Capítulo 2

3121 Words
Narrador Omnisciente: Elegancia. Aquella celebración reunía a lo más alto de la sociedad. Desde importantes políticos, hasta artistas renombrados y personas multimillonarias que ostentaban allí toda su riqueza, pavoneándose con elegancia y sonriendo de manera hipócrita, queriendo alardear de todo lo que poseían. Los anfitriones de aquella reunión eran los tan conocidos Wright, una familia venida desde lo bajo, haciéndose un lugar afianzado en la cima. Para muchos eran nuevos ricos carentes de elegancia, pero para otros eran personajes con tanto dinero que podrían comprar toda la ciudad de Seattle y Portland juntas sin quedar en bancarrota. Era por ello aquella familia tenía tanta influencia a pesar de no tener la simpatía de algunos que nacieron comiendo en bandejas de oro y cubiertos de plata. En cierto momento una persona vestida elegantemente de traje, se acercó a lado de uno de los anfitriones; en este caso un hombre mayor con el cabello pintado en canas y su rostro con una dura expresión. Aquella persona que se acercó al hombre de semblante tosco le susurró algo al oído que hizo que el hombre endureciera todavía más sus facciones, aunque no se le notaba mucho ya que la máscara cubría la mitad de su rostro. —Elize…—llamó discretamente a su esposa que se encontraba a su lado recibiendo a los invitados— Me acaban de informar que los Phillips han llegado. La mujer de cabellos color castaño claro con tenues canas también frunció su rostro al oír ese desagradable apellido que le causaba gran malestar a su cuerpo. —Está bien, querido— enrolló su brazo del de su esposo— Debemos recibir a tan “distinguidos” invitados. La voz de aquella mujer estaba cargada de ira y es que era así, pues algo que era muy conocido de la alta sociedad era la notoria rivalidad entre los Wright y los Phillips. Aquellas dos personas eran Elize y Allan Wright, los dueños de la incalculable fortuna Wright y eran las personas que le habían propuesto un acuerdo a los Phillips con un propósito un poco más siniestro del que los Phillips pensaban. Elize Wright, una mujer de 48 años de baja estatura, piel olivácea y ojos color miel, labios delgados y nariz pequeña; ella era una dama muy perfeccionista criada a la antigua con ideas bastante conservadoras. Su cabello castaño estaba, en aquel momento, atado en un elegante recogido de medio lado y una máscara color turquesa con diseños en blanco que combinaba con su elegante y conservador vestido azul que caía con elegancia hacia el suelo. Al lado de aquella distinguida señora se encontraba Allan Wright, su esposo. Un hombre de 55 años con rasgos endurecidos debido a la edad y, normalmente, semblante serio, su cabello azabache se encontraba encanecido dándole un aire maduro a su figura y sus ojos azules imponían respeto a dónde quiera que miraban. Ellos, a diferencia de la mayoría de personas ahí, no habían nacido en cuna de oro, debido al esfuerzo de la familia completa y a una que otra “suerte” del destino, ellos pudieron salir adelante y posicionarse en lo alto de la sociedad. —Elize…—volvió a llamar el hombre mayor con disimulo— ¿Estás segura que es la mejor opción? Se refería al matrimonio. Era un secreto que pronto saldría a la luz. Los Wright habían comprado una novia para su hijo mayor y esa novia era nada más y nada menos que la hija menor de los Phillips, sus principales enemigos. La señora de mirada acaramelada contrajo su rostro. Era más que claro que nos les convencía mucho la idea, por casualidad se habían enterado de lo mal que les iba a los Phillips y, en cierta ocasión, a modo de broma, insinuaron en pagar una gran suma de dinero por una de sus hijas, pero grande fue su sorpresa al ver como ellos aceptaban sin chistar. “Engendros codiciosos” Pensó la señora con repulsión. —Tiene sus desventajas y fue inesperado…—empezó a hablar aquella distinguida dama— Pero también tiene sus beneficios— sonrió con malicia— No permitiré que esos malditos sigan pisoteando nuestro apellido a su antojo. Cada vez que voy a una reunión social la ridícula de Julia comenta barbaridades e idioteces, no la soporto— gruñó la mujer tratando de disimular su enojo— ¿Qué mejor venganza habrá que hacer que una de sus hijas se una a una familia que ellos consideran inferior? Serán familia de las personas de las que tanto se han burlado y despreciado. El señor Wright sentía el mismo resentimiento que su esposa hacia los Phillips. Sabía que sería una buena venganza, pues, debido a la codicia que embargaba a los desesperados Phillips, les fue fácil comprar una novia para su hijo y esa novia les serviría a ellos para demostrarle al mundo lo poderosos que eran los Wright. —No te preocupes, querido…— habló más tranquila la señora— Ellos aprenderán que con los Wright no pueden meterse sin salir ilesos y, su preciosa hijita, pagará los platos rotos de sus padres— Elize no sabía como era la novia que habían comprado, pero eso era lo menos importante— Piensa que le compramos a nuestro hijo un nuevo juguete y ya… —¿Y si a Aston no le gusta?