Ecos Del Cierre
El grupo apenas había tenido tiempo de procesar la magnitud de lo que acababan de lograr. La puerta había sido sellada, pero la energía liberada en el proceso había dejado cicatrices tanto en el lugar como en ellos mismos. Kael estaba sentado bajo un árbol, respirando con dificultad, mientras Vanya revisaba sus armas y Erevan permanecía en silencio, sus ojos perdidos en las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo nocturno.
—No puedo creer que lo lográramos —murmuró Vanya, rompiendo el silencio.
Kael soltó una risa débil.
—¿Lo logramos? Porque yo no estoy tan seguro.
Erevan apartó la mirada del cielo y se giró hacia ellos.
—Kael tiene razón. Cerramos la puerta, pero el daño ya está hecho. La energía liberada al sellarla ha despertado cosas que dormían desde hace
