – expresa tajantemente, doy un suspiro cansada de su actitud – está bien, lo pensare – recita por ultimo – no es que no quiero que te diviertas, hay mucho peligro en las calles puede pasarte algo en el camino, por ello te sugiero que les digas que vengan y así todos pasamos un gran momento juntos, sabes que ellos siempre son bienvenidos aquí. Ni siquiera era cierto lo que dije anteriormente solo lo hice para que descarten la idea de la celebración. - ¡Ay David!, no cambiaras nunca – protesta mamá levantándose de la mesa - Lucy ya es casi toda una señorita, sé que sabrá cuidarse sola – dice dándome un beso en la cabeza mientras va hacia la cocina. Él toma el mismo periódico de la mañana y se dispone a leerlo desde donde lo había dejado. Así transcurrieron algunos minutos, hasta que lo vimos atragantarse con la comida, mamá corre a socorrerlo al igual que yo. - Papá, ¿estás bien? – su respiración es agitada y se sobaba el pecho en señal de que ya se había calmado. - Tranquilas, ya estoy bien – mira a mamá preocupado - “Gretell ven conmigo”, pronuncia aun con debilidad, luego ambos suben a su habitación. - Vamos – indico a Axel para que me siguiera, se estaba por quedar dormido en el sofá así que lo llevo arriba para que logre descansar. Me detengo en la puerta de la habitación de mis padres, no es que quisiera husmear en sus asuntos, pero escucho parte de la conversación así que inmediatamente ingreso para mostrarles mi apoyo. - Ya acosté a Axel, ¿paso algo en el trabajo? – pregunto preocupada por ellos al hablar sobre una posible mudanza. - No hija – replica mi madre frotando sus manos, era signo de que algo perturbaba sus nervios – ve a descansar nosotros nos encargamos de solucionar esto, de acuerdo. Asiento y les deseo buenas noches, cierro la puerta con delicadeza y me marcho, de seguro mamá estaría ocupada por el incidente ocurrido, no soy capaz de acarrearles más problemas. Después de ello bajo para recoger todo lo que había quedado en la mesa, solo quiero que este día termine e irme a dormir o mejor dicho intentar hacerlo, es más que seguro que tal vez no podre hacerlo ante el intenso revoloteo que hay en mi cabeza. Levanto del suelo el periódico de papá, en este hay una nota que habla sobre un empresario que había llegado a la ciudad “Massimo Dalmazzi, asume la presidencia de la Corporación Italamerica, él y su familia echarán raíces por una larga temporada en Boston”, arrojo este sobre el sillón y apago los interruptores de luz, un escalofrío me recorre de pies a cabeza, ahora más que nunca le temo a la oscuridad. Deslizo la mampara de mi habitación para salir a tomar aire un momento, voy hasta el balconcillo que da hacia la calle para despejarme, una ráfaga de viento sopla en ese instante removiendo ligeramente mi cabello quien aún se encuentra con signos de humedad, observo hacia la nada por… no sé qué tanto me he quedado mirando hacia ella. Todo en mi mente empieza a pasar como si fuese una película, recuerdo todo perfectamente antes de perder la conciencia, algo tuvieron que darme para haber llegado a eso, ¿Cómo llegue hasta aquí y en mi auto?, mil veces repetía esta interrogante en mi cabeza, ¿Qué era eso? ¿Por qué estaba sobre mí?, si me trajo hasta aquí debe ser alguien o algo que conoce mis movimientos – cierro el ventanal de golpe y me recuesto sobre la cama aun sin tenderla, quito todas las sábanas con fuerza y las tiro en el basurero, no paro de llorar durante toda la noche después de que algunas imágenes vienen a mí. Había pasado ya casi una semana desde aquello, no quise salir durante esos días, me excusé diciendo que estaba enferma y bueno si lo estaba ya que me dio un fuerte catarro. Al llegar el día se me acabaron las escusas y tuve que ir a la escuela, ahí me