(punto de vista de Valentina)
La fiesta pareció durar una eternidad. Sonreí para las fotos, bailé una vez con Elías, su mano en mi cintura se sentía como una garra de acero, olía a tabaco y a whisky, la gente brindó por nosotros. Por la unión de dos familias, por el futuro.
Todo eso era toda una puta mentira.
De repente, una mujer rubia tambaleándose se abrió paso entre la multitud, y sin que nadie lo esperara, se aferró al brazo de Elías.
—¿Esto es una broma, Elías? —dijo, arrastrando las palabras, claramente estaba borracha.
Él se le quedó viendo con desprecio, y la apartó con rudeza.
—Vete a casa, Isabella —era lógico que un hombre como él tuviera amantes, o lo que fueran.
—¡Después de todo lo que tuvimos! ¿Ya olvidaste lo que hemos pasado juntos? —escupió, enseguida volteó hacia
