Capítulo 7: Fuertes revelaciones

1585 Words
−Estoy muy feliz porque estés aquí –tomo su mano en un gesto cariñoso. −Yo también por verte. Has crecido mucho. Siempre fuiste hermosa, pero ahora superas cualquier pronóstico que pude haber hecho de niño. Las mejillas se me acaloran. Observo detrás de mí, donde Karlos permanecía inmóvil como un soldado resguardándome la espalda. Noto como le desagrada el comentario de mi amigo Juan. −Somos como hermanos –le digo antes de que los celos se apoderen de él. Asiente pero permanece mudo. −¿Cuál es el motivo real de tu visita? –pregunto para apurar la conversación y hacer que mi prometido se sienta a gusto. −Es un asunto delicado –asegura−. Preferiría discutirlo en privado, con el mayor respeto hacia el caballero –dice viendo a Karlos. Le pido al príncipe que abandone la habitación, muestra resistencia pero lo hace al final. −Ahora dime, ¿qué es eso tan importante que debo saber? −Es sobre su madre. −¿Mi madre? −Si, la reina, nuestra reina. −¿La nuestra? No entiendo. −La reina de las brujas. Río descontroladamente. −No puedo creer que insistas con ese tema. Las brujas no existen. −Entonces, ¿cómo explicas lo que te está pasando ultimamente, la visita de tu tía, los sueños con tu madre pidiéndote ayuda, que hayas incendiado tu habitación? −¿Cómo sabes todo eso…? −Son señales, nuestro aquelarre ha estado enviándotelas. Tenemos problemas y solo tú nos puedes salvar. −¿Yo? ¿Por qué? −Porque eres la próxima heredera al trono. La única que domina todos los elementos. −¿De qué estás hablando? −Cuando nace una bruja el universo le asigna un elemento de la naturaleza que será la fuente de sus poderes. Deben alimentarlos entrando en contacto con este. A lo largo de los años han nacido unas pocas que reunen todos los elementos en uno, el poder del corazón. Las brujas normales necesitan tener cerca a su elemento para que se activen los poderes, pero las brujas corazón, los llevan siempre consigo. −¿Y yo soy…? −Sí, una bruja de corazón. Como lo es tu madre también. De ella heredaste tus poderes. Me quedo en silencio. Esto es mucho para asimilar, ¿Qué las brujas existen y su historia rara de poderes y elementos? ¡Patrañas! Esta vez Juan se lució con la mentira. Pero, ¿si esto explica lo que me pasa? Han sido sucesos extraños. ¿Será, qué debo creerle? −Habías dicho que querías hablar sobre mi madre –insisto. −Si −afirma−. El poder de las brujas corazón depende de ese órgano vital. Si llegase a ser arrancado, la persona que lo posea recibirá todos los poderes en un hechizo de transición. −Pero mi madre está muerta. ¿Estás diciendo que podría pasarme a mí? –lo interrumpo. −Si, podría pasarte a ti, pero también a la reina Aythana. −¿A ella? ¿cómo? Dime…. –grito. −Si me dejaras –protesta. −Lo siento. −Tu madre está viva –añade sin vacilar−. Por ahora lo está, pero corre peligro. −¿Mi madre viva? –me quedo sin aliento. Media vida creyendo que era huérfana y resulta que no es así. Tantas noches de sufrimiento en vano−. Pero, ¿por qué fingir su muerte? −No lo hizo, el incendio fue real, pero no un accidente como todos creen. −¿Alguien los quería muertos? −anja –señala con la cabeza. −Y mi padre, ¿él también está vivo? Juan se queda en silencio. Lo miro a los ojos esperando la respuesta. Toma aire y niega con la cabeza. Comienzo a llorar como aquel día en que se incendió su habitación. Mi amigo se acerca y me abraza. −Lo siento por ser yo el portador de tantas noticias. −Quien mejor que tú –sonrio y me seco las lágrimas−. Entonces, ¿qué pasa con mi madre? −Ha sido secuestrada. Debemos rescatarla o morirá. La persona que quiere hacerse con sus poderes es el ser más despreciable sobre la tierra. Se ha pasado la vida casando brujas y quemándolas en la hoguera. Ahora quiere ser uno de nosotros. Y estoy seguro que no planea usar el corazón de la reina para nada bueno. −¿Cómo sabes que no lo ha hecho ya? –pregunto. −Para que el hechizo tenga efecto deberá hacerse durante la luna llena. −Eso será en una semana –advierto. −Justo ese tiempo tenemos para rescatar a la reina. Debes ayudarnos. −Pero, ¿yo por qué? −Porque eres la única que lleva los poderes consigo. Cada r**a de bruja tiene una debilidad. Él nos ha estudiado durante años conoce a la perfección nuestros puntos débiles, juega sucio. −¿Cuáles son? –pregunto. −Las