Travesía a las Montañas de Firenever

4681 Words
Llega el amanecer, con una indumentaria de cálido sol de verano, despertando, detrás de las montañas, que abrazaban la ciudad, aun estando en invierno, o, al menos eso parecía. Los pajarillos entonaban una dulce melodía, revoloteando en los nidos y en los faros que seguían encendidos, a lo largo y ancho de las avenidas, la brisa tenue, movía las ramas de los árboles, como si esta, tuviera la fuerza de una tormenta. Era un amanecer hermoso, mágico, donde los rayos del sol, llenaban de energía cada espacio, cada rincón, cada pluma de las aves, cada acera, cada calle, cada glorieta cubierta de lindos y frescos pétalos, recreando la primavera en cada superficie. Los transeúntes, caminaban con dirección hacia sus empleos o hacia, sus destinos, del que poco conocían, algunos iban con premura, por lo que, no se detenían, a respirar el mágico oxígeno que desbordaba, ese nuevo día; otros, iban lentamente, admirando cada instante maravilloso, que se iba presentando tras cada paso. La ciudad, estaba como siempre, y como nunca, tal vez, con la magia, en demasía, a diferencia de otros días y otros años, ya pasados. Se presenciaba que, de alguna manera, quizás, por la misma magia que bañaba a Londres, habían olvidado, el terror vivido la tarde anterior, con la llegada de la bestia. La policía, se habría encargado de buscar a las personas desaparecidas, en los hospitales. Las enfermeras y los doctores, estarían atendiendo a los heridos, en las iglesias; los sacerdotes y feligreses, pondrían en oración, a todas aquellas personas, que lo necesitaban, y, así, cada ciudadano londinense, seguía su vida, como si nada hubiera pasado. Por otro lado, Denisse, abrió los ojos, una vez más, después de haber tenido ese sueño extraño, que la descolocó por completo. Luego que, en la madrugada, despertara sudando frío, y, tomara a Mishty, entre sus brazos y se acostara en su cálida cama, para volver a los brazos de Morfeo. Se estiró, de la misma forma, que lo hace su gatito, cada vez, que hace sus siestas, miró el reloj, de su mesita de noche, se dio cuenta que eran las seis de la mañana, por lo que se levanta, sobresaltada. - ¡Dios mío!, ¡Santas Hadas!, es tardísimo, debí levantarme más temprano. Ya Andrew y los demás, deben estar por llegar y yo, todavía envuelta entre mis sábanas. Se sienta en su cama, mientras piensa, qué va a hacer primero, se levanta, colocándose sus suaves pantuflas, el albornoz celeste que cuelga del perchero, y, se dirige a la cocina, a hacer un poco de café, mientras, va preparándole el desayuno a Mishty. Con toda la pereza, existente en el mundo terrenal y en el de las hadas, saca de la nevera, la leche merengada de su gatito, luego abre la alacena, extrayendo un cereal de pescado, que le fascina a su mascota, colocándolo encima del mesón, al igual que la lata de café tibetano en polvo, el azúcar y dos tazones, uno mediano con asa, para servir su café y uno más grande, donde posteriormente, le colocaría la comida a Mishty. Mientras tanto, se dirige, de nuevo a su habitación, se fija que su gatito, sigue dormido entre sus sábanas y sigilosamente, pasa al cuarto de baño, donde se desviste, se mira al espejo, las ojeras que disfrazan su lindo rostro. - ¡Estoy cansada!, ¡Qué ojos tan tristes tengo hoy!, ¡Caridad!, ¿Qué ha pasado contigo?, ¿podrás comunicarte de alguna forma, como lo harían las hadas? - Se pregunta, aún, mirándose al espejo. Abre el grifo de la regadera, de donde comienza a salir el agua caliente, tan caliente como la lava de un volcán o como el sol a eso de las tres de la tarde, luego, abre el grifo del agua fría, que, conjugándose con el agua caliente, forma una nube de vaho, que empaña el espejo donde se había observado las ojeras y reflejado sus pensamientos, segundos antes. - Necesito