Llega la noche. De vuelta a la posada me doy un largo y reflexivo baño. –He fracasado en todos los intentos de hacer funcionar mis poderes, de no ser porque salve a Eidan, pensaría que no soy una bruja. –protesto en alta voz. Tocan a la puerta. Elena, traigo tu cena –irrumpe Juan en la habitación sin esperar a ser invitado. –¡Juan! –lo reprendo mientras me hundo hasta la cabeza en la tina. –Lo siento –se disculpa. Comienza a actuar con nerviosismo. –Dejaré esto por aquí y me marcharé hasta que hayas terminado –anuncia y coloca la bandeja sobre la cama. Se da la vuelta y cierra la puerta a su paso. Lanzo una risita nerviosa a sus espaldas. Salgo del agua y me visto. Abandono la habitación en busca de Juan ignorando que mi cena se podría enfriar. Camino sin la menor idea de a dó