Agatha, tiene un mal presentimiento

3097 Words
Llegó el viernes, último día laboral de la semana, por lo menos para Denisse. Era una mañana, asoleada, con una brisa fría y un tipo de energía extraña, que se respiraba en el ambiente. En el periódico, todos estaban conmocionados, pues, Don Argimiro, tenía muchos días sin aparecer; su esposa, había ido varias veces a buscarlo allí, sin encontrar indicios de él, algo que le pareció muy extraño. Alguien dijo, que era mejor darle parte a la policía, pues llevaba, más de setenta y dos horas, desaparecido. Otros dijeron, que no parecía necesario, él en algunas ocasiones, se echaba sus largas perdidas, con una moza afroamericana, de cabellos rojos, que tenía, en un restaurantito pequeño de la otra calle. En fin, era su esposa, quien tendría que poner la denuncia, pero, aparentemente, aunque algo preocupada, no le hizo mucho ruido el hecho de la ausencia de su esposo, con el que, tenía muchos problemas, dentro de su matrimonio. Al final, nadie puso la denuncia, ni los directivos del periódico, ni su esposa. - Señora, ¿irá a la comisaría a poner la denuncia? Pregunta uno de los periodistas, subalternos de su marido. - No, no se merece, aparecer siquiera, y, si lo hiciera, pues que sea, cuando Dios quiera. Mientras no esté en casa, mis hijos y yo, estaremos más tranquilos. Aunque no lo crean, nos ha dado mala vida, por muchos años, por lo que, es hora, de descansar de todas sus infamias, al menos mientras aparece. La respuesta de la esposa de Don Argimiro, sembró muchas dudas en los empleados del Daily Journal. Por otra parte, el departamento de administración, llamó a Denisse, a su cubículo: Ring, ring, ring... - Buenos días, habla Denisse, ¿en qué puedo ayudarle? - Buenos días, señorita Denisse, habla Amanda, de administración, ¿sería tan amable de acercarse a mi oficina? - Por supuesto, señorita Amanda, enseguida voy. Cuelgan la llamada, y, Denisse, se levanta de su silla, con mucha premura, para atender el llamado de Amanda, la encargada de dicho departamento. De camino al encuentro, se tropieza con Andrew, quien le pregunta: - Denisse, ¿crees que el viaje va, aunque no esté Don Argimiro, como guía y representante directo del periódico? - No lo sé, me acaban de llamar de administración, pero, sea positiva o negativa la decisión, igual, nosotros iremos, de los gastos, no te preocupes, yo correré con los tuyos y los míos. - Ni hablar, yo me encargaré de eso. Tengo un amigo que nos puede llevar en su mini-vans, sin inconvenientes y dejarnos allá. Y, para ir por nosotros, cuando hallamos terminado la investigación, le llamamos y listo. No nos cobraría absolutamente nada. - Okey, igual, déjame ver para qué me llaman, y cualquier novedad, te la haré saber. - Perfecto, estamos en contacto. Denisse, llega a la oficina de la señorita Amanda, se arregla un poco, respira y toca a la puerta. Toc, toc, toc... - Pase adelante, señorita Denisse, la esperaba. - Señorita Amanda, ¿cómo está?, permiso. - Siga, siga, tome asiento por favor. ¿Gusta beber algo? - Gracias. Oh, sí, claro, un café por favor. Amanda, le sirve el café, se lo da en sus manos y se sienta cerca de ella. - Señorita Denisse, tengo entendido que Don Argimiro, no aparece, sin embargo, es importante realizar el viaje ya planeado, hace varios días, y, la propuesta es sumamente tentadora, por lo que le haría muy bien a la empresa, si consiguieran la gran noticia, de manera que los directivos y yo, hemos decidido que, el viaje se realizará. En lugar de su jefe, irá usted, como representante del diario, y a su vez, como reportera, con su respectivo fotógrafo, el mismo que, usted eligió, y Raymond, el columnista de la Revista “Natura”, quien también se ha interesado mucho en la investigación. Pensamos que es importante que él vaya, porque tiene experiencia en Botánica, y, como es un lugar casi que inexplorado, es probable que, se encuentren allí, algunas plantas, de las que no se tenga mucho conocimiento, por lo que, él podría ayudarles. ¿Alguna objeción o duda, hasta aquí? - No, señorita Amanda, va todo muy claro. Responde Denisse, mientras bebe un sorbo de su café, al que olvidó, ponerle azúcar. - Le pregunto, porque me he dado cuenta que, ha fruncido el ceño, cuando le hablaba de la asistencia, de éste colaborador. - ¡Oh, no!, disculpe, mis gestos suelen ser muy expresivos, lo que pasa, es que, el café está muy amargo, no tiene azúcar. - ¡Ave