una ducha, que me ayude a limpiar esta pena que me envuelve. Ojalá, me de tiempo, antes que lleguen los excursionistas, Andrew y las luces. Denisse, entra en la ducha, donde no solo empapa su cabeza y su cuerpo, sino también, cada pensamiento, cada pena, cada dolor, cada tristeza, cada recuerdo con su amiga Caridad, a quién, buscará hasta por debajo de las piedras, de ser posible, en las montañas de Firenever. Mientras, Denisse, se introduce en su baño matinal, Constanza, ya está despierta, bebiendo su café, muy cargado, de hecho, junto con unas tostadas con mantequilla de maní y mermelada de castañas, pues, debido a la pesadilla que tuvo con Caridad y un rescate imaginario, casi no durmió. Al terminar, se dispone a buscar atuendo, para vestirse, recordando que hoy no va a la oficina, por lo que tomó su móvil, enviándole un mensaje a Esperanza y otro al Señor Francisciello, comunicándoles que, no asistirá estos días, debido a un inconveniente familiar, en el que debe realizar un viaje relámpago, por lo que estará ausente, éstos días. Esperanza, envía acuse de recibo, en un mensaje de texto, y, su jefe, se pone a la orden, para cualquier cosa que necesite, e incluso, uno de sus aviones privados, para trasladarse, en la brevedad posible a su destino. Opción que, Constanza, no deja de lado, sino que, mantiene allí, en stand by, y, por la que le agradece al Señor Francisciello. - ¡Qué bonita es la gente, con la que me he conseguido en la vida!, ¡Cómo me gustaría, seguir compartiendo con ellos, hasta mucho después que el destino, me lo permita! - Pensaba, Constanza, mientras, masticaba lentamente su desayuno y saboreaba su café espresso; más oscuro, que el cielo cubierto de nubes grises, antes de una gran tormenta. De pronto, recibe un mensaje de texto de Regina, quien le dice: - Buenos días, mi querida Constanza, ¿cómo amaneces? - Buenos días, Regi, pues no muy bien, casi no dormí, tuve pesadillas toda la noche. - Yo también tuve pesadillas, por lo que, tampoco dormí nada, si acaso un par de horas y levantándome tarde, pero, ya acomodé todo para el viaje, ¿cómo vas tú? - Indaga, Regina - Pues, en vista de mi falta de sueño, organicé todo lo que me llevaría para los días de excursión, sin saber, exactamente, cuanto tiempo estaremos por allá, ¿tú, lo sabes?, ¿Agatha, te ha dicho algo? - Le pregunta, Constanza, sin mucho ánimo. - No tengo la más mínima idea, lo que sé es que, es muy posible que nos demoremos, mientras hallamos el paradero de Caridad. - He escuchado que, las personas que entran en esa montaña, muy difícil pueden salir, por esa razón, busqué en internet más información y dice en Booble, que tiene una maldición o algo así, y, por esa razón, se debe llevar un amuleto de protección. - Bueno, por los amuletos no tenemos que preocuparnos. Agatha, elaboró varios, aunque Denisse, le mandó a hacer unos cuántos. Hablando como las locas, eso está raro. - ¿Que cosa? - Pregunta, Constanza un poco descolocada. - ¿Cómo sabía Agatha, que serían necesarios más amuletos, que los que Deni, le había mandado a hacer para su excursión del periódico? - Sinceramente, no lo sé, aunque podría ser por sus videncias y premoniciones. Hablando de eso, ella tuvo una premonición, en éstos días, me comentó Diana, ayer, cuando la llamé a la tienda, para preguntarle si sabía algo de Caridad. - ¿Tú crees que haya sido por eso?, yo creo que hay algo más detrás de todo esa historia – Le dice Regina, sembrando una pequeña duda en Constanza. - Sin embargo, creo que ya no tenemos tiempo de averiguarlo, va siendo hora de salir a casa de Denisse, para que comience la aventura al Complejo de Las Montañas de Firenever. - (Suspiro) No creo que a ese viaje, se le pueda llamar aventura, Regina, es una búsqueda, que haremos exhaustivamente, hasta encontrar a nuestra