ZAYN Mierda. Maldije en voz baja una serie de insultos mientras corría tras Aria por la calle. Me costó contenerme de ir detrás de ella en cuanto salió furiosa, pero con el señor Sutherland tan alerta por absolutamente todo lo que sospechaba entre nosotros, no podía arriesgarme a que viera demasiado en las cámaras de seguridad, si llegaba tan lejos como para revisarlas. Esperé unos minutos con la mandíbula tensa y los puños apretados, y cuando creí que era seguro, fui tras ella. Cuando la vi más adelante en la acera, cojeando al girar una esquina, aceleré el paso. —¡Aria, maldita sea! ¡Detente un minuto y habla conmigo! —grité por encima de la lluvia, alcanzándola para poner un paraguas sobre nuestras cabezas. —¿Ah, ahora sí quieres hablar? —giró la cabeza y soltó una risa sarcástica.

