En la mesa del comedor había una silla alta para bebés. En ella podíamos ver a una hermosa niña de aproximadamente un año comiendo fresas. Al parecer le encantan. En la encimera se encontraba una hermosa mujer con cabellos ahora oscuros cortando unas frutas para llevarle a ese hombre de gran musculatura que estaba sentado al lado de la niña intentando robarle algunas de las fresas que ella obviamente no pensaba compartir. -cielo, deberías dejar de molestarla. Vas a lograr que te tenga recelo y no sé qué vas a hacer cuando no quiera ir más a los brazos de su padre- le dijo la mujer con todo el amor que una madre puede expresar. -ella debería aprender a compartir; ¿no es cierto? - le respondió él sonriente con sus ojos verdes y su cabello castaño claro. - cuando el tío Alex venga con la
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