PALERMO, ITALIA.
Ciao, Palermo.
Valery sujetó a su esposa del brazo y le advirtió como sería. Tomaría un helicóptero que los llevaría directo al aeropuerto y saldrían de la maldita Italia en ese preciso momento. Luego de que el vino se extendiera debajo de sus pies y la firma del documento que los acreditaba como esposos fuera firmado y constatado por el juez, el ruso tomó a su esposa de la mano y la arrastró por los pasillos.
Ni de mierda se quedaba en Italia una noche.
Los Salerno estaban irradiando fuego, porque su quería integrante había escogido el sacrificio por el bien común. Mikhail no tenía ni una duda que Leonard Salerno tenía agallas y se pudo haber dado una cruda matanza. Mientras Alessandra firmaba los papeles, las lanchas habían llegado y de inmediato fueron superados e
