28. DE AMISTADES Y AMORES I

1932 Words
Aleksei (16 años) Estuve un poco desanimado por la lejanía de Vicky sin razón alguna, creí que ahora que ya habíamos tenido intimidad, estaríamos más cerca aun cuando todavía no éramos novios, algo que comenzaba a dudar porque no quería que ella pensara mal de mí o tergiversara la situación solo por unos cuantos encuentros de cama. Ante esto, y por las hirientes palabras que me había dicho Yuliya esta semana en las veces que nos encontramos, Nika me invitó a pasar una noche juntos en una discoteca usando identificaciones falsas. No era el ambiente que quería, las discotecas no son mis lugares predilectos, pero su insistencia y ánimo me hicieron aceptar la propuesta, pues ella y Lily sabían cómo animarme con su alegría. Así, nos dispusimos a beber la botella que pedimos y compartimos varias piezas que ella me enseñó a bailar, pero más que eso, me dejé llevar por sus palabras. —¡Juro que te castigaré en un entrenamiento si no dejas de pensar en tonterías, Alek! —riñó entusiasta, pues no quería darme una mala noche. —¡Sabes que no soy bueno para bailar y creo que ya hice el ridículo varias horas! —me excusé entre risas que ella copiaba. Nika me llevó a la mesa donde refrescamos la garganta con unos shots y pasantes, pero en un afán de ella por ir al baño, la acompañé para evitar que alguien la molestara, según ella. A veces creo que le gusta demasiado tenerme a su lado porque se siente más segura y aunque no hago nada que genere un malentendido, me hacía feliz cuando me usaba como su protector… Lastimosamente nada me preparó para lo que nos encontraríamos cuando llegamos a los baños. Como dejé pasar a varios hombres para entrar a la par con ella, Nika me bromeó un poco en la puerta y la abrió divertida, quedando tan fría como yo cuando vimos a Vicky con otro hombre, pero eso no era lo peor, sino que el infeliz la tenía contra la pared, su pantalón estaba a medio bajar y ella gemía gustosa mientras uno de sus senos rebotaba por fuera de la blusa. —Alek… —mi susurrante nombre en los labios de Nika me hizo saber que esto era real. Salí hecho una furia y con el corazón roto. Pedí una botella de vodka tras arrojar los billetes, pues lo único que quería era salir de ese maldito lugar y perderme en el alcohol para mañana despertar creyendo que todo fue una pesadilla, que bebí demasiado y mis dudas me jugaron una mala pasada con el alcohol. Nika, desgraciadamente, consiguió subir al taxi conmigo, no supe cuándo me alcanzó, pero apartaba sus manos cuando intentaba arrebatarme la botella. —Llévenos al hotel más cercano, no importa cuánto cueste —pedí al taxista de la peor forma. La verdad no me fijé en nada ni nadie, solo sé que llegamos al lugar, pagué al sujeto y luego pagué en recepción por una habitación, también pedí dos botellas más de vodka y fui a la recámara con Nika, pues ella se rehusaba a dejarme solo. —Alek, no te hagas esto, no ganarás nada con ello. Su mirada suplicante me dolía y no porque fuese mi amiga, sino porque ella era la prueba de la realidad que había visto. —¿Sabes todo lo que he entrenado con nuestros padres para ser el hombre que ella merece? ¿Sabes cuántas golpizas me he ganado de Nicolay y a veces de la misma Ragnar para aprender a protegerla? Ella hacía lo posible por limpiar mis lágrimas en silencio, pues no existía una palabra que me consolara después de lo que vimos, solo había dos botellas para ahogarme en estas ilusiones rotas por una chiquilla a la que amaba muchísimo. Al final no sé cuánto tiempo pasó, pero Nika bebió conmigo, me consoló y hasta me llevó a la cama para que intentara dormir, pero no podía y mis lágrimas habían dejado de correr para darle paso al vodka en mi garganta. —Alek, ¿no crees que deberías olvidarte de ella? Es obvio que Vicky ahora no está interesada en una relación. —¿En una relación o en mí? Porque se notaba cuánto disfrutaba fornicar en el baño de una discoteca, muy seguramente con un desconocido —ella apenas esquivó mi dura mirada, pero no la detuvo de sujetar mi mano. —C-Creo que mereces buscar a alguien que te corresponda, una mujer que aprecie lo que haces y te apoye en cada paso que des. —¿Quién? Y no te atrevas a decir Yuliya porque soy capaz de dejarte aquí sola —pese a la seriedad de mi advertencia, ella rio tímida y negó. —Alek, sé que no es el mejor momento para decir esto, pero me gustas —confesó tímida pero firme—. Me encanta lo decidido que eres, los proyectos que planeas y lo mucho que trabajas para cumplirlos —nerviosa, se acomodó a horcajadas sobre mí y dejó la botella a un lado, pero yo seguía sin saber qué o cómo responder—. Eres un hombre increíble, amable, te preocupas por el bienestar de otros y, aun cuando tienes dinero, te gusta vivir y mostrarte sencillo, sin excentricidades ni autos de lujo porque crees en el trabajo duro. —Nika… —No te digo esto en broma ni para fastidiarte, Alek —acunó mi rostro, suplicándome con su faz que no la ignorase—, en verdad me gustas mucho y sería la chica más feliz si me permites estar contigo. Un profundo y muy sincero beso fue depositado en mis labios con ternura y el cómo temblaba su cuerpo me demostraba cuán cierta era su confesión, una que me confundió demasiado, al punto en que la abracé