— cuestionó el hombre, pues para él sus hijos eran más importantes que su venganza— ¿Planeas que nuestro hijo se case con una mujer que lo hará infeliz? —Aston puede hacer su voluntad sobre ella, la hemos comprado para él así que le pertenece y sobre si le gusta o no…—de pronto la mirada de la señora cayó en los recientes invitados que iban entrando a la fiesta— Él nos lo dirá luego. Vamos…Ya han entrado. Desbordando elegancia y llamando la atención entraban la tan conocida familia Phillips, con Julia Phillips agarrada firmemente del brazo de su marido y sonriéndole a sus conocidos con esa sonrisa con la cual ella tanto había ensayado; Kenneth Phillips, su esposo, se encontraba analizando rápidamente el ambiente buscando a alguno de sus socios con los cuales hablar de negocios cuando las salutaciones terminaran y, detrás de ellos, venían dos señoritas que desbordaban elegancia y belleza. Las preciosas hijas de los Phillips. La mayor, Kenia Phillips, desbordaba un encanto cegador que ya tenía a varios hombres conteniendo la respiración por ella. Una completa belleza de largo y brillante cabello azabache ondulado y ojos tan verdes como una pradera en primavera, sus facciones delicadas y femeninas como las de una muñeca de porcelana y esos jugosos labios que despertaban la pasión de más de un caballero. Era muy conocido en el mundo social, ya que, junto a su madre, asistían a muchos eventos y fiestas de la alta sociedad. Julia no se cansaba de presumir a su bella hija y ella estaba orgullosa de ser la flor más hermosa de la alta sociedad. Aunque había otra que estaba llamando la atención. Justo detrás de todos, estaba la hija menor de los Phillips, la tímida y antisocial Kenna Phillips. Su cabello rizado estaba atacado en un elegante recogido dejando algunos rizos sueltos para darle una apariencia menos laboriosa, enfundada en aquel llamativo vestido dorado era imposible que no llamase la atención. Ella evitaba mirar a su alrededor, pues no le gustaba sentir las miradas de las personas sobre ella, así que se mantuvo erguida, pero con la mirada gacha, evitando mirar a las personas que la rodeaban. Ella deseaba encorvarse y volverse diminuta, pero sabía que se ganaría un gran regaño de sus padres si ella mostraba una actitud “indigna” La piel pálida de la joven mujer resaltaba aún más debido al brillante vestido, su rostro, aunque deformado en una mueca triste, se veía delicado, como si un artesano de renombre se hubiese tardado toda una vida dándole forma a ese rostro tan bonito oculto bajo ese antifaz dorado. Sus ojos tan negros como la noche estaban opacos, pero, aún así, eran lo suficientemente llamativos. Sus pequeños, pero carnosos labios parecían dar equilibrio a todo su rostro. Contrario a lo que ella pensaba de sí misma, todos los presentes se preguntaban: “¿Era la hija menor de los Phillips tan hermosa?” Kenna no sabía que se estaba ganando las miradas de la población masculina de la fiesta, aunque eso era lo que menos le importaba. Ciertos ojos la miraban desde la distancia como si estuviesen estudiándola con detenimiento, aunque eso era algo que ella no sabía. Los señores Wright no apartaban la mirada de ella, pues la estaban evaluando, hasta su forma de caminar, hasta que los Phillips llegaron a ellos y tuvieron que apartar su mirada de Kenna. —Es un placer verlos aquí esta noche— el primero en hablar fue Allan en un frío tono cortés, mirando seriamente a Kenneth quien era su más grande rival. El ambiente se había vuelto un poco tenso y todas las miradas estaban en la interacción entre ambas familias. Todos sabían muy bien lo mal que se llevaban y es por ello que se encontraban expectantes, esperando cualquier espectáculo. Kenneth, como un buen hombre de negocios, escondió su desprecio detrás de una sonrisa. —Mi familia y yo agradecemos la invitación— habló en tono amable el