Capítulo 1

1565 Words
Cuando Stuart se rindió y se fue de la propiedad de los O'Donnel, Scarlett volvió a su habitación, un elegante espacio decorado por alfombras, muebles y otros artículos decorativos blancos y ligeramente rosados. Se sentó sobre la orilla de su cama a reflexionar lo que Stuart le había dicho. Sentía su rostro como rígido por el dolor, y su boca verdaderamente dolorida al tener que forzar sonrisas para evitar que el tonto de Stuart descubriera su secreto. Estaba abrumada, se notaba en su postura, era evidente que sentía tristeza, como si le hubiesen arrancado algo del pecho. Había inconformidad en su expresión, el enojo de una niña mimada que siempre había tenido todo cuanto quería y que ahora, por primera vez, algo o quizás alguien se le había escapado de las manos. ¡Casarse Brandon con Melanie! ¡No podía ser verdad! ¡Stuart estaba equivocado! ¡Le había gastado una de sus bromas! Brandon no podía estar enamorado de ella, nadie podía estarlo de una persona tan misera como Melanie. Scarlett recordó con disgusto el rostro de su amiga, la cara seria en forma de corazón e inexpresiva que solía tener en público. ¿Cómo era posible que Brandon que llevaba varios meses sin verla le propusiera matrimonio? Él no había estado en Ennis más de tres veces desde navidad. Era imposible porque estaba enamorado de ella, era a Scarlett, a quien él amaba y ella lo amaba también. Scarlett corrigió su postura cuando escucho pasos aproximandose a su habitación, era imposible no saber a quién le pertenecía ese sonido, eran los pasos de su nana que hacían temblar el piso del pasillo a su paso. Procuró limpiar su rostro y fingir una expresión más apacible y natural. No quería que nadie sospechara que algo no marchaba bien. Su nana, quien prácticamente la había criado poseía la habilidad de conocer en cuerpo y alma a las mujeres O'Donnel, por lo que sus secretos eran los suyos y el menor asomo de confidencia y misterio bastaba para que ella descubriera el secreto, era igual a un sabueso. Su nana era una mujer enorme, de facciones toscas, una mujer morena reluciente, devota a los O'Donnel hasta dar por ellos la última gota de su sangre. La mano derecha de la señora O'Donnel y nana de las tres señoritas O'Donnel —¿Se ha marchado aquel joven? ¿Por qué no lo invito a cenar señorita Scarlett? ¿Dónde están sus modales? —¡Oh, nanita! Estoy cansada de él, la verdad no hubiera podido soportar escucharlo de nuevo una cena entera —Ay niña, esta usted tan mimada que ni los chicos nuevos logran entretenerla por mucho tiempo ¿Verdad? —Es que son tan tontos, nanita. Hablan de cosas que no me interesan. —Me parece, por la voz, que usted esta molesta —dijo la nana, recelosa. —¿Por qué estaría molesta? —replicó Scarlett tratando de mantenerse serena. —Eso quisiera yo saber. Scarlett suspiró pensando que las indagatorias de su nana no tendrían un final, pero eso no era lo peor, sentía que no podría aguantar la charla sobre un asunto tan trivial como ese cuando su corazón suplicaba piedad. Mientras permanecía sentada pensando dónde podría esconderse hasta que el dolor de su pecho se hubiera calmado algo se le ocurrió, una idea que fue como un rayo de esperanza. Su padre había ido aquella tarde a Doce Acres, el rancho de la familia Wilson, para proponerle la compra de un par de tierras del otro lado del estado para establecer una fábrica de textiles. "Papá se enterará si es cierta esa horrible historia y aunque nadie le diga absolutamente nada, tal vez note algo, tal vez perciba alguna agitación en la familia Wilson. Si yo pudiera verle a solas antes de cenar, quizá conseguiría averiguar la verdad" pensó Scarlett —¿Y bien?—pregunto su nanita como solía decirle. —Solo estoy cansada nanita, me gusta estar aquí, pero sabes que las chicas de esta región me odian. —Pequeña Scarlett ya te he dicho que hagas caso omiso de lo que dicen esas niñas sin educación, simplemente te tienen envidia, por ser tan bella y educada. —Tal vez—admitió Scarlett. Tenía catorce años la primera vez que su padre la llevo a ese sitio buscando una residencia de verano, en un lugar pacífico donde su familia pudiera estar más unida, pero por ser hija de un empresario, tener una enorme residencia, con los mejores lujos que su padre podría pagar, eso le valió cierta reputación entre las chicas de la región, nadie la quería por ser bonita, suntuosa y un poco presumida, pero hubo alguien que la acepto ignorando la fortuna de