Club Ferrer: Capítulo 3

1390 Words
Narra Maximiliano Joder, ¿qué estoy haciendo? Metí mi pene cubierto de semen en mi pantalón, subí la cremallera y agarré mi corbata que colgaba junto a la cama. Belén ya se había puesto la ropa, y aunque no era propio de mí dejar a una mujer sin cuidarla adecuadamente. Necesitaba respirar por un maldito segundo. Belén era la hija de mi socio comercial, y era virgen antes de que me acostara con ella. –Quédate ahí—le dije otra vez para que no se fuera. Después de escabullirme por la puerta, me dirigí directamente a mi oficina. No debería haberlo permitido. Pero me encantaba poner a las chicas en su lugar, y, Dios mío, a Belén le encantaba ser una niña. Siempre había...Había estado cerca de sus padres, y cada maldita vez... tenía que contenerme para no doblarla sobre mi rodilla y darle nalgadas directamente frente a su padre. Mi pene se puso rígido nuevamente dentro de mí pantalón mientras pensaba en lo mucho que le encantaría eso. Si él descubriera que me la he acostado, todo por lo que tanto había trabajado se acabaría. Me detuve un momento y miré por encima de la barandilla hacia la zona del bar, donde la gente bailaba, bebía y veía a otros miembros follar en la sala de al lado. Mientras caminaba por el pasillo, negué con la cabeza y continué hacia las oficinas. Michelle, mi hermana adoptiva, caminaba por el pasillo, hacia mí, con zapatos negros de suela roja resonando contra el suelo. Solté otro suspiro audible porque sabía que me detendrían otra vez. A Michelle le encantaba hablarle a nuestro hermano Steven sin parar. Y cuando él no estaba, me molestaba. —¿Quién es la chica?– tarareó Michelle. —¿Qué chica? —¿La chica que acaba de escaparse de tu habitación? —Por el amor de Dios— dije.murmuró, alejándome furioso de Michelle y volviendo a la habitación. Belén se había ido. Un gruñido bajo escapó de mi garganta y me dirigí hacia la barra. Si se iba después de que le dijera explícitamente que no lo hiciera... si se le escapaba y le decía a su padre que había venido esta noche a ver a alguien, él me preguntaría. Y tendría que mentirle. Después de todos los malditos años que habíamos trabajado juntos. —¡Belén! —grité por encima de la música, escudriñando a la multitud en busca de alguna señal de ella. Busqué entre la multitud. Una vez. Dos veces. Luego una tercera vez. Nada. Tras arrasar con la multitud por cuarta vez, agarré mi abrigo del guardarropa y me lo puse sobre los hombros. Apreté los dientes y salí furioso al frío. Cuando encontrara a esa mocosa, la castigaría por ello. *** Narra Belén –¡Daniela!— grité, abriendo de golpe la puerta y corriendo hacia el dpartamento. No podía creer lo que acababa de pasar y necesitaba contárselo a alguien. A cualquiera. Daniela y Aitana eran mis dos amigas más cercanas, pero Aitana no vivía con nosotras. Probablemente estaba...con Charlie para la noche de película otra vez. —¿Qué pasa?—dijo Aitana desde el sofá. —¿Qué haces aquí? —pregunté— ¿Dónde está Sierra? Ella rio y se puso de pie. —Vaya, ¿qué grosera? —Sabes que no lo hice… —Lo sé—dijo con una sonrisa—. Puede que haya entrado justo antes de que Daniela se fuera a ver a un tipo. Ah, cierto. Daniela había ido al uno de los clubes Ferrer esta noche para encontrarse con un chico con el que llevaba un tiempo hablando. Igual que yo... solo que era su profesor y ya había perdido la virginidad con él hacía un par de semanas. El club se caracterizaba por ofrecer clases de sexo, con maestros profesionales en el tema. Después de dejar mis pertenencias en el mostrador, me ordené.mi ropa. –Bueno... Aitana agarró su botella de agua del mostrador y me miró de arriba abajo. —Parece que estás radiante. –Perdí mi virginidad– solté. –¿Qué?