Mathew: Milagrosamente, los gritos atroces y desesperados de Danika fueron silenciados, por lo que el sexy demonio de mirada bicolor fue capaz de continuar con su arduo trabajo con más tranquilidad. Él sabía que la bala no estaba muy lejos, puesto que había retirado incontables balas de las heridas de sus colegas o compañeros de trabajo; sin embargo, él debía admitir que ninguna de las veces anteriores le había resultado tan aterrador o estresante como en aquellos momentos. Finalmente, luego de algunos segundos, Mathew logró llegar hasta la pequeña cápsula comprimida de hierro y pólvora. —¡La tengo!—exclamó él con orgullo y felicidad, mientras tomaba la pequeña pieza entre sus dedos y la levantaba con emoción por encima de la pierna de la bella mujer. Sin embargo, cualquier sentimiend