su familia. Melanie, quien a lo largo de esos años se había vuelto su confidente y su única amiga, al menos ahí, en Ennis. Scarlett se tiró sobre su cama y miro por la ventana hacia el atardecer, justo en la dirección donde vivía Brandon. "¿Por qué Brandon?", pensaba mientras su corazón latía aceleradamente. Con nanita ahí, la sensación que la aquejaba había comenzado a desvanecerse, pero seguía preguntándose el actuar de Brandon. Era extraño que, tan solo un año después de aquel beso apasionado entre los dos, de las promesas que se habían hecho el uno al otro y mientras se hacía mujer, a Brandon no le importaran sus sentimientos. Hacía un año atrás, justo en esa época donde ella solía visitar su residencia de verano, Brandon recién llegado a su casa después de su primer año de servicio en Iraq, había ido a visitarla, y desde aquel día, sucedieron varias acontecimientos importantes que la obligaron a cerrar cu corazón para solo guardarlo para Brandon. Ella estaba disfrutando de una siesta en el jardín debajo del arbol de duraznos, había otros cuantos por ahí, pero ninguno como ese en donde incluso se podía escalar. Él había llegado vestido con su uniforme formal, con una corbata ancha que resaltaba a la perfección sobre la blancura de su camisa. Aún ahora, Scarlett podía recordar cada detalle de aquel uniforme, lo relucientes que estaban sus zapatos, el escudo que portaba con orgullo sobre el sombrero, el mismo que se quitó rápidamente al verla para después contemplarla. Sus soñolientos ojos grises sonreían y el sol brillaba de tal modo sobre su rubio cabello que parecía un radiante amanecer. —De modo que ya estás hecha una mujer, Scarlett—le dijo sentándose a su lado sobre una manta blanca y como si se tratara de un caballero antiguo, le beso la mano dejándola sin habla. Nunca iba a poder olvidar el salto que dio su corazón cuando su voz acaricio la piel de sus oídos como si fuese por primera vez, lenta, sonora, musical. Desde aquel mismo instante, él le había sido encantador, atento, todo un caballero como los cuentos con los que habían crecido gracias a su nana. Durante ese verano, Brandon la había acompañado a todos lados, a cafeterías, al parque, pícnic's e incluso a la iglesia, nunca con tanta frecuencia como otros chicos, nunca tan pesado, pero jamás pasaba más de tres días sin que Brandon fuera de visita Pero a pesar de sus atenciones, Brandon no era como los demás, él nunca se le había insinuado como los demás chicos y mucho menos había visto en sus claros ojos el fulgor del deseo que tan bien conocía Scarlett y aun así ella sabía que él la amaba. No podía equivocarse en eso, su instinto se lo decía. En más de una ocasión lo había sorprendido contemplándola con un anhelo y una tristeza que la desconcertaban. Ella sabía que la amaba, pero ¿Por qué no se lo había dicho? No lo entendía, no obstante, había en él tantas cosas que ella no comprendía... Él era siempre cortés, pero lejano, distante. Nadie hubiera podido decir nunca en qué estaba pensando y Scarlett menos que nadie, para ella era exasperante lo reservado que era Brandon. Scarlett se preguntaba con mucha frecuencia por qué era tan atractivo, tan cortés, pero al mismo tiempo distraído, tan enloquecedoramente aburrido con su charla sobre estrategias militares, política y libros aburridos con temas que a ella no le interesaba, pero aun así, lo deseaba noche tras noche, cuando Scarlett se iba a acostar después de haber estado con él durante todo el día. Permanecía sin dormirse durante horas enteras y solo la consolaba la idea de que era tímido, después de todo era seis años mayor que ella, sus padres, claro que permitían su amistad, ya que sus familias solían frecuentarse, pero permitir un noviazgo cuando ella era menor de edad, era un tema serio, así que Scarlett supuso que eso era lo que lo detenía de poder declararse sin meterse en problemas. Pero pasaron los días y la declaración nunca llego, lo amaba, pero no le comprendía. Ella era tan natural y sencilla, directa y sin falsedad, al menos con él sentía que debia ser así, pero fue el último día del verano cuando Brandon se despidió porque debia volver al trabajo, ese día él le regalo aquel hermoso collar de mariposa, al mismo tiempo que le prometía que no la olvidaría y que su imagen siempre estaría con él en sus pensamientos y en su corazón, despidiéndose con un beso en los labios, pero nada más.
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