BASTIAN —Eso fue tan impresionante y maravilloso, me siento tan feliz… quiero decir, bueno, fue divertido —dijo Rose después de que nos limpiamos y estábamos acostados de nuevo en la cama. Su rostro mostraba una sonrisa impertinente, devolviéndonos a nuestra alegre realidad. Se acurrucó contra mí, y la giré sobre su espalda. Claramente quería más nalgadas. Pero me gustaba el humor en sus palabras, la ligereza de ellas. Me apoyé en los codos y la miré. —No estuvo nada mal —dije, y ella me dio un codazo en el costado. —No tan bueno como imaginé —dijo Rose, y ambos estallamos en risas. Su réplica fue divertida. —Bastian… ¡al principio, pensé que tenías calcetines ahí abajo! —Rose temblaba de risa, moviendo y sacudiendo su cuerpo contra el mío. Reímos contra los oídos del otro. —No los t