María!, lo olvidé por completo, acá está el endulzante, disculpa. - Descuide. Bien, podemos proseguir, aunque quiero que sepa que, no es ninguna molestia que, el señor Raymond, nos acompañe, mientras más personas, mucho mejor. - Escuché, que deben llevar amuletos, de protección. - Sí, de hecho, los retiré ayer. Solicité que elaboraran más, por si se presentaba un caso, como el que me plantea. - Perfecto, Denisse, piensas en todo y eso, habla muy bien de ti y de tu profesionalismo. Para entrar en materia administrativa, te entregaré un cheque, para el pago de dichos amuletos y, este efectivo para los otros gastos, como transporte, comida, posada, entre otros. Cabe destacar, que debes traerme el soporte de los gastos, es decir, facturas, recibos, todo lo que puedas, recuerda el dicho, “Cuentas claras, conservan amistades”, aunque en éste caso, “Conservan empleos”. - No hay problema, señorita Amanda, de hecho, aquí le traje el recibo de los amuletos, que me fue entregado junto con dichas protecciones. - Muy bien, señorita, enhorabuena. Bien, teniendo el dinero de los viáticos, alimentos y estadías, sólo me queda desearles la mejor de las suertes y que vuelvan con bien y con esa gran noticia, que esperamos con ansias. Por cierto, recuerde contar el efectivo, verifique que está completo y firme por aquí, el acuse de recibo. - Así será, señorita Amanda. Cuente con eso, además, superaré sus expectativas. Enseguida, lo cuento y firmo. Denisse, tomó el sobre de manila que contenía el dinero, lo contó, verificó que estaba correcto y firmó la carpeta que le dio la señorita Amanda. - Perfecto, señorita Denisse, nos vemos en una semana. Si lo desea, puede irse a casa, a terminar de preparar lo necesario para el viaje. Así como, el señorito Andrew, a quien, por favor, le extiende el permiso. - Como usted ordene, señorita, de antemano, le agradezco, por confiar en nosotros y, sobre todo, en mí, como representante del periódico. - Estoy segura que lo harás muy bien, confiamos en tu pulso y en el ojo, del fotógrafo. Denisse, se despide, saliendo de la oficina de administración, muy contenta, con el sobre en la mano y todas sus esperanzas puestas en ese esperado viaje. Se encuentra a Andrew, con quien entabla una micro-conversación, extendiéndole el permiso de abandonar su sitio de trabajo, por lo que resta de día, para organizar lo que haga falta. Ambos, salen del periódico, con destino a sus hogares, para finiquitar los últimos arreglos y de esta manera, evitar correderas, poco rato antes de salir. Por otra parte, Agatha, está en su tienda, de un lado a otro, intentando concentrarse para atender a su próxima cliente, le dice a su asistente: - ¡No sé qué me está pasando hoy!, Diana, tengo un nudo en la garganta, como si quisiera llorar, así como también, unos escalofríos horribles y dolor de cabeza, muy intenso. - La verdad te veo muy pálida, ¿hace cuánto que te sientes así? Le pregunta su asistente, muy preocupada. - Tengo días con ciertos síntomas, parecían de resfriado, pero, cuando se me nubló la vista, sabía que no tenía nada que ver con una gripe casual. - ¿No te parece más inteligente, ir al médico? De pronto, podamos evitar algo peor. - Tenemos clientas que atender hoy, no será necesario. - A ellas, las podemos, re-agendar para otro día, Agatha, por favor, vamos al médico, yo te acompaño. - No, no, ya se me pasará, puede ser estrés, acuérdate que estos días han sido sumamente fuertes, entre las cosas personales y las laborales, y otras cositas, que no pueden faltar, terminan agotándome. - Agatha, insisto, como tú asistente o como amiga, deberías considerar la idea de ir a qué te vea un especialista. Si te vieras en un espejo, te asustarías de ti misma. - ¡Para, ya!, estás exagerando demasiado. Le dice Agatha, haciendo un gesto con la mano. En ese momento, Agatha, comienza a temblar como si de una epiléptica, se tratara, voltea los ojos, estos se le ponen en blanco y cae en el piso, desmayada. Diana, muy nerviosa, trata de despertarla, dándole suaves golpecitos en las mejillas, más no haya que hacer, Agatha, no despierta. De repente, se da cuenta que, del cuerpo de su jefa, levita un halo cristalino, como si el alma, se le hubiese salido, algo que, sin lugar a dudas, la asusta cada vez más. - Agatha, por favor, despierta, Agatha. Dios mío, ¿qué hago?, ¿a quién llamo?, Agatha, por favor, por favor, despierta. Pero, la luz, no despierta, ni da señales