(punto de vista de Valentina) El coche de vuelta a la villa fue silencioso, Elías se había ido en el suyo, solo, yo viajé otra vez con Sylvia. Cuando llegamos, la villa parecía una fortaleza, los guardias doblaban su número, no tenía idea si era para protegerme, o para que no me escapara. Subí directamente a mi habitación, necesitaba respirar, alejarme por un momento de ellos. Pero no iba a tener tanta suerte. Elías me esperaba dentro de mi habitación, estaba parado junto a la ventana, con un vaso de whisky en la mano. —Sal de aquí —dije, sin rodeos. Él se giró hacia mí. —Esta es mi casa, entro donde me da la gana. —Pues a mi habitación, no. —Todo lo que hay en esta casa es mío —dijo, y su mirada me recorrió de arriba abajo, lentamente, como si yo fuera parte del inventario— i

