Juan regresa con el desayuno en las manos. Me observa.
–Estás hermosa –dice.
Llevo unas botas carmelitas a juego con un vestido violeta de tiras en la espalda y un corsé apretado que hacen lucir exuberantes mis pechos.
Le doy una mordida al pan y bebo un vaso de agua de una sentada.
–¿Por qué me duele tanto la cabeza? –pregunto.
–Anoche bebiste demasiado. Es normal que te sientas así ahora. Toma esto, te hará sentir mejor –pone azúcar en un vaso con agua y me lo hace beber.
–Salgamos a caminar –dice.
–Debo estudiar. No conozco muchos hechizos y siento que los voy a necesitar.
–Tienes razón. Entonces te ayudaré. Conozco el sitio perfecto para sentarnos a memorizar.
–De acuerdo –añado. Tomo el libro de hechizos y abandonamos la habitación.
–Las brujas pasan muchos años de su