amiga. - Tienes razón, Constanza. Por cierto, ¿alguien te llevará?, o, ¿paso por ti, en el Black Cabs?, ya éste, debe estar por llegar. - Pensé decirle a Fabián, que me acompañara y así, él, se traía de vuelta mi auto. - ¡Ah, bueno!, en ese caso, nos veremos allá. Sebastián, está fuera de la ciudad, cuando vuelva, pues, espero estar de regreso, de lo contrario, le he dejado una nota sobre la cómoda y enviaré un mensaje, para que sepa donde estaré los próximos días. - Vale, por cierto, ¿Cómo haremos con Robert?, ¿Quién le dará la noticia?. - Si saben contar, conmigo que no cuenten. No suelo ser muy buena, dando éste tipo de noticias. - Bueno, ya veremos, cuando llegue el momento, por lo pronto, vamos andando, que se nos hace tarde. Ya muchos deben estar esperándonos en el punto de encuentro. - De acuerdo, mi luz, nos veremos allá. - Bien, Regi, así será. Las amigas, se despidieron, por un momento, mientras terminaban de alistar todo, para trasladarse, hacia la casa de Denisse, donde todos se encontrarían, para así, viajar juntos, en el autobús, con destino al Complejo de Las Montañas de Firenever. Mientras tanto, Agatha, desayunaba con Priscob, su nuevo amigo, quien por lo visto, había descansado tanto, como si hubieran pasado siglos, en vez de unas escasas dos horas, en tiempo real. Aunque, a Agatha, no se le veía muy buen semblante, que se diga. - No parece que hubieses descansado, Agatha, ¿estás segura que dormiste? - No te preocupes por mi, Priscob, dormí lo suficiente, no descansé mucho porque la mente, no lo hace, sigue trabajando en silencio, pero, es algo. - No debes tener tanta ansiedad, en Firenever, no manejamos la ansiedad, pues, la evitamos al máximo, ya que eso no nos hace bien a los seres mágicos. Deberías, tomar consejos. - Lo haré, amiguito, solo cuando sepa que todo va a estar bien y que Caridad, volverá a inundarnos la vida con sus sonrisas y a ayudar al prójimo, como lo ha hecho siempre. - Ummm, no me convences, lo sabes, ¿verdad? - Sí, lo sé, pero, ya dejemos de hablar tanto, vamos a terminar de desayunar, porque debemos vestirnos e irnos al sitio de encuentro. - ¿Ya sabes dónde me vas a guardar?, recuerda que no deben verme, ni siquiera saber, que he salido de Firenever. - Sí, justamente, entre aquellos pensamientos, que, no me dejaban conciliar el sueño de nuevo, buscaba la mejor manera de resguardarte y, conseguí, el lugar idóneo para eso. - ¿Ah, sí?, ¿Dónde? - Tengo una mochila grandecita, donde debes caber perfectamente, al menos, no eres un duende muy alto – Contesta, Agatha, mientras sonríe. - Pues, puedo hacerme más pequeño, si así lo quieres. En lo que termine de degustar las tostadas con mermelada que me has preparado y el tazón de leche caliente con canela, verás lo que puedo hacer. - ¿Y por qué no ahora? - Porque estoy comiendo, y, este momento no se debe pausar por nada del mundo real e irreal. - (Risas) – Está bien, termina de comer, entonces. Agatha, observaba como su nuevo amigo, comía, con tantas ganas, como si no hubiese comido en muchos siglos, o era eso, o que, en realidad, cocinaba unas tostadas para chuparse los dedos. Al terminar de desayunar, y casi sobre la hora, Priscob, le demostró, lo que podía hacer para no ser visto por ojos curiosos, durante el viaje a las Montañas de Firenever. - Mírame, Agatha. Ella, lo mira fijamente, casi, sin despabilar. El duendecillo, sopla en sus manitas, luego las coloca en forma de oración sobre su frente, cierra los ojos y en un tris, se hizo mucho más pequeño de lo que era. Se fue encogiendo, mágicamente, hasta llegar a unos quince centímetros de altura. Esto, sorprendió mucho a Agatha. - ¿Así está bien? - ¡Wow!, ¿Cómo hiciste eso? - Haciéndolo – Le dice, mientras ríe. - No puedo darte mi secreto, Agatha. - De acuerdo, no me lo digas. Voy a vestirme, salimos en unos diez