Al llegar al mercado ellas comenzaron a mirar muchas cosas y también compraron, iban caminando cuando una pequeña niña tropezó con Riana y cayó al suelo.
— Niña ten cuidado y no corras, puedes lastimar a alguien o lastimarte a ti.
— No te preocupes Ariadna todo fue un accidente, además yo la golpeé más.
Riana extendió su mano entonces levantó a la pequeña y la limpió con un pañuelo de seda que llevaba consigo, su hermosa sonrisa salió a flote y más de uno quedó embelesado ante esto.
— ¿Estás bien pequeña? — la niña le sonrió entonces la beso en la mejilla y Riana se sorprendió — pero que adorable eres.
— Es usted muy buena y bonita señorita.
— Tú eres más linda. Ariadna dame algo de comida de la que compramos — ella le pasó varias frutas entonces Riana se las dio a la niña — comparte con tus hermanos o amigos, la próxima vez que venga te buscaré.
La pequeña salió corriendo y ella continuó caminando pero de repente sintió la necesidad de mirar hacia atrás y fue ahí que miro a un hombre sentado al pie de un árbol.
— Disculpe, ¿Me podría mostrar su cuaderno de dibujos? — él le preguntó el motivo — tengo el presentimiento de que me dibujó mientras conversaba con la pequeña niña.
— En caso de que sea así — él la miró de forma inquisitiva — ¿Qué le gustaría hacer con el dibujo?
— Si es un buen dibujo me gustaría comprarlo, no piense que va a ser gratis — él sonrió entonces le mostró el dibujo y ella al mirarlo sonrió igual — ¿Cuánto cuesta?
— Se lo obsequio en agradecimiento por ser tan amable con esa pequeña, no cualquiera posee tal bondad para darle de su comida.
El dibujo le fue entregado a Riana, al preguntar por el nombre de la persona supo que se llamaba Adrián. Al llegar al palacio se dirigió a su cuarto en donde puso su retrato.
— Me gusta mucho ese dibujo, Adrián realmente tiene un gran talento.
Ariadna se ofreció a cambiar de ropa a Riana pero ella se negó, las prendas que estaba usando pertenecían a su dama de compañía que por poco se vuelve loca al ver la decisión que esta mujer estaba tomando.
— Pero Reina Riana.
— Ariadna no te compliques tanto, me siento cómoda con esta ropa. Además no me digas Reina Riana es extraño, por favor di que me traigan un poco de té caliente, quiero el de jazmín.
— Como desee, Reina Riana.
Riana sonrió entonces Ariadna se marchó, a los pocos minutos llevaron el té de jazmín y ella lo tomó hasta la última gota.
— Su Majestad debería probar este té. Ariadna por favor acompáñame.
Riana se levantó entonces fue a la cocina y ella empezó a preparar el té, luego le dijo a las damas de la corte para que lo llevaran hasta donde se encontraba Charles.
— Reina Riana, hay una pregunta que me gustaría hacerle, ¿Por qué se hace cargo de las damas de la corte? En su país de origen no hacía tal cosa aunque se preocupaba por el pueblo.
— El día que me llames por mi nombre solamente te lo diré, antes no.
Ariadna permaneció callada. Al llegar donde se encontraba Charles, la misma Riana lo sirvió con dedicación y sus ojos veían con anhelo a su esposo.
— Este té es delicioso — ella extendió la taza y la dejó en alto — debería probarlo.
— ¿Por qué llevas esas ropas? — él tomó la taza — ¿Acaso estás viniendo del mercado?
— De hecho hace rato que regresé al palacio, estas ropas son más cómodas que las otras así que decidí quedarme de esta forma.
— ¿No te importa que los demás te miren?
— Su Majestad el valor de una persona no se encuentra en su ropa o en lo que posee de bienes materiales, sino lo que yace en su corazón — Riana tocó el pecho de Charles, él le tomó fuertemente de la muñeca y la lastimo — por favor perdone mi atrevimiento Su Majestad, no volverá a pasar.
