Todo su mundo se detuvo en el preciso instante que su mirada color hielo cayó sobre el precioso rostro de Gleen. Incluso el paso de aquellos meses tormentosos, no parecían haber hecho mella en el perfecto semblante de aquel hombre. Las manos de Danika temblaron, mientras que las emociones se arremolinaban en su vientre, generando un apretado nudo que amenazaba con doblar su cuerpo a la mitad, con algo de ayuda de sus temblorosas piernas. Pero la hermosa agente cometió un error, el mundo no se había detenido, solo ella se había quedado petrificada mientras el tiempo se desvanecía a su alrededor. —Gleen—logró susurrar ella con un hilo de voz, olvidándose por completo de los tres hermanos a su alrededor, quienes esperaban con cautela el siguiente movimiento que deberían ejecutar. El chic