hombre fingiendo cortesía— Permítame presentarles a mis hijas— ofreció sintiéndose orgulloso— Ella es mi adorada hija mayor, Kenia Phillips. Señalo a la de ondulado pelo azabache con orgullo quien sonrió debido a la presentación de su padre. La mirada de los Wright cayó sobre ella quien se mostraba tan orgullosa hasta el punto de lucir arrogante y falsa. Elize observó con detenimiento y crítica a la hermosa mujer de ojos verdes, pero, aunque era muy bella, no le impresionó mucho, pues lucía ordinaria y corriente a su parecer. —Es un gusto conocerlos— habló de manera elegante la mayor Phillips, desbordando en elegancia. —El gusto es nuestro— fue lo único que respondió por cortesía la señora Wright, clavando de nuevo su mirada en Kenna. La novia que habían comprado. Elize y Allan no podían apartar su mirada de ella, contrario a lo que pensaban, lucía más sencilla de carácter a pesar de estar envuelta en un vestido tan llamativo. —¿Ella es…?— tuvo que hablar Elize ya que parecía que no tenían intensión de presentarla. Sabía de quién se trataba, pues había visto unas fotos antes de cerrar el negocio, pero no quería hacer algo llamativo frente a las demás personas. Sabía que no era conveniente. —Oh, ella es mi hija menor, Kenna Phillips— habló el señor Phillips sonando menos animado y orgulloso con la presentación de su hija menor. Kenna apretó los labios y agradeció de todo corazón estar llevando máscara, pues así podría ocultar todas las expresiones que estaba haciendo. “Estas personas…Fueron quienes me compraron” Ella dirigió una furtiva mirada a través de sus pestañas para ver a las personas que se encontraban delante de ella y la miraban detenidamente de arriba abajo haciéndola sentir diminuta ante esas miradas tan detallistas que parecían querer sacarle hasta el último de sus secretos. Con sus manos temblando y sintiendo una extrema presión sobre ella debido a sus padres que la fulminaban con la mirada. Kenna se sentía sofocada debido a todo lo que estaba pasando y toda la atención que estaba recibiendo. —Es un gusto conocerlos— logró decir sin titubear agachando la cabeza para no sentirse tan nerviosa y disimuló lo mejor posible el temblor de su cuerpo. Elize analizaba con su mirada caramelo a la mujer de cabellos azabaches que se encontraba cabizbaja ante ella. Ya ella sabía como era, físicamente le parecía aceptable, muy hermosa y delicada, no parecía una mujerzuela seductora y mucho menos parecía una persona arrogante, cosa que le sorprendió mucho al saber de que familia provenía aquella chiquilla temblorosa. “Parece ser sumisa” Pensó la señora luego de su rigurosa evaluación y eso la complació un poco al saber que sería fácil de manipular. Ella quería que Kenna fuese la esposa perfecta para su hijo Aston y era por ello que debía educarla y adaptarla a las “buenas costumbres” de su familia por eso quería que Kenna viviese con ellos para enseñarle a ser una buena esposa antes de la boda. —Veo que sus hijas son unas señoritas virtuosas en toda la palabra— habló la señora Wright con una sonrisa falsa sin apartar la mirada de Kenna— Eso me complace en varias maneras ¿Saben a lo que me refiero? Los Phillips se tensaron al oír lo que decía Elize en tono severo y sabían muy bien que se estaba refiriendo a Kenna, pues era la “mercancía” que ellos estaban comprando. —Por supuesto— intervino Julia aferrándose al brazo de su marido— Nuestras hijas son en extremo virtuosas y nos complacen sus comentarios— Para los Phillips era necesario que los Wright viesen con agrado a Kenna para que quisiesen comprarla y no hubiese algún contratiempo— Kenia y Kenna son nuestra más grande adoración y nos esforzamos mucho en darles la mejor educación… “Es una farsa” Pensó Kenna apretando sus labios escuchando impotente todo lo que decían. Ella no sabía muy bien a qué se refería la señora Wright, sólo sabía que detrás de esas palabras se ocultaba algo que erizaba todos los bellos de su cuerpo. Los Wright apartaron su mirada de la mujer de rizados cabellos haciendo que sintiese un peso menos sobre sí y tuvo que contenerse para no suspirar de alivio. —Tengo buen ojo y espero no equivocarme— expresó Elize mirando fijamente a los padres de Kenna— Nuestras relaciones y acuerdos dependen mucho de lo bueno que sea el producto que vamos a comprar ¿No es así? Julia y Kenneth se miraron entre sí entendiendo a la perfección de lo que hablaba Elize en tono brusco. A ellos no les interesaba mucho la felicidad