minutos. - Está bien, aquí te espero, por cierto, ¿puedo comerme unas galletitas? - ¿Tienes un hambre atrasada?, sí, tómalas, están encima del.., olvídalo, ya te las doy. Agatha, le da las galletas a Priscob, y, se dirige en dirección a su habitación, donde abre la puerta, va al vestidor, saca unos jeans azul rey, una playera amarillo sol y una sudadera del mismo tono que el jean, luego, se sienta en la cama, se coloca unas medias de algodón, muy suaves, junto con unos tenis blancos “Adaidas”, que le gustan mucho por su comodidad. Se bate el cabello, se aplica un perfume de pino y vainilla, delicioso, que, por sus aromas, la lleva a un lugar mágico de la selva de las amazonas. Guarda una moñera celeste, en su bolsillo derecho, se coloca unos zarcillos de cuarzo rosa, se maquilla un poco con labial y rubor, mirándose al espejo, se dice: - Ahora sí, estoy lista, y tú, mujer hermosa del espejo, vamos con todo, a buscar a Caridad, tengo la convicción, que la encontraremos con vida y la traeremos de vuelta, así que, no me defraudes. Se lanza un beso a sí misma y sale de su habitación, con bolsos en mano. Pero, recuerda que, el móvil, lo ha dejado en su mesilla, por lo que se devuelve a buscarlo, al hacerlo, se da cuenta que vibra y al mirar, es Ignacio, quien le escribe: - “Buen día, mi amada Agatha, espero te encuentres bien, tanto silencio me aturde, me hiere, quisiera saber que ha pasado contigo, la razón de tanta lejanía, si gustas, podemos vernos esta tarde, en la Plaza de La Victoria. Por favor, confírmame. Te quiere, tu caballero de las letras, Ignacio”. A lo que ella, le responde: - Buen día, Ignacio, no estoy como quisiera, pero, eso cambiará en unas horas. Perdóname por mi ausencia, de éstos días, no la he pasado bien, Caridad, está desaparecida, es una historia larga, que, espero puedas entender al conocerla, por lo pronto, iré en su búsqueda, en compañía de mis amigas. Nos veremos en otra oportunidad. Te quiero, nunca lo olvides. Luego de enviar el mensaje, le escribe a Denisse: - Buen día Deni, ¿ya estás de pie?, voy saliendo de casa, sé que es un poco tarde de la hora convenida, pero, tuve un mal dormir. Allá te contaré. ¿Ya llegaron los compañeros de viaje? Enseguida, recibe la respuesta: - Buen día, Agathica, sí, hace rato, aún espero a todos los excursionistas, no ha llegado ni Andrew, siquiera. Aparte de ustedes, ¿sabes si Don Alvaro y Bruno, vendrán? - Hasta anoche, en eso, habían quedado, ¿no? - Sí, pero, como no han llegado, pues pregunto, a ver si sabes algo que yo no. - Pues, no, no sé nada. En cualquier momento, se comunicarán. Mientras tanto, revisa que lleves todo. Yo, llevo los demás amuletos, los que Danu, me dijo que preparara y otras cosas más, por si son necesarias. Y, quédate tranquila, encontraremos a Caridad, sana y salva. - Ojalá, amiga, me siento muy mal por esa razón. - No te preocupes, debes tener la mente positiva y buenas energías, al llegar al complejo de montañas, recuerda que sus seres naturales, conocen lo que aguarde tu corazón. De todas formas, allá, se los repetiré a todas. No me gustaría perderlas también a ustedes. - Eso no pasará. Ahora te dejo, acabo de escuchar, un coche llegar. - De acuerdo, allá nos vemos. Deni, se asoma a la ventana, ve que había llegado el autobús donde viajarían, del mismo, descienden varias personas, entre ellas, Andrew, con su cámara preparada, quien se acerca a la entrada, y, toca el intercomunicador. Piriri, piriri, piri... - Hola. - Denisse, soy Andrew, ya llegamos, ¿estás lista? - Ya casi, viniste tú y ¿quién más? - Pues, Gabriela, Ligia, Rosana, Francisco, Juan, Diego, Samuel, Raymundo y por supuesto, el chófer del periódico. - Y ellos, ¿quienes son? - Pues, algunos compañeros de la universidad, que al saber que iríamos a las montañas, decidieron acompañarnos para