ROSE Bastian me miró con una expresión vacía. —Necesitamos una historia de ruptura —dije. —Ah. —En caso de que un día vea a tu familia o amigos, y me pregunten qué pasó. —Me encogí de hombros, sintiendo pequeñas gotas de lluvia en la frente. Bastian asintió con la cabeza y bajó la vista hacia sus pies. Metió las manos en los bolsillos, sin prestarle atención a la lluvia. No dijo una palabra. —No podemos ignorar el hecho de que nuestro contrato termina mañana —continué—, y yo me iré. —¿Qué? —preguntó, levantando la mirada. Todavía no le había contado sobre mi nuevo departamento ni sobre mis otros planes. La verdad era que no se lo había dicho porque tenía miedo. Tenía miedo de mis sentimientos por él. Porque no quería ver lo bien que estaría con mi partida. Yo no quería irme. Había

