La luz del altar se desvaneció, dejándolos en un lugar completamente desconocido. Vlad e Isolde se miraron, con los corazones latiendo con fuerza, mientras el mundo a su alrededor tomaba forma. No estaban solos; figuras enigmáticas y paisajes cambiantes los rodeaban. Este nuevo entorno no parecía pertenecer ni a la tierra ni a ningún lugar que conocieran. Aquí, la realidad misma parecía moldearse por sus pensamientos y emociones. La Tierra De Los Reflejos El aire era pesado, y el suelo bajo sus pies brillaba como un espejo, reflejando no solo sus imágenes, sino también sus emociones más profundas. Al dar un paso adelante, sus reflejos comenzaron a moverse de forma independiente. —Esto no puede ser real —dijo Isolde, viendo cómo su reflejo la observaba con una sonrisa oscura y burlona.