investigar a fondo, los misterios de las montañas. Necesitan hacer el proyecto final de semestre y pues, aprovecharon. No te molesta, ¿verdad? - No, no, claro que no, pues yo también, llevaré a mis amigas y dos personas más. Esperen, un momento, ya deben estar por llegar, enseguida, salgo. - Okey, Denisse. No te olvides de los amuletos. - Descuida, aquí los llevo. Denisse, cuelga el intercomunicador, se acerca a su gatito Mishty, lo besa, lo abraza y se despide de él, como si no lo fuese a volver a ver. En eso, doña Teresa, toca el timbre, ella, le abre la puerta y le da las últimas indicaciones, para el cuidado de su mascota. Le deja las llaves de su casa, pues, su gato, no duerme si no es ahí, en la calidez, del hogar de su ama. Luego, toma los bolsos, su mochila, su móvil y se dispone a salir, cuando, escucha que llegan otros coches, casi que al mismo tiempo. Se asoma una vez más, a la ventana, divisa a Constanza, bajándose del coche y despidiéndose de Fabián, a Regina, bajándose del Black Cabs y a Agatha, con la bolsa de dormir y otras tantas cosas más, como si fuera a mudarse a las montañas, al igual que con un bolsito, muy extraño, con rueditas, que a simple vista, se mueve, algo que le resulta curioso pero que, de alguna manera, busca pasar desapercibido. Unos minutos después, llegaron Bruno y Don Alvaro, también con sus pertenencias a cuestas, saludando a las luces, quienes estaban conversando, cerca del auto de Constanza. - Bien, doña Teresa, aquí tiene todas las otras indicaciones anotadas, cualquier cosa, me estaré comunicando con usted, en la medida de lo posible, le agradezco mucho, que me cuide bien a Mishty. - Anda mi niña, se te hará tarde, no te preocupes por tu gatito que, está en buenas manos. - Lo sé, por eso, no dudé un segundo en dejarlo a su cuidado. Hasta luego. Adiós mi gatito bonito, te echaré de menos. Te amo, tanto. El gatito, la miraba con ojos tristes, pero, sabía que tenía que despedirse. Denisse, salió de casa, con lágrimas en los ojos. Al hacerlo, Bruno, se acercó a ella, la saludó con un suave beso en los labios y la abrazó, con tal fuerza que, podría haberle roto un par de costillas. - Todo estará bien, no estés triste. Volveremos sanos y salvos y, con Caridad, claro está. - Gracias, Bruno. Me hace tanto bien, que estés aquí. - Siempre estaré para ti, y, te acompañaré en todo lo que necesites. - Extrañaré a Mishty. - Él, estará bien, te esperará todo el tiempo, que sea necesario. En ese momento, se acercan las demás luces, a saludar a Denisse. Todas se abrazan, dándose apoyo, entre sí. - Deni, ¿quiénes son éstas personas? - Pregunta, Agatha un poco desconcertada. - Son compañeros de la universidad de Andrew, que, irán con nosotros a hacer investigaciones para un proyecto de fin de semestre – Responde, Denisse, secándose las lágrimas. - ¿Y ellos saben la magnitud del peligro que corren allí? - Indaga, Regina. - Tengo entendido que sí, al menos eso dice Andrew, de todas formas, hay amuletos para todos, ustedes saben, por si acaso. Hay que protegerse bien. - Sí, por esa razón, también traje algunas herramientas y otras cositas, aparte de mi grimorio, por si es necesario hacer algún ritual – Dice, Agatha, sin soltar su extraño bolso de rueditas. - ¿Grimorio?, ¿eso qué es? - Pregunta, Regina - Es un libro que contiene fórmulas mágicas, usado por los antiguos hechiceros, en sí, es un libro de magia que suele incluir instrucciones sobre cómo crear ciertos objetos mágicos como talismanes y amuletos, también, cómo realizar hechizos mágicos y otras cosas. - Responde Agatha, con gran seguridad en sus palabras. - Umm, bueno, creo que, de ser así, estamos completas con todo lo que llevamos, y, por cierto, ¿qué tienes en ese extraño bolso de rueditas? - Pregunta, Constanza intrigada. - Artículos de magia, hay que ir bien