Hoy es el día más feliz de mi vida. O al menos así debería sentirlo. Estoy a punto de casarme con un hombre magnífico al que amo y me ama. Anturias finalmente tendrá un rey, así que ya no tendremos que preocuparnos porque el tío Andrés vuelva a asediarnos para entregar el trono. Entonces, ¿por qué me siento triste? Desde que Juan reapareció en mi vida no consigo arrancar de mi pecho esta aflicción constante. Mi recién descubierto don, sumado a la posibilidad de volver a ver a mi madre muerta, me descolocan. Debe ser ése el motivo por el que me siento así. Sé que pronto deberé marcharme, aun no he reunido el valor para contarle a Karlos sobre mi partida. ¿Qué excusa le daré? Si le hablo de brujas y reinos encantados creerá que estoy loca, pero si no le doy explicaciones, pensará que me he