Estaba muy enojada, entre el miedo y el coraje de ver a la loca de Cindy como si nada, pidiendo disculpas por todas sus malas acciones. Salimos corriendo del hotel, directo a casa para estar tranquilos de que el bebé y su nana estuvieran bien. —Vámonos de aquí — dijo Andrés. —Sí, llama a Jaime y explícale. Cindy sigue con orden de restricción, no puede venir así como así a vernos. Mientras hacía las maletas, estuve llamando a los encargados del hotel, a mamá, a Luz y a mi suegra. Que estuvieran enteradas de la situación y en cuanto pudimos, el chofer nos llevó al aeropuerto del Bajío, algo lejos pero algo cálido, volamos a Playa del Carmen. Ahí mi padre tenía una hermosa villa con vista a la playa, justo a lado de la suya. Nos quedaría bien estar lejos de la loca en lo que Jaime vigi

