Denisse, luego de salir de la ducha, abre el armario, buscando con la mirada, el atuendo del día de hoy, preferiblemente fresco y a su vez, casual para el encuentro de ésta tarde con sus amigas. Encuentra rápidamente lo que buscaba; pantalones negros, botas de felpa rosadas, una blusa de algodón, decorada con cayenas, que le trajo una de las compañeras del periódico, en un viaje que hizo a Brasil, un sombrerito que hace juego con las botas, pues, es del mismo tono de color y un abrigo muy coqueto, que compró en un mercadillo de “Yorkdelles”, al otro lado de Inglaterra. Le pareció que se veía, esplendorosa, sin embargo, le pregunta a Mishty, que tiene rato mirándola rebuscar en el armario:
- ¿Qué te parece mi gatito bonito?, ¿Me veo bien? Meowwww.
- Meowwww, meowwww – Le responde el gato, acercándose a ella para sentir sus caricias.
- Sí, sí, lo sé. No te he saludado, lo siento, mi gatito bonito, no tuve una buena noche y me levanté muy tarde. Venga para acá. - Le dice Denisse, mientras lo carga y lo llena de besos.
- Meoooowwwww.
- Vamos a la cocina, debes tener hambre. Te serviré tus pescaditos, pero no desayunaré contigo, debo terminar de arreglarme para salir, pasaré por el bar-café de los reencuentros, buscaré un Latuccino cargado con nata y arequipe y seguiré al periódico. Mi jefe debe tener el estrés en modo avanzado, porque no he llegado.
Denisse, se dirige a la cocina, con el gato en brazos, lo pone en el mesón, abre el gabinete, saca un platito celeste, luego abre la nevera y extrae una jarra con un líquido blancuzco y medianamente, espeso y, una bandeja de pescaditos naranjas a los que ella llamaba salmoncitos, por la semejanza en el color al salmón, los coloca en el horno microondas por treinta segundos y al estar listos, se los coloca en su vianda a Mishty, invitándolo a desayunar.
El gato, obedece, mientras ella le sirve la merengada en el tazón, junto a su plato. Mishty, la mira, haciendo un gesto de agradecimiento. Denisse, vuelve a acariciar a su gato y regresa a su habitación a hacerse un maquillaje sencillo y así, alistarse por completo para marcharse a lidiar con la obstinación diaria de Don Argimiro.
- Adiós, gatito bonito, pórtate bien. Sin hacer desastres, ¿de acuerdo?, meowwww.
- Meowwww, meowww, meowww.
Denisse, se despide de su gato, dándole las instrucciones, como cada mañana. Toma sus pertenencias y sale de casa, se coloca su Mp4, lo enciende, busca un playlist de “Cultura Profética”, pues, desde que escuchó las canciones de ésta banda puertorriqueña, en una de las emisoras radiales, le encantó y para, comenzar bien el día después de una noche, no convencional, le dio play a “La Espera”, se coloca sus audífonos y comienza a cantar:
- “Te veo llegar cada día
Como a esta hora
Y he tomado ya como costumbre
Sentarme a esperar pa' ver
Si alcanzo a tener
Un vistazo de tu piel
Por eso sigo fiel
Cada día en la espera...”
Mientras, disfruta de la letra y melodía de ésta canción, baja hasta el estacionamiento, donde tiene parqueada su bici-moto, saluda al conserje, dándole los buenos días y continúa su camino. Se monta en la bici-moto, se coloca el casco, como siempre, la enciende y de repente piensa en Bruno, al momento que la brisa, le roza suavemente la cara, sonríe, acelera y sigue cantando:
- “Y vuelan... las horas vuelan
Y vuela el pensamiento con la intriga
Como mariposas vuelan en la barriga
Y vuelan... los días vuelan
Mil oportunidades pa' conocerte vuelan
Pero yo ya le cogí el gustito a la espera...”
Siempre maneja a baja velocidad cuando toma la Avenida Central, pues la mayoría de los autos, por lo general, van de prisa, aunque ella va por la ruta asignada por el Organismo de Transporte, sin embargo, para mayor seguridad, ella siempre toma sus precauciones. Al fin y al cabo, por ahí dicen, que “Mujer prevenida, vale por dos”.
Entre tanto, recuerda que debe pasar por el bar-café, a buscar su Latuccino con nata y arequipe, puede parecer demasiado dulce para comenzar el día, pero, ya estaba acostumbrada al igual, que su estómago, a ésta combinación. Pensó así, comprar también unas tunjitas de coco y frutillas, a decir verdad, sus favoritas.
