BASTIAN Me quedé sosteniendo la puerta del ascensor, mirando a Rose. El largo abrigo que llevaba y su cabello estaban empapados por la lluvia, y mi corazón latía al doble de su ritmo normal al verla. El abrigo colgaba abierto al frente. Debajo llevaba un pequeño vestido n***o. —Estás mojada —dije simplemente. Cuando me vio, abrió la boca. Me miraba como si yo fuera una maldita Fata Morgana. Por un instante, vi felicidad: sus ojos se iluminaron, antes de que su expresión cayera de nuevo. —Bastian —murmuró—. ¿Cómo me encontraste? ¿Qué haces aquí? —Me mudé al mismo piso que tú. Sus cejas se alzaron hasta la línea del cabello, y sus ojos se abrieron de par en par. —Es broma, es broma —dije—. Vi un autobús con tu campaña. Se ve genial, por cierto. Felicidades. Mi asistente localizó a J