encontré con Liz, quien empieza a reprocharme por mi falta de comunicación para con ella. - Hola ingrata – hace un puchero en cuanto baja de su motocicleta, cuando la veo siento la necesidad de abrazarla y corro a hacerlo. - ¡Liz! – llamo sujetándome fuerte de ella, era la única persona que podría calmarme en estos momentos, a pesar de todas las adversidades que había sufrido ella nunca perdía la sonrisa, siempre mostraba esa actitud de chica fuerte e indestructible y aquello me reconfortaba, a veces quisiera ser como ella y que todo me importe un rábano. - ¿Estás bien? – pregunta sujetándome de las manos. - Sí, eso creo – digo sin creérmelo yo – ya sabes la nostalgia de mi último año – sonrío sin ganas. Me abraza y avanzamos juntas entre los demás estudiantes. - Míralo por el lado bueno, al menos te graduaras un año antes y no tendrás que verles la cara a todos estos estirados idiotas, ¡Quien, como tú! – dirige la mirada hacia un grupo de chicos quienes murmuran algo de nosotras. - Ves a lo que me refiero – comenta rodando los ojos. Pobre del que se haya atrevido a insinuar algo de ella, al final el tipo termina completamente en el suelo con un interminable dolor en la entrepierna, creo que lo ha llegado a paralizar. - Oye, no puedes hacer eso, te van a reportar de nuevo. - Obvio no, necesitan de mi para mantener el renombre de la escuela en las olimpiadas, por tres años he mantenido en alto su trasero – carcajea como una loca – además ese estúpido se lo merece, lesbiana su abuela – chista volviendo a ver a Dean quien se tumba nuevamente en el césped para que no vuelva a golpearlo. Vamos hasta la cafetería por unos dulces después del amargo momento, empiezo a revisar mis asignaturas y los horarios que estas están programadas, hago unos apuntes en mi libreta y un sobresalto me saca de mi mundo. - ¡Mira! - exclama señalando hacia la entrada con su pulgar – ahí está Chris – me sonrojo de inmediato, tanto que no sé dónde meter la cara, le lanza un chiflido para que voltee hacia nosotras. - ¿Todavía te gusta? – pregunta con una pícara sonrisa dibujándose en su rostro. - No, deja de hablar tonterías Liz, nunca debí contarte nada – tapo mi cara con la libreta - además eso fue hace ya más de dos años, ¡ya basta! – veo como él se aproxima para saludarnos. Para terminar con el bochornoso incidente se sienta junto a mí y posa su brazo alrededor de mi espalda. - Lucy, no te vi toda esta semana, no me has respondido los mensajes, ni correos, ¿te encuentras bien? – esa pregunta por dios, estaba de más viniese de donde viniese, por dentro me estaba muriendo de la angustia, estaba tan perdida en lo que sucedió que ni siquiera me había dado tiempo para un respiro con mis amigos. - Si – trato de sonar convincente – estuve algo enferma la semana pasada por eso no he sal…. Para cuando quise terminar de aclarar lo sucedido Liz y yo vemos a Chris babeando y mirando hacia la entrada. - ¡Qué diosa! – recita siguiéndola con la mirada. Y fue ahí donde toda esperanza murió, ella era la típica chica a quien le quedaba perfecto todo lo que se pusiera encima, hasta el sombrío uniforme que llevábamos puesto hacía que luzca como uno de esas series adolescentes donde todo es glamour. Su cabellera rubia ceniza danzaba al ritmo de sus movimientos al caminar, atraviesa el espacio que lleva a nuestra mesa dirigiendo su mirada hacia nosotros, sus grandes y vibrantes ojos azules se posan en Chris, continua su trayecto hasta una de las mesas y un sinfín de miradas se van con ella. - ¡O – diosa! – sonríe Liz para mí en secreto. - Bueno chicas, creo que me llaman – bromea Chris girándose en el asiento. - ¡Ay, por favor los hombres no pueden ser más obvios! - lanza Liz irritada dándole un leve puñetazo en el brazo haciéndolo