preparada, no sabemos con qué nos vamos a conseguir allá. Bueno, bueno, estamos hablando mucho y el trayecto es largo. Todas las personas, se disponen a subir de nuevo al autobús, para comenzar el viaje, pero antes, Andrew, se acerca a Denisse, para presentarle a los que serían sus otros compañeros de travesía. Luego de presentarse todos, y, antes de subir al autobús, donde el chófer los espera, Constanza, se despide de Fabián, su amor de toda la vida. - Amor, nos vemos pronto, te lo aseguro. - Eso espero, Fabián, no quisiera irme sin ti, pero... - Shh, calla, debes ir, rescata a Caridad en compañía de tus amigas, eres una mujer fuerte y decidida, y entre tantas cosas, aparte de la magia que refleja tu mirada y cada latir de tu corazón, cada día, me enamoras más y más. Te estaré esperando, amor de mi vida. - Te amo, Fabián. - Y, yo a ti, mi princesita mágica – Le dijo, estrechándola junto a su pecho. Mientras éstos se despedían, Denisse, volteó hacia la ventana de su casa, donde estaba Mishty, en brazos de doña Teresita y, a quién agitó su mano, para despedirse una vez más, lanzando un beso al aire, anhelando le llegara a su cabecita, como siempre lo hacía. Por otro lado, Danu, estaba en un extremo, visualizándolo todo. Sabía que iba a ser un largo viaje y que, en el mismo, podrían tener algunos contratiempos. También que, en cualquier momento, los elfos Fabián, Ignacio y Sebastián, se juntarían con sus amadas, en las montañas, así como también Robert, quién aún, no tenía una idea clara, de lo que le había pasado a Caridad. En ese momento, Agatha, voltea hacia donde se encontraba la Reina de las Hadas, quien le hace una seña, expresándole a través de ella, que debía tener mucho cuidado, sobre todo, con lo que llevaba en el extraño bolso. Ella sabía que a Danu, no la podía engañar. Todos se embarcaron en el autobús, tomaron sus respectivos asientos, y, el chófer, cerró las puertas. Comenzaba el viaje al Complejo de las Montañas de Firenever. En el autobús, cada uno se sentó, acompañado de otro, a excepción de Agatha, quien se sentó sola o, mejor dicho, en compañía de Priscob, su pequeño amiguito, quien iba harto de comer galletas y tomar lechita tibia con una pajilla, en el interior del bolsito de ruedas. Regina y Constanza, se sentaron juntas, Bruno y Denisse, compartieron asiento, Don Alvaro, se sentó solo, mirando a la ventana, Andrew y sus amigos, se acompañaron entre sí, durante el viaje, pasándose de un asiento a otro. En un momento dado, Agatha, se levanta y pregunta: - Chicos, ¿Cuántos aquí, no poseen el amuleto protector, para poder entrar al Complejo Firenever?, los que no lo tengan, pueden pasar por mi asiento a retirarlos. Algunos contestaron que tenían uno, otros, le dijeron que no creían en eso y que iba en contra de sus religiones, por lo tanto, no le aceptaron, los que ellas, les ofrecía, así como los restantes, fueron pasando uno a uno a retirar, dicho amuleto, con la convicción que, podrían disfrutar de las bellezas y los misterios, que ofrecían las montañas, sin correr grandes peligros. Por fin, el día esperado para algunos y para otros, quizás, inesperado; había llegado, y, con el, la ansiedad, los miedos y los temores, así como también, la emoción de conocer nuevos lugares, escondidos en la montaña. Habían escuchado que, podían encontrarse aldeas de indios, chamanes, brujos, caníbales e incluso, hechiceras, almas errantes del infierno, criaturas mitológicas, dragones custodiando tesoros, trolls defendiendo su hábitat y así como éstos, también, se podrían encontrar hadas esparciendo su polvo mágico entre las ramas de los árboles, piedras preciosas adornando los manantiales claros y celestes o turquesas, que embellecen el lugar con sus caudales de magia y emociones. Dicen que cada riachuelo, tiene sentimientos y