de Kenna, lo único que les importaba era que los Wright estuviesen satisfechos para que pagasen el precio acordado por la novia que habían comprado para que pudiesen salir de la futura ruina que los esperaba sino cerraban aquel negocio. —Es un producto de primera, no habría dinero en el mundo que pudiese comprar un producto tan perfecto como el que ofrecemos— expresó en tono de negociante el señor Phillips haciendo que su hija Kenna se tensase en sobremanera. “¿Producto?” Kenna tembló de la ira, indignación y tristeza que sentía al oír como sus padres la estaban ofreciendo a ella como si fuese una mercancía de primera. Ella se sentía como un trozo de carne que estaban ofreciendo descaradamente sin consideración alguna. Ella se sentía indignada de que su propio padre la estuviese vendiendo de esa manera. Era lo más humillante que pudiese existir. Elize alzó una de sus cejas ante las palabras de Kenneth y clavó de nuevo su mirada en Kenna de nuevo. Para Elize era primordial ver las cualidades de la futura esposa que había comprado para su hijo, ella quería que fuese perfecta para merecer el apellido que su hijo le daría al casarse. Para la mujer de ojos color miel sólo había una preocupación que recorría sin cesar su mente y esa noche la aclararía por completo. —La virtud y la pureza de la novia para nosotros es primordial— dijo de pronto Elize mirando fijamente a Kenna como si estuviese buscando alguna mancha desagradable— No queremos sorpresas desagradables en un futuro. Esas palabras significaban sólo una cosa: La novia que ellos compraban debía ser completamente…Virgen. Todos entendieron a la perfección lo que quiso decir la señora Wright, pero a la que se le heló la sangre fue a Kenna, quien sintió náuseas y repulsión ante ello. Sabía que la señora Wright estaba insinuando que quería comprarla, pero también quería asegurarse que ella fuese virgen y pura. En ese momento la joven mujer de cabellos rizados quiso llorar. —Opinamos lo mismo— intervino Julia con una hipócrita sonrisa— Una novia que porte orgullosa un vestido de blanco puro que sea reflejo de su inocencia es indispensable— Julia dirigió una mirada hacia su hija Kenna y sonrió segura de lo que decía— Por eso hemos educado a nuestras hijas que es importante esperar hasta el matrimonio para su honra y dignidad no se vea manchada ¿Verdad, queridas? Kenia sonrió en dirección a su madre y asintió de acuerdo con sus palabras, pero Kenna estaba hecha una verdadera roca de lo pálida que estaba diciendo. Ella se sentía sofocada, sentía que no podía respirar y se desmayaría en cualquier momento debido a la presión que estaba sintiendo, mientras se negaba a aceptar todo lo que estaba pasando con su vida. —¿Verdad…Kenna?— volvió a preguntar Julia esta vez refiriéndose directamente a su hija menor en tono de advertencia. La mujer de rizados cabellos tragó grueso, mientras todo su cuerpo temblaba con fuerza, pero trataba de disimilarlo y trataba de respirar correctamente. —A-Así es, madre…— dijo a duras penas temblando como si fuese una gelatina. Los Wright se miraron entre sí como si se estuviesen transmitiendo una información con la mirada. Ellos querían que la futura esposa de su hijo fuese virgen para evitar malos entendidos o que la novia estuviese embarazada antes de la boda. Ellos, en especial Elize, era una familia conservadora y basaban sus costumbres a la antigua por eso deseaban que la futura esposa de su hijo fuese pura e inocente. —Pues bien, disfruten de la ceremonia— habló la voz ronca de Allan, mirando con seguridad a las personas delante de él— Después nos reuniremos para sellar nuestro negocio. Esperamos que pasen una velada excelente. Los Phillips complacidos se despidieron de ellos y se adentraron entre los invitados para saludar a sus conocidos e integrarse mejor en la fiesta, aunque la menor de ellos estaban perdida en su mundo, mientras arrastraba sus pies sólo persiguiendo a sus padres como un cuerpo sin alma. La pobre Kenna no podía creer todo lo que estaba pasando en su vida, no quería creer que sus padres la habían vendido, no quería creer…Que se casaría con un completo desconocido. Ella apretó sus labios con fuerza tratando de sobrellevar aquella situación terrible y se dedicó sólo a fingir sonrisas y saludos forzosos en toda la velada, ignorando por completo cierta mirada que permanecía sobre ella a lo lejos. ¿De quién se trataba...?
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