despertar, él se soba con fuerza en señal de que le había dolido, ¡que exagerado!, digo entre mí, en ocasiones Liz era algo expresiva con las manos, pero no era para tanto, bueno en realidad si lo es, pienso recordando todos sus encontrones de lucha libre. - Vieron ese bombón – dice Chris mientras se muerde el labio inferior – a que no adivinan quien va a invitarla a salir – volteamos a verlo con desagrado ante su comentario tan airado de triunfo. - ¡Eres un cerdo! – recrimina Liz. La alarma suena indicándonos que ya era hora de entrar en las aulas. Chris y la diosa siguen manteniendo contacto visual ocasionalmente y no puedo evitar sentirme incomoda con ese hecho. - Al fin compartiré algo especial contigo – toma mi mano antes de que me vaya. - ¿Qué cosa? – pregunto sorprendida ante su actitud. - Literatura, mira estamos en el mismo grupo – señala su horario, vaya, digo entre mí. - ¡Ah sí!, de todas formas, no hare los deberes por ti de acuerdo – se lo dejo muy en claro entrecerrando los ojos. - Me encanta cuando haces eso – mi corazón casi se detiene cuando pronuncio aquello, Liz esta igual de desconcertada que yo. Le muestro un ceño fruncido, creo que le había afectado haberse enamorado de la diosa hace unos momentos. - La expresión en tus ojos es muy bonita, siempre termina por cautivarme – no entiendo nada – sí, es que te pareces a una ardillita – ahora si lo mato pienso entre mí al hacer esa comparación - No lo malinterpretes, me refiero a que te ves muy dulce y tierna, tus pestañas son tan largas y pobladas que enmarcan muy bien esa parte de tu rostro. - En serio Chris, la fulana esa ya te quemo el cerebro – Liz da un sorbo a su bebida y recoge de prisa su bolso – me voy, que tengan buen día, “ardillitas” – se marcha entre risas colocándose los auriculares. Transcurrieron algunas horas mientras trato de poner atención a lo que el maestro Simpson repite y explica sobre unos ejercicios de limite funcional. No sé en qué momento termine por bloquearme, ¡lo tengo!, fue exactamente cuando me realizo una pregunta y quede completamente enmudecida ante ello, caso extraño en mí. - Señorita Walker – repite aquel hombre - ¿Cuál es la respuesta? – otra vez quedo hecha piedra, solo que esta vez ya no miraba a la nada sino directo al pizarrón sosteniendo firmemente el bolígrafo en mi vacía libreta, definitivamente estoy perdida. - Eh… – dudo unos segundos intentando recordar lo que dijo, mi cerebro es una mezcla de pensamientos tormentosos debido a lo sucedido los últimos días de mi vida, afortunadamente doy con el resultado después de realizar los cálculos en mi mente, aunque varios segundos después. - ¡Bien! – exclama el hombre - ponga más atención la próxima, por favor – doy un leve suspiro aliviada, de reojo veo como Irina se burla de mi lanzándose cuchicheos con algunos de los que compartíamos la clase. “¡Vaya cerebrito!, parece que no le funcionó esta vez”, sueltan risas. Al siguiente día me encuentro con Liz durante el almuerzo, no tuve ganas de comer nada por lo cual nos dirigimos hacia la parte posterior del comedor exactamente hacia las áreas recreativas, conversamos un largo rato sobre lo que habíamos hecho durante el verano. Aún perdida en mis pensamientos no puedo evitar sentirme mal por el extraño suceso que presencie así que ella empieza a notarlo. Siento como mis ojos se humedecen cuando se lo cuento, ella preocupada me abraza y trata de consolar, pero no puedo me dejo caer sintiendo como si algo en mí se hubiese roto definitivamente tengo que desahogarme ya que esto pronto me mataría. - ¿Estás segura? – vuelve a preguntarme, yo asiento firmemente – ¿Animal? – vuelve a preguntar de forma absorta frunciendo el ceño por lo que antes mencionaba - ¿me estás diciendo que un animal