ROSE
Se rió de mi reacción, levantando la mano y pasándola por su espeso cabello, aún húmedo. Ahora tenía ese aspecto de “peinado rápidamente con los dedos”. ¿Era esa una cicatriz sobre su oreja? Parecía grande.
—¿Le diste a Miss Muffin Patch las caricias que pedí? —Ese comentario me sacó de mi ensimismamiento. El idiota. Empezó a sonreír y levantó las manos en señal de rendición.
Dejé caer la cabeza de nuevo sobre el sofá para apartar la vista de la suya. Conocía a chicos como él, y no tenía intención de darle falsas esperanzas.
—Se te están acabando tus dos minutos —le recordé.
—Está bien, está bien. Tengo una propuesta para ti.
Alcé una ceja, tomé otro sorbo de mi vino y fingí indiferencia.
Bastian se acercó a la ventana, mirando el paisaje. —Mi padre amenaza con cortarme el apoy
