Gleen recostó su espalda contra la fría pared del callejón, el sol comenzaba a morir en el horizonte, mientras la luna tomaba posesión de su trono en el cielo de una forma tan sutil, que pronto lo darían por hecho. Su cabeza aún le dolía, una extraña sensación punzante invadian el magullon que había crecido en el sitio donde Mathew D'Angelo lo había golpeado. El atractivo agente apretó los dientes con fuerza, odiandose a si mismo por haber permitido que aquel idiota lo golpeara. Pero pronto tendria la oportunidad de retribuirle cada golpe. Con desdén, volvió su vista hacia las calles ajetreadas, mientras esperaba con paciencia finita, la llegada de la persona que haría sus sueños una realidad. Los segundos se desvanecian en el tiempo, dándole paso a la paciencia y la ansiedad. Sin em