emociones, algunos, los más oscuros, irradian ira, terror, rabia pero los más claros e inclusive, los traslúcidos y cristalinos, son riachuelos colmados de ternura, alegrías, paz, tranquilidad, donde el visitante que se sumerja, quedaría por siempre, envuelto en esa emoción o en ese sentir. Ellos, se habían preparado muy bien, llevaban todo lo necesario, y, lo más importante, el amuleto que los protegería, de todos los peligros que aguardaban en la montaña, sobre todo en la última, la más escondida de todas, que estaba precedida por un bosque espeso y oscuro, donde habitaban, seres inimaginables, mágicos e incluso terroríficos. Mientras, iban camino a Firenever, todos y cada uno de los excursionistas, se maravillaban con las bellezas que la naturaleza, les ofrecía. A los lados de la carretera, podían ver a los animales, pastando, a las aves, revoloteando el aire, danzando en él, la melodía que solo el viento podía tocarles. Se comenzaba a respirar un oxígeno tan puro, como la inocencia de un infante, habían árboles de distintas especies, en todo el trayecto. Ceibas, Samanes, Porotos, Algarrobos y Enebros, eran unos de los tantos tipos de árboles que se hallaban de camino al Complejo de las Montañas de Firenever, que no pasaron desapercibidos, ante el lente de la cámara de Andrew. Por otro lado, se podían ver praderas cubiertas de trigo, arroz, sorgo, y, flores, tantas flores, entre ellas, lirios, cayenas, gerberas, rosas, gentianas, azucenas, zapatitos de dama, narcisos y hasta arenarias montanas, que, por un momento parecía estar viajando por las estaciones, deteniéndose en la primavera. Constanza, iba mirando por la ventana, el campo de gerberas, de múltiples colores, que le traían a la mente, los jueves por la tarde, junto a su amada abuela, quien le contaba cuentos de princesas y le tejía, coronitas de éstas flores, para adornar su cabecita. Una lágrima, también se asomó, pero por la ventana de sus ojos, echando de menos, esos tiempos, en los que no tenía miedos, ni preocupaciones, en los que, era feliz, flotando en su inocencia. Agatha, por su parte, recordaba el tiempo de la universidad, cuando al salir de la facultad de derecho, se iba a un jardín que escondía una infraestructura de cemento y bloques, que se asemejaba a un teatro o un museo, tal vez, donde se sentaba entre los árboles, a conjugar sus conocimientos con la naturaleza, descubriéndose en su espiritualidad y en la energía de los árboles. Por otro lado, Regina, aunque no era muy amante de la naturaleza y sus insectos molestos, disfrutaba cada aroma, cada textura en su imaginación, ya que, desde el autobús, no la podía tocar. Pensaba, que, todo sería diferente para ella en ese viaje, de haberlo compartido con Sebastián, su mejor tropiezo, su amigo y ahora, su novio, siendo una de las mejores decisiones que, en su vida, habría tomado. Y, Denisse, enlazada de la mano con Bruno, se relajaba de tal forma, que, había dejado atrás la tristeza de haber dejado a Mishty, y de haber perdido, de alguna manera, el rastro de Caridad, la tarde anterior, no a manos, sino a garras del monstruo n***o, y, optó por contarle a Bruno, como habían sido sus aventuras a las amazonas, a otras montañas en América Latina, y, a algunos lugares inimaginables del globo terráqueo. Don Alvaro, llevaba días, imaginándose, como sería, volver a ese lugar que tanto amor, le dejó sembrado en su corazón, después de tantos siglos en fiel espera. Cada quien, pensaba en sus asuntos, sus intereses, y, en el momento en que podrían traer de vuelta a Caridad, hecho que, les alegraba mucho más, el trayecto. Las Montañas de Firenever, estaban cada vez más cerca de los Guerreros de la luz, así como ellos, de hallar el Enigma que aguardaban cada uno de éstos rincones naturales.
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