- Pasaré rapidito por el bar-café, espero que Don Alvaro, ya haya abierto, pues ayer cerró muy tarde y si no está él, por lo menos que esté Bruno. ¡Dios mío!, ¿qué será lo que me pasa con éste hombre, que no me lo puedo sacar de la cabeza?
En ese momento, recordó que debía contestarle a Agatha, acerca de su encuentro, antes de la tarde planeada, junto al Río Támesis.
- Al llegar al periódico, le escribo. O, mejor dicho, antes de entrar, porque si Don Argimiro, me ve con el móvil en la mano, le va a dar un síncope. (Risas).
Continúa su camino hacia el bar-café, al llegar, se estaciona enfrente, apaga la bici-moto, más no se quita el casco, se baja de ella y al ver el cartel en la puerta del establecimiento en Open, eleva un suspiro y entra:
Tilin, tilin, dong, dong
- Buenos días, ¿hay alguien por aquí?
De debajo de la barra, aparece Don Alvaro.
- Buenos días, señorita Denisse, bienvenida. Qué placer, tenerla nuevamente por acá. ¿Cómo amaneció hoy?
- Don Alvaro, pues, ni tan bien pero ahí vamos. Esperando que se acomode. Por cierto, ¿Cómo supo que era yo, si ni siquiera me he quitado el casco?
- Esa voz, es inconfundible, además tengo muchos años conociéndola, señorita. Me gustaría que recuerde algo; Todo nuevo día debe estar lleno de positivismo. Claro que se va a acomodar, tenga fe.
- Pues sí, tiene razón. Mmmm y... ¿Bruno?, vino a laborar o entra más tarde?
- No, no ha llegado, tengo entendido que tenía reunión con los otros estudiantes de Intercambio, a primera hora. ¿Por qué?
- Por nada, Don Alvaro, solo curiosidad.
Pero, el dueño del establecimiento, no le creyó en lo absoluto, sabía que la conexión, ya estaba ahí, esperando, que abrieran los ojos del alma y del corazón. Pero no le dijo nada más.
- En fin, a lo que vengo, me da por favor, un Latuccino con...
- Nata y arequipe, ¿Cierto?
Un poco asombrada, Denisse, asiente, y, él continúa:
- También unas tunjitas de coco y frutillas ¿o me equivoco?, aprovecha que están bien fresquitas y calentitas, están recién hechas.
Más asombrada aún, ésta le contesta:
- Sí, justo eso iba a pedirle, pero, ¿cómo supo lo que quería?
- Es la experiencia, tantos años aquí, y, conociendo los gustos de mis clientes más fieles, me convierte en adivino. Ya le preparo su pedido. - Exclama Don Alvaro, mientras sonríe, cómplice.
- ¡Vale, Gracias!
En ese ínterin, se abre la puerta del negocio, pero, no se escucha la campanita dorada, solo el ruidito de las bisagras que estaban faltas de aceite y entra un hombre al local, justo en ese momento, viene Don Alvaro, con el pedido de Denisse, pero al sentir la carga de energía negativa que traía el sujeto que acababa de entrar, se le cayó la bolsa y el Latuccino, se regó por todo el piso.
Denisse, se asusta, con el impacto de la caída de su pedido, pues todo había quedado en silencio, cuando el hombre entró al lugar.
- Don Alvaro, ¿le sucede algo?, ¿Se siente mal?, ¿Me escucha?, ¿Le pasa algo?
Pero Don Alvaro, está inmóvil, no hace el más mínimo movimiento, para hacerle saber a Denisse, cómo se encontraba.
- Buenos días, discúlpelo, por favor, debe estar sintiéndose mal, creo que lo mejor sería llevarlo a urgencias.
El hombre que entró al bar, no emitía palabra alguna, de pronto el lugar se tornó, irremediablemente, frío, sobrio, oscuro, triste, vacío, nublado, gris. Denisse, no entendía que estaba pasando, tampoco por qué el extraño que entró al bar-café, no hablaba, ni tampoco por qué, Don Alvaro, seguía inmóvil ante la presencia de éste.
Los vellos se le erizaron y fue en ese momento cuando entendió que algo, no estaba permitiendo, que fluyera, pues, había una barrera invisible pero elevada en carga negativa, que la cubrió por completo.
En cuestión de segundos, todo el lugar, fue inundado de confusión, el reloj colgante de la pared marfil, comenzó a dar su viaje hacia atrás, las esculturas iban perdiendo su brillo, era como si una cobija invisible, arropaba todo el espacio, dejando a su paso, desolación e intranquilidad.
