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—¡Tienen cinco malditos segundos para desaparecer todos de mi camino!— Lujan ingresó gritando y tirando todo a su paso, no le importaba que el director y el subdirector estuvieran parados en la esquina, o que el inspector estuviera del otro lado, él se creía el dueño de la escuela, el más, más, el chico rudo quién podía tener a todos besándole los pies con un chasquido de dedos. —¿Disculpa?— curiosamente, sí, muy curiosamente, un chiquillo de gafas redondas y cabello rojizo desordenado tocó su hombro, Lujan frunció el ceño y sus amigotes juraban que podían ver chispas siendo emitidos de aquel muchacho rubio rebelde.—Em, disculpa pero ¿De pronto sabes dónde queda la oficina del director?— aquel preguntó muy ajeno a la realidad. —Tienes diez segundos para correr.— Lujan sacudió su hombro, justo en el lugar dónde el dedo de aquel pequeño había tocado. —¿Eh?— Min negó.— No soy del equipo de atletismo, sólo quería saber sobre... —Uno...— empezó a contar en alta voz.— Dos, Tres... —No entiendo.—Min miró hacia los amigos de aquel rubio quienes sonreían de lado burlones.—¿Qué sucede con él? —Eres pez muerto. —Un bollo aplastado. Los dueños de aquellas voces chocaron sus manos. —Siete, Ocho...— Lujan continuaba con su cuenta.— Nueve y... —¡Director Kwon!— Min pasó por el costado de Lujan y corrió hacia el mayor con su formulario de inscripción en la mano, su madre le había dicho que le entregara aquello al director para completar su matrícula. —¡Hey, Alto Allí!— Lujan demandó y Min se paró.  
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