— No vuelvas a tocarme — él la soltó y la miró con desprecio — no tienes ese derecho, tenlo siempre en cuenta, nuestro matrimonio fue por conveniencia y nada más.
— Está bien, será a cómo Su Majestad lo desee — su voz se quebró y las lágrimas se pusieron al borde de sus ojos pero no lloró — me disculpo nuevamente por mi atrevimiento.
Riana no esperó a que Charles bebiera el té que le había preparado, ella se marchó a su habitación en donde se miró la muñeca estaba muy inflamada.
— Reina Riana — Ariadna la miró con preocupación — ¿Desea que le traiga algo para su muñeca? Se mira muy inflamada.
— No te preocupes — ella sonrió con nostalgia — además esto me va a recordar no volver a tocar al Rey, tonta de mí.
— No sé porque dice que Su Majestad es bueno cuando es todo lo contrario, bien pudo casarse con alguien más ya que los pretendientes le sobraban, insistió en hacerlo con él, pero la comprendo, nadie más sabe lo que yo sé.
— Ten mucho cuidado con lo que dices Ariadna, recuerda que estás en el palacio. Aquí una sola palabra mal dicha te puede enviar a la tumba.
— Tiene razón Reina Riana, discúlpeme por decir eso de Su Majestad, no se volverá a repetir.
— Te tienes que cuidar de todos menos de mí. Yo te conozco desde que éramos niñas, incluso jugábamos juntas, lo recuerdas.
Ellas se pusieron a recordar momentos del pasado en el que fueron muy felices, cuando no tenían preocupaciones más que les dieran permiso de jugar.
— Gracias por darme todos esos momentos Ariadna. Mientras estés a mi lado te encontrarás a salvo, sin embargo el día que no pueda garantizar tu seguridad me veré obligada a liberarte y mandarte muy lejos.
— Ese día no llegará Reina Riana, estoy segura.
— Nadie sabe lo que depara el futuro Ariadna, sin embargo espero que tus palabras sean ciertas. Aunque si no lo son te voy a pedir que me prometas que buscaras un buen hombre que te merezca y serás feliz.
— Está bien, y si llego a tener una hija le pondré su nombre Reina Riana. Claro, si usted me lo permite.
Riana la miró entonces la abrazo. En ese momento pasaba Aurora con sus damas de compañía, al verlas sonrió con malicia y cruzó sus brazos.
— Pensé que eran dos damas de la corte abrazándose, pero ahora miro que son la Segunda Reina y su criada, pero que escena más conmovedora.
— Así que la Primera Reina mide el valor de las personas por la ropa que viste, usted realmente es igual de superficial como los demás
— ¿Cómo te atreves a hablarme así? — ella se puso roja de cólera — esto se lo haré saber a Su Majestad para que te castigue apropiadamente.
Aurora se dirigió hacia el trono en donde le informó a Charles lo que Riana le había dicho, él suspiró pesadamente y le pidió a los soldados que trajeran a su otra esposa. Riana acudió inmediatamente, al llegar al trono hizo una reverencia.
— ¿Es cierto que le dijiste a la primera Reina eso?
Riana repitió lo que le dijo a Aurora entonces lo miró con firmeza y serenidad al mismo tiempo, se sentía tranquila ya que era consciente que no había hecho algo malo.
— Esperando que la Reina Aurora dijera exactamente lo mismo, mantengo lo que dije.
Charles asintió y Aurora al ver que ella admitió todo se sintió feliz e incluso pidió autorización para decidir el castigo que la segunda reina merecía.
— No sé porque tengo que recibir un castigo solamente por decir la verdad, me sorprende que moleste al Rey con asuntos tan insignificantes como este.
— Deberías guardar esa altanería, recuerda que nuestras posiciones son muy distintas y lo sabes bien.