Una Victoria Amarga El silencio que siguió al juicio de las sombras era abrumador. Cada m*****o del grupo estaba hundido en sus propios pensamientos, agotados física y emocionalmente por las pruebas que acababan de superar. El aire del laberinto parecía haberse aliviado de su opresión, pero el vacío que había dejado la experiencia no era menos pesado. Selene se tambaleó hacia el centro de la sala, donde Kael estaba sentado con la cabeza entre las manos. Alina permanecía de pie, su arco colgando flojo de sus dedos, mientras Varek golpeaba la pared con frustración, intentando ocultar las lágrimas que amenazaban con brotar. —Lo logramos… al menos eso creo —dijo Selene en voz baja, aunque la duda empañaba sus palabras. Kael levantó la vista, sus ojos oscuros y llenos de incertidumbre. —¿L

