3 de septiembre 2021
Charlotte Sellers
Arrepentimiento, una palabra que significa mucho, y a la vez poco, porque el arrepentimiento después de las acciones no sirven de nada, muy pocas veces en mi vida me sentí arrepentida, pero este día, puedo sentir con fuerza el peso que reposa sobre mis hombros, la verdad, es que es de muy mal gusto.
El juego "treinta días para enamorarte" empezó conmigo, un juego en el que por ningún motivo esperaba perder, mi fuerza y personalidad fria me impedían creer que me enamoraría en treinta días de aquel chico, porque no, el no era el prototipo de chico que quería para mi, pero dicen que pasar mucho tiempo con una persona te hace ver hasta los más mínimos detalles de ella, y yo pude confirmar eso.
Muy a mi pesar, y la historia, no se volvería a repetir. Eso es lo que quiero creer mientras camino hacia el restaurante del hotel donde desayunariamos hoy, estamos en el día de tres de los juegos y como decía, estoy realmente arrepentida de haber aceptado el reto, más aun con ese hombre.
Resoplo frustrada al ver como me alcanza comenzando a caminar a mi lado.
—Buenos días Charlotte. ¿Como estas?—pregunta amable.
Su delicadeza al hablar hace que frunza el ceño confusa.
—Dormimos juntos, no es como si no lo supieras—espeto de malas maneras adelantándome para llegar al lado de Lia y Xander.
—Uy, se levantó con el pie izquierdo...
Bufo mirando mal a mi amigo quien alza las manos en son de paz.
—Lia, dame un reporte, como van las cosas en el casino—ordeno sentandome en la mesa, veo como Aarón se sienta a mi lado y algo me dice que el cumple la regla de "no separarse" mucho mejor que yo.
—Todo va bien Char, no te preocupes...
—¿Todos están haciendo su trabajo? ¿La prensa está filmando los juegos?—lanzo una pregunta seguida de otra.
—Que si, pesada—se queja y un camarero se acerca para tomar las ordenes—¿que tienes? Estas más amargada de lo normal.
—Nada, solo estoy preocupada
por el casino—miento tomando el café que me ofrecen.
Siento la mirada de Xander sobre mi haciendo que me fije en el, mi amigo me regala una sonrisa divertida, aumentando mi mal humor.
¿Tanto se nota que el castaño me tiene de mal humor?
—Voy al baño—musito levantandome y Lia me sigue con los ojos entrecerrados.
Al entrar a dicho lugar suelto el aire retenido apoyándome en la pared y mi amiga me mira extrañada.
—¿Que rayos te pasa?—sus ojos me escanean preocupada y yo sacudo la cabeza restandole importancia.
—Ese idiota me tiene de los nervios.
—¿Aarón?—pregunta aun más confusa.
—No, mi abuelo—ruedo los ojos—¿Quien más?
Lia suelta una risa propia de ella y se acerca a mi tomándome por los hombros para que me quede quieta.
—Charlotte, cálmate, si el pobre chico apenas te habla, aunque se claramente que el no es el problema—arqueo las cejas preparada para su discurso y al ver que no habla me adelanto.
—¿Que estas queriendo decir?
—Que tienes más miedo de lo que tu puedas sentir, de lo que el pueda hacer. El chico es todo un caballero.
—Y un ególatra, idiota, provocador...—me callo de golpe al darme cuenta de lo que ha salido de mi boca y lia abre la suya con sorpresa.
—¡No puede ser!—chilla tapándose la boca anonadada—¡No me lo creo!
—¿Ahora que? No he dicho nada—ruedo los ojos con fastidio mirándola.
—¡Oh vamos! ¿Provocador? ¡Te atrae! Si no, ¿por qué estarías tan alterada?
Bufo saliendo del baño rápidamente, evitando escuchar sus tonterías y me acerco de nuevo a la mesa, la mirada de Xander se posa sobre mi y se que el es el que ha estado supervisando las habitaciones la noche de ayer, y que posiblemente sepa el porque de mi mal humor.
Pero la verdad ya me vale madres.
Suspiro tensa y muevo un poco mi cuello en círculos, pero entonces una mano se posa sobre mi hombro y cuello haciendo que me tense aún más, giro mis ojos hacia la persona, que es nada más y nada menos que el motivos de mis desgracias pero Aarón solo me regala una sonrisa tranquila, haciendo que inconscientemente mi cuerpo se relaje.