brujas de luz solo pueden usar sus poderes durante el día y en presencia del sol. −¿O sea que en una habitación sin ventanas o en una cueva sus poderes no funcionan? −Exacto −añade−. De esa misma manera las de luna solo pueden usarlos en la noche. −¡Ahh! –digo fascinada. −Las de agua… −¿Hay más? –lo interrumpo. −Son cuatro grupos −contesta−. Las de agua… −Sacan sus poderes de allí –sonrio. −si –dice riendo−. Aprendes rápido. −¿Y el último grupo? −Las brujas natura. Ellas estudian las plantas y sus posibles poderes, sobre todo los curativos. Preparan brebajes en función de las necesidades de las demás brujas. −Entonces, si que habían brujas en Anturias. Juan asiente. −Y ahora te necesitan. Tu madre te necesita. ¿Podemos contar contigo? No estoy segura de que responder a eso. Anturias, mi pueblo también me necesita. Karlos, mi príncipe, el hombre al que amo, espera que nos casemos pronto. Y si, ¿la guerra nos azota en mi ausencia? No podría perdonarme nunca que personas inocentes mueran otra vez. Pero, mi madre, la que creía muerta, ella también me necesita. Al parecer soy la única opción que tiene; mientras que Anturias tiene a Alberto y con Karlos puedo casarme antes de partir. −¡Lo haré! Juan me abraza de felicidad. −Gracias princesa, su madre estará muy orgullosa. −Pero antes tengo algunos asuntos que resolver aquí. −Recuerde que no tenemos mucho tiempo –me dice. −Lo sé, prometo atar los cabos sueltos lo antes posible y en menos de tres días partiremos hacia donde deba ir. −De acuerdo –añade Juan. Abandono la habitación y en la salida me esperaba Karlos. −¿Has estado aquí todo este tiempo? –le pregunto. −Temía que te pasara algo. Sonrio. Su preocupación hacia mi es de las cosas más bonitas que he sentido en la vida. −Se cuidarme. Pero gracias por estar a mi lado. −Siempre lo haré –asegura y me pasa una mano por encima de mi hombro. Caminamos abrazados y pregunta−. ¿Por qué se han demorado tanto allí dentro? ¿De qué hablaban? −Es una larga historia. Prometo contarte todo lo que pueda en otro momento. −Como prefieras –dice y me besa en la mejilla. Llega la noche, la celebración que había ordenado tiene lugar. En mi mente no hay sitio para otro pensamiento más que el de mi madre cautiva. Bajo las escaleras que conducen al salón principal, llevo un vestido color plata, uno de los favoritos de mi madre. La siento más cerca que nunca. Al pie de la escalera se halla mi amigo Juan, hace una reverencia y me invita a bailar una pieza. Decido acompañarlo. Karlos nos observa desde un rincón, noto el peso de su mirada, a penas puedo bailar con soltura. Bebe de su copa sin apartar los ojos de mi. Se acaba la canción, le sonrio a Juan y camino en dirección al príncipe. −¿Te encuentras bien? –le pregunto. −¿Por qué no habría de estarlo? –contesta con otra pregunta. Le lanzo una sonrisa piadosa. −¿Son celos lo que percibo? −No me gusta este chico –afirma y bebe otro sorbo de su copa. −Pero si no lo conoces –reclamo. −Hay algo en él que no me permite confiar, siento que puede alejarte de mi. −Nadie tiene el poder para hacer eso –digo viéndolo a los ojos−. Estoy enamorada de ti. Te he elegido para que seas mi rey. Nos casaremos pronto. −Lo se, los nervios me hacen decir idioteces. Disculpa –asegura−. ¿Quieres bailar? −Por supuesto. Nos trasladamos al centro del salón mientras bailamos un vals. Apoyo mi cabeza sobre su hombro. Se siente muy cálido el roce de su cuerpo. Tenerlo tan cerca produce eso, que el calor emane de ambos. Es como si pudiera decirme ¨soy tu sitio seguro¨, sin prounciar una sola palabra. −Casémonos lo antes posible –le digo sin levantar la cabeza. −Por supuesto, a eso he venido. En unos días será la ceremonia. −No puedo esperar unos días. Casémonos mañana. −¿Mañana? –dice desconcertado. Yo asiento con la cabeza. Cruzo los dedos esperando un sí como respuesta. −¿Por qué la prisa? –pregunta. −¿Por qué no? −contesto−. ¿Acaso no estás ansioso por empezar nuestra vida juntos? Porque yo no quiero esperar más. A veces un poco de locura le hace bien al amor. −Tienes razón −dice−. Casémonos mañana mismo, sin importar los invitados, ni el banquete, ni siquiera nuestros trajes. Hagámoslo por amor. Yo lanzo una carcajada de felicidad y nos besamos sin importar quien esté viendo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD