Manuel Vi a María entrar desde la ventana de mi habitación, me levanté sin perder un segundo y salí en dirección a la cocina, por donde solían entrar desde ese lado. Apenas la vi cruzar la puerta, me precipité a ella abrazándola. Al principio parecía no entender lo que pasaba, ni siquiera parecía haberme reconocido, pero no tardó en devolverme el abrazo. Me separé de ella notando la palidez de su cara y las ojeras debajo de sus ojos hinchados, no hizo más que mostrarme una sonrisita pronunciando un "gracias" débil. La acompañé hasta la habitación que compartía con las demás novicias y Hermanas, llevando su mochila en completo silencio. Ella no se veía con muchas ganas de hablar después del fin de semana que pasó y yo no sería quien la obligara a hacerlo ahora. Me agradeció la ayuda agarra

