El amanecer trajo consigo un aire de incertidumbre. Las primeras luces del sol se filtraban entre las ramas, iluminando los rostros exhaustos de Alina, Kael y Selene. A pesar del refugio que el bosque ofrecía, todos sabían que la seguridad era temporal. Selene, con el brazo aún vendado por la herida de la noche anterior, observaba el horizonte con una mirada inquieta. Su semblante, normalmente resuelto, estaba teñido de preocupación. “Necesitamos movernos antes de que el sol esté en su punto más alto,” dijo, rompiendo el silencio. “Si Gavric envió rastreadores, no tardarán en llegar.” Kael asintió, recogiendo sus pertenencias. “Pero no podemos avanzar a ciegas. Gavric tiene ojos en todas partes, y si no encontramos aliados pronto, estaremos perdidos.” Alina, quien había pasado gran par

