ROSE
A la mañana siguiente, me desperté con los ojos hinchados.
Había llorado anoche después de que Bastian y yo gritáramos el uno al otro. Me sentía horrible, pero tenía que irme. Esta no era una situación sana, y necesitaba poner distancia. Hoy era el cumpleaños de Bastian. Me sentía fatal de que todo esto tuviera que ocurrir precisamente en su cumpleaños, pero, al fin y al cabo, así fue como él había establecido el contrato. Supongo que, en ese momento, no tenía idea de lo que terminaría pasando.
Él. Yo. Peleando.
“Urgh.” Probablemente pensaba que estaría celebrando, lo cual seguro haría en cuanto recibiera oficialmente su herencia más tarde ese mismo día y todo en su vida quedara resuelto.
Me giré en la cama y abracé a la pequeña Daisy—quizá un poco demasiado fuerte. Daisy se acur