De pronto, se escucha un sonido estruendoso en el fondo del bar-café, que libera a Don Alvaro de su estado inmóvil y a Denisse, de su asombro y temor.
El hombre misterioso, sigue parado frente a ellos, sin emitir una sola palabra, pero, con los ojos rebosantes de fuego y la maldad, expresándose en su rostro.
- ¿Qué estás haciendo en ésta dimensión?, No eres bienvenido, ¡Vete, Vete ahora mismo de aquí! Le dice, Don Alvaro con muy mal carácter.
- Sabes que no he de irme, éste es mi lugar, cuando las fuerzas del mal, lo deciden. Dice el Caballero misterioso, mirándolo.
- Señorita Denisse, salga inmediatamente de aquí. Más tarde, le haré llegar su pedido, a través, de un delivery, pero, salga ya.
- No entiendo, Don Alvaro, ¿Quién es éste hombre?, ¿Por qué tendría que irme?, no pienso dejarlo solo y menos con éste tipo.
- Ella no se irá. Contesta el Caballero Oscuro.
En ese momento, éste levanta su mano derecha, de la que expide, un viento muy fuerte que cierra la puerta del lugar y con cierta magia, inexplicable a los ojos de Denisse, pasa la llave y bloquea el pasador.
- Nadie, saldrá de aquí, hasta que haya cumplido mi misión.
- Debes irte, aquí no tienes nada que hacer, éste no es tu tiempo, tú quedaste encerrado en la jaula de los errores hace muchos siglos y ahí debes quedarte. Venir a la tierra, sólo perjudica la absolución de tus pecados. Exclama, Don Alvaro con mucha seguridad.
- ¿Siglos?, No entiendo nada, ¿De qué misión habla, este hombre?, ¿A qué jaula se refieren?, Dios mío, ¿qué significa todo esto?
- Pronto lo entenderás, Denisse. Tú y tus amigas, no podrán escapar de la sombra y las fuerzas del mal. Llegamos para quedarnos y hacerlas pagar por todo lo que nos hicieron. Así como a ti, "Guerrero de la Luz Rosa" -. Le dice, señalando a Don Alvaro. - Ya no servirá de nada, que sigas protegiendo "La Fuente Sagrada", ni a sus hadas, los destruiremos a todos y la fuerza del mal, vencerá. Continúa, el Caballero, mientras se ríe de forma malévola.
De repente, éste, sopla muy fuerte, como si de un tornado se tratase, tumbando todos los adornos del bar-café, partiendo las copas y los vasos en mil pedazos.
- Volverán a saber de mí, en menos de lo que se imaginan.
Las luces magenta y violeta, pugnaban por hacerse ver, pero, las hadas no podían hacer acto de presencia, ante semejante, nivel de maldad, no estaban autorizadas por los Dioses de La Dimensión Perdida, pues, si acaso llegasen a intentarlo, podían desaparecer sin siquiera haber defendido su ideal, su "Fuente Mágica", su hábitat y su luz. Para eso, los Dioses, habían designado a Don Alvaro, como su Guerrero, sólo él, podía defender y brindarles la protección requerida al mundo de las hadas, hasta que llegara el momento esperado; el instante del que éste hablaba y oraba a ellos, como un mantra.
Denisse, seguía confundida, mirando todo alrededor hecho trizas. A, Don Alvaro, con una fuerza increíble, en defensa de su ideal y de ella misma. Miraba al Caballero con odio, como si supiera quién era o quien fue en un pasado inmediato. Más, comenzaba a entender ciertos acontecimientos. Necesitaba irse de ahí, conectar con sus amigas, para luchar en contra de lo que fuera necesario, por ellas, por el amor, por la dignidad, por esa Fuente, que solo recordaba como un sueño extraño, por esas hadas que no conocía o que quizás sí, pero, no estaba segura. Tenían que estar más unidas que nunca, tal y como lo juraron, la noche anterior, en ese mismo lugar.
En unos segundos, pasó una ráfaga de sombras, y, ya el hombre misterioso y oscuro, no estaba. Todo el lugar, quedó intacto, como si nada hubiera pasado, todo estaba en su respectivo lugar. Don Alvaro, volvía con el pedido de Denisse, a quién ve, acurrucada debajo de una de las mesas, cercana a la puerta.
- Señorita Denisse, ¿qué hace allí?, ¿Se siente bien? ¿A qué le teme?