se transformó en persona? - se queda pensando y deja de hablar por unos momentos, yo sigo ahí tratando de recuperarme del suceso. - Ya ves por qué no quise decírselo a nadie, ni siquiera tú puedes creerme – respondo abatida. - No, claro que no, te creo, créeme – enfatiza moviendo la cabeza como referencia. - Eso no es todo – digo mirándola a los ojos – cuando desperté en mi cama estaba cubierta de una especie de lodo y humedad y además… - un fuerte sollozo sale de mí, este está cargado de rabia y dolor – estaba semidesnuda, por lo poco que recuerdo ese hombre o lo que sea me estaba besando – chillo con frustración - creo que alguien se aprovechó de mí Liz, no recuerdo nada – digo tapándome la cara evitando contener así mi llanto. - No puede ser, eso es horrible – escondo el rostro en su pecho mientras ella me reconforta en sus brazos - debes decírselo a tus padres, habla con ellos, tienen que dar con ese imbécil alguna referencia debe haber – grita encolerizada – no, déjalo así, yo misma te ayudare a dar con el paradero de ese enfermo. - ¡Liz!, ni siquiera le vi la cara solo tengo una imagen borrosa de un tatuaje, nada que pueda llevarme a dar con su paradero, además si digo que vi como un animal se transformaba en una persona me van a tomar por loca y me encerraran en un manicomio. - ¿Un tatuaje? - Si, lo tenía en el brazo, era una lengua creo que la de la portada de los Rolling Stones. En mi pequeña discusión con Liz nos percatamos de un tipo que se encuentra cerca de nosotras, de pronto viene en nuestra dirección, no sé porque, pero se me hacía conocido. - ¿Te encuentras bien? Otro más, respiro hondamente abrumada por este tipo de preguntas. Posa su mirada en la mía y es como si estas se conectaran, debo decir que sus ojos me llamaron demasiado la atención, tenían una tonalidad azul profunda como el color del mar, aparto la vista inmediatamente de su presencia, no quería que nadie me viera llorando, me limpio los restos de lágrimas para ocultar todo rastro de fragilidad, lo menos que necesitaba era que me viesen con lastima y como alguien vulnerable después de lo sucedido. - Si estoy bien, gracias – respondo mirando a Liz quien lo examinaba de arriba abajo cruzando los brazos mientras masticaba goma de mascar. - ¿Se conocen? – pregunta ella quedándose en medio de ambos fijando aún más la mirada en aquel tipo. - No – aseguro levantándome del césped sacudiéndome la parte trasera de la falda, intento decir algo más, pero él no me deja continuar. - Eso no es del todo cierto – intento recordar algo, pero nada viene a mí - nos conocimos en un centro comercial ¿ya lo recuerdas? – sonríe y mis recuerdos viajan hasta ese día, por supuesto que jamás olvidaría esa sonrisa, desde entonces no había pensado en él, como aquella vez traía lentes oscuros y el cabello más largo y desordenado no recordaba muy bien su rostro y ahora viéndolo mejor no sé qué decir o pensar. - ¿Eres tú? – lo miro algo confundida. - Él es el idiota del estacionamiento – señala Liz con su pulgar, él la observa muy disgustado por su comentario anterior mientras tienen una especie de conversación interna, quizá querían mandarse muy lejos los dos o eso pienso yo al ver las miradas de águila arpía que lanzaban uno contra el otro. - Si – afirmo haciendo que las cosas se tensen aún más, ahora lanza su mirada hacia mí - ¡No!, quiero decir que no eres lo que dije – trato de arreglarlo ya ni siquiera sabía que decir y solo hablaba incoherencias, me pongo nerviosa y acabo por embarrarla aún más. - ¿Qué haces aquí? - pregunto para apaciguar las cosas, entonces recordé lo que me dijo, el planeaba cobrármelas por lo que le hice a su auto. - No puede ser, ¡Qué inmaduro eres! – sentencio soltando un resoplido para indicar mi hartazgo, no