El corazón de Dalia se oprimió, un pequeño dolor se instaló en su pecho, era soportable, pero molesto, como quien tiene una espina en la mano y esta pincha con cada movimiento, Dalia sentía que tenía una espina en medio de su corazón y con cada palabra de Lizbeth, esa se enterraba aún más. — Fue algo mágico, en verdad. — aseguraba la rubia, mientras sus ojos brillaban. — Luego de ayudar a Renzo a organizar sus cosas, fui a dar un paseo, estaba… molesta por ser una cobarde. — reconoció a la vez que su sonrisa se borraba. — No queria dejarte sola luego del secuestro, pero no podía verte a los ojos, sé que te falle, sé que todo lo que pasaste fue por mi culpa y… — Eso ya no importa Liz. — murmuro sacando fuerzas de donde no las tenía. — Solo dime… ¿Cómo fue? — no conocía a Shen más que lo q

