Cassie
Abrí la puerta frente a la sorprendida señorita Presumida.
—Disculpe, señorita, pero—
—Por favor, guárdelo. Necesito hablar con su gerente. Seguro que tienen uno, ¿verdad? —Le dediqué una sonrisa dulce pero venenosa—. ¿Cómo se llama? Ah, espera. Lo veo en su gafete: Natalie Banks.
—¿Qué podría necesitar con mi gerente? —Parecía horrorizada por mi pedido.
—Bueno, señorita Banks. Hay algo llamado servicio al cliente, y usted apesta en eso. Además, es bastante grosera. Puede que no tenga la talla perfecta, pero sigo siendo una persona. Y quisiera preguntarle a su gerente si su tienda tiene la talla que pedí, porque parece que usted no puede cumplir con sus deberes como vendedora.
Ella abrió y cerró la boca, dejando caer el portapapeles a un lado.
—No... no sé de qué habla. Yo…