—Tranquila, relájate—dice acercándose un poco, huelo su colonia y cierro los ojos intentándolo.
No es el enemigo charllote... no es el enemigo...
Me repito una y otra vez para intentar calmarme, después de todo, el no tiene la culpa, yo soy la que debo controlarme.
Ambos tenemos que resistir la tentación que activamos al iniciar este juego, pero uno de los dos saldría perdiendo.
—¿Ves? No es tan difícil.—dice suavemente obligándome a abrir los ojos.
Sus ojos castaños me escudriñan, y pienso que debería pasar un buen dia, hace mucho no tomo un descanso, y estos dos días han sido estresantes, porque tratar de convencerme a mi misma de que no debo acercarme a Aarón, no es fácil, pero después de todo, no hará mal que hable con el como si fuera un amigo, así no hay complicaciones.
—Gracias—digo al final, desviando la mirada hacia mi desayuno.
Hoy creo que será un día un tanto difícil, hoy seguirán los juegos, y eso aunque no me preocupe tanto, mi plan de relajarme no pega mucho con el romanticismo de las actividades de las mañanas, pero supongo que puedo intentarlo.
Respiro profundo antes de levantarme con los demás y emprender camino hacia el lugar asignado.
(...)
—Ok, el juego de hoy será subirse a estos inflables sujetos a su pareja, las parejas que caigan pierden, ¡No se separen!—chilla lia emocionada y yo no le veo la gracia al juego.
Eso me pasa por dejar a esos dos a cargos de las actividades, pero no es que tenga muchas opciones, si yo participo, no puedo elegir, son las reglas, para su suerte, ellos nunca han tenido que participar en estos juegos.
Es un verdadero suplicio.
—¿Lista?—pregunta el castaño poniendo una mano en mi espalda baja.
Respiro hondo disimuladamente, pero no es de mucha ayuda, dado que el lo ha notado y una sonrisita divertida se posa en su rostro, sus dedos dejan suaves caricias que me queman la piel, encendiendome.
Puedo jurar que si no fuera contra las reglas, no me aguanto y ambos estaríamos haciendo algo más interesante en la suite.
Bendito juego, bendita atracción, y bendito castaño caliente.
—¡Ok! ¡Empecemos!—anuncia xander, todos nos dirigimos a los inflables y Aarón me ayuda a subir antes de subir el.
Me sujeto irremediablemente de su cintura y el conductor de la moto de agua que nos impulsara acelera com fuerza obligándome a apoyar mi mejilla contra la espalda de Aarón.
El viento nos golpea con fuerza a medida que nos alejamos de la orilla, de un momento a otro frena de golpe haciendo que un chillido se escape de mis labios.
La risa de Aarón se escucha y no puedo evitar seguirle, sus ojos se encuentran con los míos, y puedo notar su sorpresa, ¿Que? Vale si, no me río muy seguido pero tampoco es para tanto.
Su profunda mirada causa que mis mejillas se sonrojen, y no puedo creerlo.
—Eres muy hermosa Charllote, deja el mal humor, tu sonrisa es mejor—admite y entonces se que esta endulzandome, pero no, definitivamente no me dejaré.
—Callate, no me olvido que esto es un juego, ambos somos competidores y no, ni pienses que voy a dejarte ganar—lo señalo mirándolo mal.
—Olvida el concurso un rato, disfruta el momento, estas muy tensa—dice tan tranquilo como si nada.
—Sisi, continuemos—ordeno al chico de la moto quien acelera de golpe causando que me agarre de Aarón para no caerme.
Oh, ironías de la vida.
Así pasamos la mañana jugando, hicieron varios juegos, en los que en lo personal, me divertí, fue una muy buena idea olvidarme de toda esa competitividad, de esa carga que empezaba a pesarme en los hombros, talvez tengan razón, debería solo... relajarme, aunque eso no quiere decir que voy a perder el juego, siempre estaré alerta para que eso no pase.
Lo más gracioso de todo esto es que no me preocupan los millones que pueda perder si me enamoro, si no el dolor que eso me puede ocasionar, dado que el dolor emocional, es mucho mayor y más difícil de lidear que el dolor físico.
Entro al baño para quitarme el agua salada de encima e ignoro la mirada de Aarón sobre mi, el chico se la pasa mirándome, cosa que me incomoda, y me gusta en partes iguales, yo en cambio le hablo lo necesario, hasta hoy que duramos un buen rato charlando y he podido comprobar que es un chico realmente carismático y divertido, para mi desgracia, pero, en fin.