de vida, era como si en un instante, hubiera perdido la vida, lo que tenía tan asustada y nerviosa a Diana, que no sabía qué hacer o a quién pedirle ayuda, se le ocurre, llamar a una de las amigas. Toma el móvil, marcando el número de Denisse, el cual, comienza a repicar. Tuuuu, tuuuu, tuuuu... - Aló, Denisse, es Diana. - Ehh, Diana, Diana ahhh, sii, Diana, hola, dime ¿En qué te puedo ayudar? - Agatha, se desmayó, no hallo como despertarla, y, lo peor de todo es que, se le salió el alma. - Que se le salió, ¿Qué? Pregunta Denisse, sorprendida. - ¡Ay, Denisse!, pues el alma, el espíritu. - Pero ¿cómo se le va a salir el alma, a alguien que solo está desmayado?, - Pues no sé, no sé, yo estoy muy nerviosa, ella se desplomó y luego salió de su cuerpo o su boca, ese halo cristalino, yo asumo que eso es, el alma y de ser así, puede que no esté desmayada, sino que esté muerta, Denisse, no hallo que hacer. - Verifica si respira, y, luego tómale el pulso. - Okey, okey, ya voy. Diana, hace lo que le indica Denisse, dándose cuenta que efectivamente, está respirando y que tiene pulso, un poco bajo, pero goza del mismo. - Sí, Denisse, tiene pulso, es pausado, pero lo tiene y la respiración, con alguna dificultad. - Y Quédate tranquila, que ella no está muerta, sólo se desmayó, sabes, ¿si comió algo pesado, si tomó algún medicamento que le hizo daño?, Agatha, no es mujer de desmayarse, a menos que... - A menos que, ¿qué?, termina de hablar, Denisse, me estás asustando más de lo que ya estoy. - Agatha, estuvo haciendo alguna cosa, atendiendo a alguna cliente, con un caso en específico, revisando algún ritual, Quizás eso tenga mucho que ver, con lo que le ha pasado. - Sí, bueno, hace un momento, estaba aquí Doña Francisca, estuvieron en una sesión de adivinación, luego una consulta con los cristales y después, una limpieza de aura y alma, al terminar, ella como siempre, limpió el lugar de las energías negativas y luego, comenzó a sentirse mal. - Debió haber sido, eso, la carga de energías. Busca un poco de alcohol y, dale a oler, he escuchado que, así las personas reaccionan con rapidez, de un desmayo. - De acuerdo, así lo haré. Gracias, Denisse. No sé qué habría hecho sin tu ayuda. - Descuida, estamos para ayudarnos. Mientras, éstas, se despiden, Agatha, comienza a moverse, ya no de una manera tan brusca, sino, como si estuviera soñando. Diana, la mira y le dice a Denisse, a quien todavía tiene al teléfono, que su amiga, está intentando despertar, pero que, aún, no abre los ojos. De pronto, escucha algo que, en susurros, comienza a decir Agatha. - Denisse, Agatha, está susurrando algo, pondré el altavoz para que logres escucharla. - Okey, estoy atenta. Agatha, susurra: - “Vienen, ya están por llegar, el príncipe del mal, está aquí, abrirás tus ojos, cerrarás tu alma, su poder se fundirá en ti, Habrá terror en las calles, fuego, fuego, la ciudad se esconderá bajo el humo gris, llegará el mal, nos hará pagar, nooo, nooo, las luces desaparecerán, las hadas; polvo se harán”. - ¡Santas Hadas!, ¿qué son esas cosas, que está diciendo? - Debe tener una premonición, por lo general, le pasan cosas así. Suelen ser estos los síntomas, pero, tenía tanto tiempo sin tener una, que lo había olvidado. Ya, despertará, más tranquila, quizás olvidando todo lo que acaba de decir. - Aunque ella lo olvide, yo no lo podré hacer, eso es muy grave, Diana. - Pero, ¿Qué podríamos hacer con esa información?, Denisse. Agatha ha tenido visiones de cosas que aún no han sucedido. - No, eso no se puede olvidar tan fácil, eso que narró de su visión, nos compete a nosotras cinco. - No entiendo, absolutamente nada. - No es necesario que lo hagas, Diana. Trata de despertarla, vamos, necesito que esté lúcida. La asistente, muy confundida por lo que le está diciendo Denisse, intenta despertar a Agatha, quién, va saliendo del trance, donde estaba inmersa. - ¿Qué me pasó, Diana?, ¿Dónde estoy?, ¿Con quién hablas? - Te desmayaste, Agatha, estamos en la tienda y hablo con la señorita Denisse. - ¿Con Denisse? - Sí, ya se la comunico. - Aló, Agatha, ¿estás bien?, Diana me llamó preocupada, ¿recuerdas algo? - Aló, Denisse, no sé, me siento mareada, me duele mucho la cabeza y la parte baja de la nuca, he tenido una visión terrorífica, el mal está más cerca de lo que creemos y viene a hacernos polvo. - Ah, entonces, ¿sí te acuerdas? - ¿Si me acuerdo, de qué? - De todo lo que estabas diciendo, mientras