–preguntó. –Perdí mi virginidad–dije, con el corazón acelerado dentro de mi pecho. –¿¡Con quién?!–se me escapó una risita–¿Acaso con... un hombre mayor? ¿Como alguien que tiene ochenta años? —¡No! —exclamé—¿Quién te crees que soy? Ella rio disimuladamente. Como alguien que me dobla la edad, no ochenta. Es el mejor amigo de mi padre. Con la boca abierta, me miró con los ojos como platos. —¿Qué? —Rayos, Aitana ¿necesitas un audífono con toda esa música que pones a todo volumen durante tus entrenamientos? —Puse los ojos en blanco juguetonamente, y mis mejillas se pusieron más calientes por la música.El segundo, porque me parecía un pecado repetirlo en voz alta: —Es el mejor amigo de mi padre. Dios, no podía quitarme de la cabeza cómo sus manos me recorrían el cuerpo. Era como si su tacto se me hubiera grabado a fuego, su boca en mi cuello, su pene hundido en lo más profundo de mí. Quería que volviera a ocurrir. Una y otra vez. –Oh, Dios mío–ella se puso la mano en el pecho—.Necesito todos los detalles mañana. —¿Mañana? —repetí—¿Adónde vas? —Es noche de película con Charlie. Claro, ¡pero no podía dejarme ahora! Necesitaba a alguien con quien contarle todo esto, y además... si Maximiliano era el tipo de dominante que había retratado en todos esos mensajes en línea, entonces probablemente venía a castigarme. Y él no haría nada con Aitana aquí, ¿verdad? Además, definitivamente no me había ido para enojar a Maximiliano Quería que me quedara en un club b**m al que solo iba para perder la virginidad, y no me gustaba que me dijeran qué hacer. Lo odiaba. Sobre todo porque mamá y papá intentaban controlar mi vida lo suficiente. Cada vez que me portaba mal frente a mis padres, él me miraba como si...Quería ponerme en mi lugar. Ahora sí podía. Y yo me había ido del club, como quería que lo hiciera. —¿Otra vez noche de cine?— tarareé. Ella sonrió suavemente. —Sí. —¿Cuándo vas a admitir finalmente que lo amas? Ella puso los ojos en blanco. —No lo amo. Solo somos amigos. —¿Amigos que follan? De repente, sus ojos se abrieron aún más. —No lo hacemos. Me reí. —Pero tú quieres. Después de despedirme con un gesto de la mano, se dirigió a la puerta. —Nos vemos luego. Antes de que pudiera salir por la puerta, corrí hacia ella y la agarré de la muñeca. —Por favor. Si no se quedaba, Maximiliano llegaría pronto. Castigándome. Y, demonios, no sabía si estaría lista para lo que me tenía preparado. Era pura palabrería. Cero juego hasta esta noche en ese club de sexo suyo, acostado en esa cama… —Tengo que irme —dijo—. Charlie me espera. Después de sacudirme, me dedicó una sonrisa de apoyo y salió del departamento. Suspiré y cerré la puerta tras ella, volviendo al sofá enfurruñado. Me desplomé en él, sola con mis pensamientos y su semen enterrado profundamente en mi coño. Luz de luna y el leve zumbido de los autos en la Quinta Avenida inundaba el departamento. Miré a través de los grandes ventanales y negué con la cabeza, sin poder creer lo que había sucedido esa noche. Perdí mi virginidad esta noche. Mi jodida virginidad. Para el mejor amigo de mi padre. Desde el último año de secundaria, había estado locamente enamorada de ese hombre, aunque nunca pensé...que realmente tendría una oportunidad con él. Y, sin embargo, el mundo parecía haberme dejado caer esto en las manos. Unos momentos después, alguien llamó a la puerta. Salté del sofá y caminé hacia la puerta, buscando las llaves de Aitana en la cocina, porque si había vuelto tan pronto, significaba que las había olvidado por completo. —No me digas que olvidaste tus llaves esta noche.tiempo. Siempre lo haces... En lugar de Aitana, Maximiliano estaba en mi puerta con el ceño fruncido en una mirada enojada y una cuerda en sus manos.
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