puedo imaginarme un tipo así tan vengativo y rencoroso – tenías que venir precisamente a este instituto solo para fastidiarme por lo que paso, te dije que te ayudaría a arreglarlo, pero no quisiste aceptarlo y en lugar de eso te portaste como todo un patán - concluyo mi pequeño monologo colocando mis manos en la cintura y vuelve a mostrarme esa misma sonrisa burlona de aquel día. - Primero – acota colocando un dedo en mi barbilla y empujándola hacia arriba para verme directamente a los ojos - no te creas el centro del universo, segundo, ni siquiera sabía que estudiabas aquí y tercero, la que cometió una infracción fuiste tu cariño, a pesar de todo ello ya te perdoné, te lo dije no pienso cobrarte nada ni hacer nada por el estilo, no quiero problemas, solo necesito hablar contigo – finaliza quitándome sus asquerosas manos de encima. Liz se va con la excusa de ir al baño, no puedo creer que me haya dejado sola a merced de este loco, vaya mejor amiga me fui a conseguir. - Estoy segura de que no tenemos nada que hablar, muy segura – concluyo sin titubeos esta vez, me voy de ahí dirigiéndome con prisa hacia la zona de edificios para no verlo más, es un pesado y odioso me digo a mí misma en el transcurso. - Bien, no me dejas hacerlo por las buenas – escucho tras de mi mientras una mano me atrapa y me lleva cargando como si fuese un simple trapo. Grito escandalosamente al saber que ahora soy su presa y llego a captar la atención de todos los estudiantes que están alrededor. - ¡Oye tú! – gritan desde atrás - ¡Suéltala, o te parto la cara! Chris viene hacia nosotros para rescatarme y lo logra. - Tú y cuantos más – escupe con arrogancia - piénsalo muy bien grandulón, voy a darte otra oportunidad para que te rectifiques, ¿De verdad quieres partirme la cara? – sonríe desafiándolo frente a frente. Eso definitivamente tenía que verlo, era imposible que alguien le gane a Chris, él era muy intimidante debido a su gran estatura no por gusto era el capitán del equipo de futbol, aquello le daba una gran ventaja sobre él, por un momento me alegre de que fuese a golpear a ese tipejo. - Lucy, te está molestando, ¿por qué llorabas? – pregunta Chris, él se ha dado cuenta de mi expresión, pero aquello no tenía nada que ver con esto. - No, bueno si – replico, ¡ay por dios soy una estúpida!, digo entre mí. - ¿Eres su novio, o qué? – pregunta aquel tipo, no puede evitar sonrojarme por la vergüenza cuando lo dijo. - ¡Claro que no! – grito en su dirección - ¡ya vete si! – doy un ultimátum dejándolos solos. - Lo hare si vienes conmigo – logra alcanzarme y me toma de los hombros – necesito que vengas conmigo, por favor – me quedo perdida en su mirada por unos segundos, parecía ser sincero y esta vez al menos estaba siendo educado. - No entiendes que las sueltes – vuelve a repetir Chris apartándolo de mí con fuerza, él increíblemente lo hace no sin antes soltarle un tremendo puñetazo que llega a derribarlo por completo como si de una torre de naipes se tratara, veo como un hilo de sangre corre por la comisura de su labio. - Quieres más grandulón entrometido – grita tirando su chaqueta a un lado. Seguido de ello se arma un ruedo entre ambos, ¡no puede ser! digo llevándome las manos a la cabeza, corro hacia Chris para ayudarlo y asegurarme de que este bien, pero me aparta con cuidado y se levanta para continuar, este lio poco a poco se convertía ya en personal. - ¡Voy a matarte! – amenaza Chris apretando los puños. - ¡Aquí te espero! – repite el otro subiéndose las mangas de la camisa hasta la altura de sus codos para provocarlo aún más, ni siquiera estaba inmutado. Los que se encontraban a los alrededores cuchicheaban y hasta hacían apuestas. - Liz, por fin llegas – corro hasta ella. - ¡Carajo!, ¿De qué me