Nos paramos junto al árbol que indica la salida al mundo exterior.
–Este refugio fue construido para que las brujas vivan en armonía sin preocuparse de que los humanos interfieran en sus vidas –me hace saber Antonio–. Nunca antes ha estado un humano de este lado –afirma.
Observo con interés a Antonio mientras habla. Juan a su vez no me quita la mirada de encima.
–Estás celoso –le susurra Madeleine–. Tranquilo nadie quiere arrebatarte a tu princesa. Además a Antonio le van más los de tu especie.
Juan la mira confuso.
–Los hombres –susurra ella y sonríe con la mano sobre su boca.
El niega con la cabeza, pero no puede evitar sonreír.
Madeleine da un paso adelante. Hace una maniobra con las manos y lanza el hechizo que nos coloca del otro lado.
–Eres una bruja de luz –comento fascina