- Al hombre oscuro. ¿Cómo puede estar tan tranquilo después de todo lo que pasó?
- No entiendo a qué se refiere. Venga, levántese de allí, tómese un vaso con agua.
- ¡Qué agua, ni que ocho cuartos!, no me va a hacer pasar por loca, yo vi, cuando ese hombre misterioso, se enfureció y nos amenazó.
- Debió haberse confundido, aquí no ha venido ningún hombre, sólo estamos usted y yo.
- No, no, Don Alvaro. Estaba aquí, reventó todas las copas y los vasos, con una fuerza sobrenatural, cerró la puerta con el pasador, desde el otro extremo. ¿No lo recuerda?
- Cálmese, Señorita Denisse, cálmese por favor.
De repente, una luz tenue, se acercó al oído de éste, susurrándole que podía confiar en ella, que estaba de su lado, pues, con lo sucedido, había entendido, que debían luchar en conjunto por su protección. Ella y sus amigas; son las cinco luces que defenderán a capa y espada, la Dimensión Perdida y sus tesoros, a lo que Don Alvaro, asintió y haciéndole una seña a Denisse, mientras la luz desaparece, le dice:
- Está bien, señorita Denisse, venga, siéntese a mi lado. Es hora de contarle, a qué nos enfrentamos.
La muchacha, se levanta del sitio donde estaba acurrucada y hace lo que éste le dice, suspira y atenta escucha lo que tiene para contarle.
Mientras tanto, Agatha, en el taxi, iba concentrada en su agenda digital y en todo lo que tenía que hacer ese día, que se le estaba pasando, muy rápido, vio la hora en su móvil y de repente, recibe un mensaje de Regina, quien le pregunta si está de camino para aprovechar con ella, el aventón. Ésta le responde inmediatamente, diciéndole que sí, que ya había tomado "The Black Cabs", a lo que le contesta Regina, que está en la esquina de "Swat Green" y que, si podía pasar por ella, sería magnífico, pues iba tarde al condominio y necesitaba urgentemente que la acercaran un poco, para luego tomar su ruta. Ágatha, decide llamarla, aprovechando que hay un poco de tráfico en la Avenida.
- Aló, Regina, estoy a dos cuadras de la esquina donde estás, ¿me vas a esperar?
- Aló, Agatha, sí aquí estoy. Eres mi salvación, no te preocupes por el pago del servicio, que vamos a mitad.
- De acuerdo, nos vemos en un santiamén.
Al colgar, le dice al conductor:
- Disculpe, ¿hay algún problema si nos proparamos en la esquina "Swat Green"?
- No, señorita, claro que no. Usted, no más me dice, donde es exactamente y nos paramos.
- Gracias, es que pasaré por una amiga, no se preocupe que le pagaremos, el tiempo que dure el recorrido, sólo que va tarde y con la escasez de autos para el servicio, preferiblemente toma el mismo que yo.
- Descuide, estamos para ayudarle.
El taxi, llega a la esquina donde se encuentra Regina, se propara, ésta, mira por la ventanilla, de la que Agatha, se asoma y, el conductor le abre la puerta, para que se embarque sin perder más tiempo.
Las amigas, se saludan con un abrazo y dos besos en cada mejilla.
- Uff, Agatha, gracias por pasar a por mí, no sé qué habría hecho de no ser así, pues, se me pegaron las sábanas y dormí, más de la cuenta.
- ¿A ti también, se te pegaron las cobijas?
- Sí, ¿cómo que a mí también? Exclama, Regina.
- Por lo visto a todas nos pasó, exactamente lo mismo, nos levantamos pasada la hora, por lo que nos ha tocado, salir corriendo, prácticamente.
- Tan extraño, ¿verdad?
- Yo diría que el destino así lo decidió.
- Tú y tus cosas del destino, ¿Qué más viene ahora?
- Muchas cosas, amiga. ¿Irás ésta tarde al Támesis?
- Sí, claro que sí. ¿Te parece si nos vamos juntas?
- Me parece bien, ¿Paso por ti?, mira que ésta noche vamos a aclarar muchas cosas, pero, tenemos que hablarlas entre nosotras, en privado, las cinco.
- ¡Wow!, así de delicado, será. Está bien. Por cierto, el chico de anoche, mmm, el poeta, ¿no te ha escrito hoy?
- No, en lo que va de día ¿y a tí, el chico del mercadillo?
- No, no, mi Chef, aún no me escribe. Iba a viajar, por unos días, al Oeste de Inglaterra, así que tampoco le he escrito, para que no crea que soy una intensa (Risas).
