—Si sigo caminando estoy seguro de que mis pies se gastaran—soltó Eros cansado, luego de liberar un profundo suspiro. —Si siguen repitiendo eso cada diez metros, estoy seguro de que mis oídos se acabarán gastando—bufo Mathew, caminando junto a su hermano. Danika esbozó una tenue sonrisa mientras observaba a los dos hermanos repetir nuevamente su, ya habitual, discusión. Ambos iban un par de metros por delante de ella, ya que, cuando finalmente el dolor por la bala en su rodilla se volvió un impedimento para seguir avanzando por sí misma, y ella necesito de alguien que la asistiera, tanto el Dios mortal como el sexy demonio comenzaron a discutir entre ellos por ver quien sería su escolta personal. Por eso, fue Alexander D’Angelo, quien sin decir una sola palabra, rodeo a la bella agente