seguro y seguimos el beso con más seguridad. Sus manos se deslizaron para quitarme la campera y después se adentraron bajo mi camiseta retirándola, admirando a detalle lo que tantas veces había visto en nuestros entrenamientos. Yo, sumergido en esta extraña sensación que ella despertó, besé su cuello mientras desataba el nudo de la blusa en su espalda. Virginales gemidos emergían de ella a medida que repasaba mis dedos en su columna hasta llegar a su nuca, momento en que presionó su sexo con mi entrepierna y desaté el último nudo, pero la blusa no cayó enseguida, así que ella la deslizó lento para que yo disfrutara de tan importante obsequio. Sus senos estaban duros, agitados por su respiración y con una tonalidad tan oscura y bella como los lunares que recorrían su etérea piel. Era tan hipnotizante, que resultaba casi imposible no admirarla en ese instante, al igual que su entrega. —Yo no te lastimaré, Alek, y tampoco tienes que darme una respuesta ahora, puedo esperar a que pases este mal trago y en el camino te demostraré que mis sentimientos son sinceros. —N-Nika… No sé qué decirte. —Di que sí y déjate llevar esta noche conmigo, porque quiero que seas el primero. Ella no me dejó responder al apoderarse de mis labios con una desenfrenada intensidad que era imposible ignorar y más para esta loca edad en la que estábamos, puesto que, por muy amigos que seamos, ella siempre ha sido una joven bellísima y era lógico que mi cuerpo reaccionaría a sus acciones, sobre todo cuando llevó su cabeza hacia atrás para que yo recorriera los lunares desde su cuello hasta el escote, donde saboreé tan delicado como extasiado sus senos, llenando mis oídos de sus gemidos. Fue ahí cuando ella se irguió lo suficiente para bajar el cierre de su falda y la bajó a medida que se apartaba de mí, dándome una imagen que pocas veces vi, pero nunca con una perspectiva tan erótica como esta. Su confiada sonrisa deslumbraba un inocente deseo que no tardó en exponer cuando posó sus manos en mi cinturón y con destreza retiró mi jean, entonces me abrazó y de un tiró me dejó sobre ella en la cama lista para entregarse, siendo solo una prenda en cada uno lo que lo evitaba, pero de pronto las dudas me calaron. Entre el detenerla y el dejarme llevar por el roce de su mano sobre mi bóxer, era cada vez más difícil pensar con claridad, aunque eso rozó lo imposible cuando volvió a besarme en el momento exacto en que adentró su mano para masturbarme y guiar mi cuerpo entre sus piernas. Sin embargo, el traicionero recuerdo de Vicky hizo que dejase caer mi frente en el hombro de Nika y el dolor volvió aun cuando la sangre se acumulaba en otra parte. —Perdóname —murmuré arrepentido, y aparté su mano de esa zona—. Así no debería ser tu primera vez, Nika —me aparté, siendo el amigo que siempre he sido para ella. —¿A-Alek…? —Eres una chica maravillosa y lo que me estás dando es demasiado, pero no es justo que te tome mientras pienso en otra persona. Esto no debería ser por despecho, resentimiento ni nada parecido, así como tampoco deberías ser el plato de segunda mesa. —Alek… Por favor, yo… —acuné su mejilla y la silencié con mi pulgar, dándole una triste sonrisa. —Lo siento, pero no puedo hacer esto. Sería como traicionar el sentimiento que tengo por Vicky y tampoco quiero jugar contigo, así que te pido por favor que respetes ese amor, mi dolor y la amistad que tenemos tú y yo, porque tampoco quiero perderte, aun si es egoísta de mi parte. Sus ojos estaban a punto de reventar en llanto por la desilusión que le causé, pero ella, muy digna y segura, se sentó y posó su mano en mi pecho. —Al menos permíteme estar hoy contigo, quiero que seas mi primera vez. —Lo siento, pero no. Ya te dije que no mereces ser el plato de segunda mesa de nadie, ni siquiera el mío, porque eres una mujer increíble que merece todo y solo lo mejor. Me senté a un lado de la cama dándole la espalda, respiraba profundo creyendo que ella me insultaría y pasaría a convertirse en otra Yuliya en mi vida, así que me preparé para lo peor e intenté ir al baño, mas ella me sujetó del brazo, recuperando mi atención. —No te atrevas a dejarme aquí sola, Alek, si no estarás conmigo de esa forma, al menos duerme conmigo como amigos. —¿No me odias? —cuestioné confundido, y más por la triste pero sincera sonrisa que me daba. —Me duele, no lo niego, pero fuiste sincero conmigo como siempre —ella dejó un casto beso en la comisura de mis labios—. Sé que no me quieres como plato de segunda, pero, si un día decides olvidarte de Vicky, al menos avísame para tener la primera oportunidad, quizás todavía tenga un poco de amor por ti. Tan sincera fue nuestra risa, que me sorprendió demasiado saber que tenía a una amiga tan increíble como ella con una fortaleza que yo anhelaba tener, así como también me sentí mal por no corresponderle a una chica que, al parecer, estaba dispuesta a todo por mí. —Está bien, dudo que me des una oportunidad si sigo con mi terquedad, pero te prometo que serás la primera a quien le diga. Sin decir una palabra más ni cubrir nuestra semi desnudez, nos acostamos abrazados llorando por dos amores no correspondidos siendo, en nuestra amistad, el mejor consuelo del otro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD