La cámara que contenía el Fragmento del Alba se sentía cargada, como si la misma atmósfera estuviera conteniendo la respiración, aguardando la decisión de Vlad e Isolde. El Fragmento brillaba con una intensidad etérea, sus colores cambiando entre dorado y carmesí, simbolizando las dos fuerzas opuestas que contenía: creación y destrucción. Oren se mantuvo en silencio, su postura tensa mientras observaba a Vlad, quien sostenía el artefacto con ambas manos. Isolde, a su lado, trataba de analizar la situación con una mezcla de lógica y emociones encontradas. —No podemos actuar impulsivamente —dijo Isolde finalmente, su voz temblando levemente. —Una decisión como esta podría cambiar el curso de la historia para bien o para mal. Vlad asintió, pero sus pensamientos estaban cargados de dudas. H