- ¡Ay, Regina, tú de intensa, tienes tanto como yo de brujita! (Risas).
Mientras las dos amigas, continúan conversando, de varios temas, la Avenida, tiene un poco de tráfico, de pronto, el aire acondicionado del "Black Cabs", comienza a fallar y el conductor, les dice, que va a abrir las ventanas, que, si no les importa, a lo que ellas, responden al unísono, que no. El chofer, abre las ventanillas, tal y como había pensado. En ese momento, un pájaro n***o, posa sus garras, en el vidrio de la ventana que da del lado de Agatha y Regina que está de frente a él, lo mira y pega un grito del susto.
- ¡Agatha, un pájaro n***o de ojos rojos, está ahí, nos está mirando!
Agatha, había sentido un escalofrío, justo un poco antes que Regina, pegara el grito de susto,
- ¡Vete, chu, chu, vete de aquí! Exclama, Regina -. Señor, suba el vidrio, súbalo, súbalo.
Pero el chofer, estaba inmóvil, ni siquiera manejaba, parecía que tampoco la escuchaba.
- Señorrrrrr, muévase, suba el vidrio, apúrese. Ese pájaro, nos hará daño. Agatha, haz algo.
Se escuchaban, las cornetas de los autos que iban detrás, así como los gritos de los conductores, pidiéndole que avanzara, pero, aun así, éste seguía como en otro mundo.
- Cálmate, Regina. El conductor, no te escucha, está en trance. Exclama, Agatha, con cierta tranquilidad.
- Pero, pero, míralo, Agatha, tiene los ojos como dos hogueras encendidas. Y ahora, ¿Qué vamos a hacer?, voy a llamar a la policía o no, mejor a la organización de adopta una mascota, ¿Qué hago?
- No vas a hacer nada más que, respirar y calmarte y no, no lo voy a mirar. Es un mensajero del mal. Quédate tranquila, Regina por favor -. Exclama, Agatha y prosigue; no es éste tu lugar ave del demonio, lárgate por dónde has venido, no me vas a intimidar con tu presencia.
A lo que el ave, comenzaba a mover con más y más fuerza, las alas. Mientras que los ojos, se le encendían aún más.
- No quiero ver esto. Decía Regina, mientras se tapaba los ojos con las palmas de las manos.
De pronto voltea Agatha, hacia el pajarraco, que sigue aleteando, agarrado de la ventanilla, diciéndole:
- Por el poder que me da la magia y los seres divinos de protección celestial y suprema, te ordeno, que te vayas, tú no eres bienvenido aquí, ni en la tierra ni en sus dimensiones paralelas, no eres bienvenido y te desapareces, ipsofacto, tu maldad se va entre tus alas y el fuego que emanan de tus ojos, en una barrera se convertirá, no verás, nunca más. El camino de vuelta a tu infierno, sólo encontrarás -. Mostrando ante él, un extraño aro protector, muy parecido a un atrapa sueños, del que sobresalían destellos de rocío traslúcido.
Y ¡zás!, como por arte de magia, el ave maléfica, se desvaneció y como en los casos anteriores, todo volvió a la normalidad. Con la única diferencia, que, Agatha y Regina estaban conscientes de lo ocurrido, y, sabían que debían hablar de ello, con las demás, pues la vidente, sabía que, a sus amigas, también las había visitado, el mal, sólo que en cuerpos o formas diferentes.
- Regina, como la lechuza -. Le dice Agatha, haciéndole seña de hacer silencio, colocando su dedo índice en los labios, cerrándolos. Mientras Regina, obedientemente, asiente. Con una mirada, ambas se comunicaron.
Por lo pronto, el conductor del taxi, al despertar de su trance, se quedó pensativo, al ver las ventanillas abajo, pues, se estaba escapando el aire acondicionado, sin hacer ninguna pregunta a sus clientes, subió los vidrios y continuó su recorrido, dejando a cada una en los lugares, indicados, con anterioridad.
Al quedarse cada una, donde correspondía, Agatha, le envía un mensaje a Regina, diciéndole:
- Ni una palabra de lo sucedido a nadie, en lo absoluto. Hoy al atardecer, le buscaremos solución a éste asunto, que va más allá de la realidad. ¿Ok?
- De acuerdo, Agatha. Cuenta con eso, no te olvides pasar por mí, al terminar la jornada.
- Así será, cuídate mucho, estamos en contacto. Te quiero, bye.
- Está bien, cuídate. También, te quiero. Hasta entonces.