estabas inconsciente. - Por supuesto que me acuerdo, solo que no siempre digo que es así, para evitar preguntas. - Pues, en éste caso, no las podrás evitar, porque, escuché todo lo que decías. Así que, dime, ¿esa premonición nos incluye a nosotras?, ¿no es así? - Totalmente amiga, las cinco luces estamos, en inminente peligro. - Tenemos que hacer algo, Agatha, no nos podemos quedar de brazos cruzados. - Claro que no, en cuanto me reponga, llamaré telepáticamente, a Danu, ella es la única que puede ayudarnos a descifrar, este aviso. - De acuerdo, si me necesitas, me llamas, hoy estoy en casa, con el asunto de los preparativos del viaje de mañana. - ¿El viaje, es mañana?, ¡Santas Hadas!, el tiempo se ha ido volando. - No se te olvide avisarme, Agatha, por favor. Y trata de reponerte. - No te preocupes, no es la primera vez que me pasa esto, últimamente han sido muy recurrentes. - Igual lo haces. - Está bien, no seas regañona, hablamos más tarde. Por cierto, antes de colgar, ni una palabra a las otras chicas de esto, por lo menos no todavía, no quiero alarmarlas hasta no tener seguridad, hablando con Danu. - Cuenta con eso, amiga. Hasta entonces. Luego de colgar, Denisse, sigue en sus quehaceres pre-viaje, mientras que Agatha, se toma una infusión de tila, que le preparó Diana, para que se calmara, mientras lo hacía, movía su cuello y espalda, de manera que relajara un poco sus vértebras, subía sus brazos en dirección al cielo, con movimientos circulares, y, así lograr la relajación total. Todo esto, para lograr concentrarse y llamar a Danu, desde su mente. - Agatha, ¿te sientes mejor? - Sí, Diana, muchas gracias por tu ayuda. - A la orden, estamos para eso. No sé, lo que estás haciendo, pero, deberías descansar. - Me relajo para comunicarme por telepatía. - ¿Telepatía? - Sí, Diana, es un tipo de comunicación, utilizando medios más allá de los sentidos, físicos estándar. La telepatía, por lo general, consiste en comunicarse de mente a mente, haciendo que alguien, sienta o piense u oiga, algo desde lejos, sin utilizar ningún tipo de sonidos, ni símbolos, ni nada más, que, el pensamiento desnudo. Aunque no hay pruebas, que la telepatía, como tal exista, puedes intentarlo, yo porque creo en eso y me ha funcionado muchas veces. Si quieres hacerlo, debes relajar tu cuerpo y tu mente, visualizar que el receptor está justo delante de ti y centrar tus pensamientos, en enviarle una simple palabra o imagen. La verdad, es que, no hay alguna prueba registrada en enciclopedias o diarios, que se pueda hacer, o que una mente actúe, mediante la proyección de pensamientos, en alguien. Incluso los estudios más favorables a la telepatía, nos han mostrado como mucho, la capacidad de provocar en alguien, una sensación de malestar o de nerviosismo, según sea el caso. La mayoría de los estudios, a lo largo de mi existencia, demuestran que la telepatía, no puede introducir en la mente de nadie, alguna impresión, que, actúe como orden o sugerencia, ni ninguna comunicación específica que, pueda llegar a ser entendida. Tampoco hay pruebas verosímiles de que se pueda leer la mente, o duplicar de una mente. Hoy en día, incluso los pensadores de lo paranormal, suelen refutar, explicaciones materiales como la admisión de “ondas cerebrales”. De hecho, tienen muchas otras definiciones, que guardan poca relación con las propiedades materiales medidas. Ahora, si tú, así como yo, crees que, existe un reino que, se ramifica al mundo material y medible, entonces la ciencia, no tiene la última palabra. - Es muy interesante, todo lo que me dices. Es más, me parece que, a éstas alturas, hace falta algo más que la pura ciencia, para entender lo que significaría realmente, el hecho de que existiera, alguna representación o nivel de comunicación telepática. - Así es, mi querida Diana. Así es. Bueno, espero que lo intentes, en algún momento, por lo pronto, yo sí necesito establecer una comunicación con carácter de urgencia. - Bien, Agatha. Sabiendo que te encuentras mejor, te dejaré a solas, para que hagas tu conexión, estaré afuera, si me necesitas. Diana, salió del salón, donde estaba conversando con Agatha, mientras ésta, continuó su ritual de relajación, para lograr obtener, una comunicación telepática efectiva, con Danu, la Reina de las Hadas, y, de ésta manera revelar, la información que aguarda, tras esta premonición.
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