Abro el agua tibia y me meto bajo la ducha, sonrío con tranquilidad porque por primera vez en algunos días, me siento extrañamente bien.
Al salir, me envuelvo en una toalla y busco una ropa más cómoda, hoy haremos una fogata en la playa, por lo que tenemos la tarde para descansar.
Al salir de armario mis ojos buscan al castaño y me sorprende encontrarlo en la mesa, con un juego de ajedrez, arqueo las cejas con curiosidad y me acerco a el, me siento para que quedemos frente a frente.
—¿Quieres jugar?—pregunta al ver mi curiosidad.
—¿Que gano al hacerlo?—cuestiono y el sonríe con diversión.
—Un beso.
Abro la boca indignada y lo golpeo en el hombro, pero para hacerlo más divertido extiendo mi mano en su dirección.
—Acepto.
Su cara es todo un poema, su sorpresa hacia mi afirmación es todo lo que necesito para divertirme aún más, sin embargo observo como segundos después reacciona tomando mi mano.
Comenzamos a jugar en silencio, lanzando ocasionales miradas, la tensión entre los dos en latente, aunque ambos queramos ignorarla, mi mirada se concentra en las piezas restantes y aunque el es hábil, yo lo soy más, me gustan este tipo de juegos, además de que si gano, me llevaré un beso de regalo, con moño y todo, que mono.
Río al ver su ceño fruncido y de un momento a otro puedo decir felizmente:
—¡Jaque mate!
Un risa se escapa de sus labios e instintivamente mis ojos se van a ese lugar, y no, no me gusta el idiota, solo hay una atracción física que no puedo omitir.
—Entonces... ¿No es contra las reglas que te de un beso?—pregunta con fingida indignación.
Niego con la cabeza disimulando mis nervios y pongo las manos en la mesa.
—Las reglas son no tener sexo, todo lo demás es válido
—¿Todo lo demás...?—deja la pregunta al aire y yo asiento confirmandolo.
Sus ojos se oscurecen de inmediato, y no puedo evitar morder mi labio inferior reaccionando a su profunda mirada.
Su cuerpo se acerca a él mío haciendo que mi respiración se corte, por un momento el ambiente se calienta unos grados más y siento que todo se reduce a el y esos apetecibles labios.
¿Por qué tiene que ser tan atractivo?
Acerco mi rostro al suyo rozando nuestros labios y no se en que momento a rodeado la mesa quedando casi pegado a mi cuerpo, siento sus manos clavarse en mis caderas haciendo que quiera que me toque aún más pero ese misma emoción y deseo me hace reaccionar, haciendo que todo mi cuerpo se aleje del suyo a una velocidad impresionante.
—No—espeto para su desconcierto.
—Crei que...
—Lo se, pero no, no voy a empezar a jugar con fuego.
Y esas son mis últimas palabras antes de acostarme a descansar un rato.
(...)
Muevo el palito con un malvavisco e la fogata, mis pensamientos están en otro lado, mientras el sonido de una guitarra inunda mis oídos, el ambiente la noche de hoy es bastante ameno, por lo que me relajo mientras ignoro a Aarón, el no ha dicho nada acerca de lo ocurrido esta tarde, Lia mucho menos, aunque puedo notar su mirada sobre mi, sin embargo, no daré explicaciones.
Ella sabe claramente cómo soy, y no estoy de muy buen humor para sus cosas mucho menos para aguantar sus sermones.
—Hola—escucho una voz femenina a mi lado. Giro mi cabeza hacia Scarlett, quien me da una sonrisa confundiendome.
¿No te caigo mal?
—Hola. ¿Se te ofrece algo?—pregunto.
—No, solo quería charlar. ¿Como estas?
Suspiro dándole una mirada a Aarón quien conversa tranquilamente con Jacob y Hayden.
—Bien, dentro de lo que se puede. ¿Y tú? ¿La estás pasando bien?
Sus cejas se arquean en un gesto de disgusto pero cambia de golpe al darse cuenta de que la observo.
Raro...
—Pues bien, se me hace algo aburrido cuando no estamos en los juegos que hacen, pero es muy cómodo—exclama.
Asiento dándole una mirada extrañada e intercambio miradas con Aarón quien levanta la cerveza en su mano en mi dirección.
Hago lo mismo con la copa de vino y desvio la mirada.
Estos treinta días serán más difíciles de lo que parecen.