La sensación de atravesar el portal fue indescriptible. Era como si cada fibra de sus cuerpos hubiera sido desintegrada y reconstituida al otro lado, dejando un eco de frío en sus almas. Cuando el grupo recuperó la conciencia, se encontró en un paisaje que parecía haber sido arrancado de un sueño oscuro. El cielo era un lienzo de tonos púrpura y n***o, iluminado por una luna plateada que parecía observarlos con una intensidad casi amenazante. A su alrededor, enormes árboles retorcidos se alzaban como guardianes del bosque, con ramas que se extendían como garras. Un río oscuro serpenteaba por el suelo, reflejando destellos de luz extraños que parecían provenir de las estrellas. “¿Dónde estamos?” susurró Alina, abrazándose a sí misma. “El Reino de las Sombras,” respondió Kael, estudiando