perdí? – expresa observando el tumulto – ni siquiera me imaginaba el efecto que produces en los hombres amiga. - Ayúdame, se van a matar – digo buscando alguna alternativa para solucionar esto. - No, solo esta celoso. - ¿Qué? – giro la cabeza algo intrigada a verla. - Lo olvidaba – rueda los ojos – te falta malicia para estas cosas, por cierto, le gustas al nuevo – sonríe avanzando hacia el ruedo mientras pienso que está loca, ni en sueños aceptaría salir con ese patán – cuando lo describiste ese día me imagine algo muy diferente, pero déjame decirte algo, ¡que ciega estas! – vacila y eso me desespera porque yo sigo sin saber qué hacer para aliviar la situación. Chris ataca y lanza sus puños contra él, este los esquiva fácilmente mientras para él es divertida toda esta acción, al seguir ellos inmersos en su lucha noto como unos tatuajes sobresalen en su brazo, se da cuenta que estoy mirándolo fijamente, él también me regresa la mirada e inmediatamente se baja las mangas de la camisa, es ahí cuando Chris obtiene su oportunidad y lo derriba ya que se encuentra distraído. Tengo que hacer algo de inmediato después de ver esa mirada asesina al recibir aquel golpe, Chris es mi mejor amigo y no puedo permitir que le hagan daño. Voy hasta el tipejo y le suplico que se detenga, pongo mis manos en su pecho para apartarlo y lo llevo varios metros atrás, le digo que iré con el sí terminaba con todo esto, sé que me iba a arrepentir de lo que estaba haciendo, pero es la única solución que encuentro por el momento. - Piensas hacerlo por él – señala con la barbilla hacia la otra dirección, miro a Chris quien aún tiene rabia contenida en su acalorado rostro. - Las cosas no son así, solo quiero que esto se acabe - sentencio firme en mi decisión. Ladea la cabeza y me observa con decepción. - No te creo, ¿tan poco crees que vales para someterte por alguien más? – agacho la mirada y no sé qué decirle, está muy equivocado el asunto no iba por ese lado – descuida, sino quieres hablar conmigo no te obligare, por cierto, ya puedes dejar de tocarme – susurra para mí con ese tono vivaz que lo caracterizaba, fue entonces que pude darme cuenta que no había dejado de apartar mis manos de él, las quito inmediatamente y no sé dónde esconder mi cara tras este bochornoso incidente. Liz mira con diversión la escena desde el lado de Chris. - ¡¡¡Tino!!! Escucho una voz que se abre paso ante el tumulto, era la “Diosa de Chris”, sus zapatos con tacones no la dejaban caminar cómodamente por el césped. - ¿Qué estás haciendo? – vocifera con determinación suspendiendo sus ojos en él con reprobación. Va donde Chris y se porta de manera amable con él, ¿Qué estaba sucediendo entre ellos? me preguntaba ante tremenda confusión. - ¿Estás bien? – pregunta mientras examina la herida de su labio y pasa su mano por esta, era de no creerlo. - ¡Suelta a mi hermana, imbécil! – grita el tal Tino, bueno creo que así se llama. De pronto llegan dos chicos más, ella tiene el cabello lacio color caoba hasta los hombros y el otro muchacho de aspecto desgarbado lleva lentes de lectura. Se acercan a él y ella se muestra muy preocupada, voltea a verme disimuladamente y me despedaza con la mirada, esta es muy afilada si pudiese enviarme cuchillos con sus ojos ya estuviese desangrándome, ambos son también sus hermanos por lo que llego a entender. - Muy bien se acabó la función – llega el señor Wilkinson ahuyentando a todos los que estaban disfrutando de aquel espectáculo – necesito una explicación señor Jefferson y usted, el hombre barre con la mirada a Tino, es nuevo aquí no es así, ¿Cuál es su nombre? - busca entre una de sus listas. - Valentino Dalmazzi – pronuncia mientras vuelve a posar los ojos en mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD