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Sin más que decir, yo me despido...Que disfrutes de esta historia ❤️
Atte: Valentina M. Laborde
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Con el cuerpo tembloroso, la hermosa agente de mirada color hielo y cabello nocturno, bajo de la inmaculada Harley Davidson frente a la entrada principal de la casa de la familia D'Angelo.
Para esas alturas, si Estanislao D'Angelo no estaba al corriente de lo ocurrido con sus tres hijos, pronto lo estaría.
Tomando una larga y profunda respiración, como si fuera la última vez que tendría la oportunidad de hacerlo, ella inflingio valor a su corazón.
Con la mirada azul hielo clavada en el frente comenzó a caminar, luchando a cada paso con la idea de que sus músculos no temblaran.
«Eres Danika Ski, inteligente, hermosa y peligrosa. Eres la única capaz de sacar a los tres hermanos con vida de allí» se dijo a sí misma la hermosa agente, intentando convencerse de que el rey del submundo no la mataría.
Pero aquello no era del todo cierto. Estanislao estaba acostumbrado a trabajar de cierta forma; el hacia lo que consideraba más conveniente, y su sangre fría le permitía deshacerse de los cabos sueltos a discreción sin inmutarse. Con esto en mente, Danika Ski podría estar presenciando el último atardecer de su vida.
Pero no le importaba, no cuando tenía muchas cosas que arreglar.
Cuando finalmente logró llegar a la entrada principal de la increíble casa, ella se preparó para golpear la puerta, sin embargo está se abrió ampliamente antes de que sus nudillos tan siquiera rozaran la superficie.
Un aviso, él sabía que estaba allí.
Sintiendo que su corazón latía de forma frenética y desesperada en el centro de su pecho, Danika comenzó a avanzar hacia el interior de la casa, logrando por algún milagro que sus pasos fueran firmes y decisivos.
Conforme se adentraba más y más al interior de la lujosa casa, la hermosa agente de mirada color hielo comenzó a notar algo que nunca antes le había ocurrido; cada esquina de cada pasillo o entrada de una sala estaba flanqueada por al menos dos hombres bien armados.
Estos sujetos, muy lejos de limitarse a seguir su paso con la mirada, se unieron a su recorrido, manteniendo siempre una distancia considerable, pero no lo suficientemente como para darle lugar a escapar, menos aún con las armas que cargaban sobre sus pechos.
Si ella tenía al menos una pálida duda de si Estanislao estaba al tanto de su verdadera naturaleza, viendo a los hombres allí ya tenía la respuesta.
Danika avanzó más y más, siendo guiada por el increíble número de hombres que comenzaban a ponerla nerviosa paso tras paso.
Sin embargo, el nivel máximo de nervios y pánico lo alcanzó segundos después, cuando al voltear por una esquina, se encontró al rey del submundo, sentado en una lujosa silla en el centro de la sala, a su lado de pie se hallaba la reina de aquel imperio.
Sintiendo sus fuerzas flaquear bajo la miradas de hielo de ambos, Danika avanzó unos pasos antes de caer de rodillas ante él y comenzar a llorar.
Las lágrimas que se deslizaban por su rostro con pereza no eran por miedo a su posible muerte, no aquello le traía sin cuidado.
Lo que más le aterraba a Danika era aquello, ver el rostro de aquellas dos personas y sentir el peso de sus propias mentiras repercutiendo en la ausencia de los tres hermanos.
—Lo lamento—susurró la hermosa agente atreviéndose a elevar levemente la barbilla.
—¿Qué lamentas en realidad?—comenzó a decir Estanislao arrastrando las palabras—¿Haber enviado a prisión a mis tres hijos, o enamorarte de dos de ellos?
Danika lo observó, manteniendo su mirada azul hielo firme contra la de él antes de responder a su pregunta.
—Todo. Lamento el jodido día en que me cruce en sus vidas—escupió ella con dolor.
Sin embargo, no fue Estanislao el que respondió, si no que las mordaces y agudas palabras salieron de la propia Isabela Cortéz.
—Yo también, Danika Ski, lamento el día en que te cruzaste en nuestras vidas y yo no llene tu cabeza de plomo—siseo la hermosa mujer cuyos marrones ojos estaban plagados de odio.
Aquello fue como recibir un golpe en la boca de su estómago, sin embargo en cierta forma sentía que lo merecía.
—¿A qué viniste?—dijo el rey del submundo, poniéndose de pie para permitirle sentarse a su esposa, quien parecía estar al borde de un colapso nervioso. Esto o estaba preparada para asesinar a Danika.
Las dos opciones eran muy probables.
Secando las lágrimas de su rostro, la hermosa agente de mirada color hielo comenzó a incorporarse, intentando y fallando en mantener su mentón elevado.
—Necesito de su apoyo para liberar a sus hijos—soltó la hermosa mujer sin inmutarse.
Estanislao la observó durante varios segundos antes de estallar en risas, los hombres que la habían escoltado hasta allí siguieron su mismo ejemplo.
Al parecer, todos habían encontrado graciosas sus palabras, todos exacto Isabela Cortéz.
—¿Te burlas de nosotros, mocosa?—siseó la mujer de cabello oscuro como la noche y mirada marrón enardecida de odio—. Me sacas a mis hijos y luego intentas mentiroso para hacernos caer en la misma trampa.
Danika Ski enderezó su columna y luchó para que el peso de sus palabras no se hundieran como puñales dolorosos en el centro de su pecho.
—No me burló, solo intento redimierme y corregir mis errores—respondió la hermosa agente.
Está vez fue el turno de Estanislao de hablar, sin embargo su mirada color esmeralda no estaba colmada de odio y rabia como la de su esposa, por el contrario, entre todo el dolor y la desesperanza que vibraba en su cuerpo, algo nuevo comenzaba a surgir desde las profundidades.
Danika no supo si aquello era bueno o malo ya que no logró identificar el sentimiento reflejado en su mirada.
—¿Por qué? Según tengo entendido, los agentes de inteligencia son soldados bien entrenados sin sentimientos ni emociones… menos aún con la capacidad de sentir culpa por entregar a los villanos de la historia—presionó el rey del submundo, quien con su habilidad para leer e interpretar a las personas, había sabido que ver en el rostro de la mujer.
La hermosa agente de cabello color noche tragó duro, mientras llenaba sus pulmones de oxígeno en profundas bocanadas de aire antes de responder.
Ella les contó todo, absolutamente cada pedazo de su vida desde que había ingresado al entrenamiento, incluso cuando se volvió la mejor de la agencia, todas y cada una de las verdades que la hacían quién era quedaron al descubierto, dejándola desnuda e indefensa frente a aquella familia de monstruos.
Pero a ella no le importaba, no cuando tenía algo peor que perder aparte de su vida, cuando eran los tres hermanos quienes estaban en peligro.
Isabela Cortéz no dijo una sola palabra, simplemente se limitó a observarla, sin embargo Estanislao comenzó a caminar por la habitación, pasando una mano por su dorado cabello.
En la distancia, Danika no pudo evitar notar el parecido que tenía con su hijo mejor.
—¿Qué estás dispuesta a hacer para recuperar a mis hijos?—preguntó de forma abrupta el rey del submundo.
—Cualquier cosa—respondió ella de forma refleja, sin inmutarse en el peso de sus propias palabras.
—¿Matarlas a tu propia gente?—presiono Estanislao.
—Estoy dispuesta a morir de ser necesario—volvió a responder ella.
Pero al pronunciar aquellas palabras, el rey del submundo se dió la vuelta de forma veloz, clavando su mirada en la hermosa agente.
—No, cualquiera puede morir, más si es por alguien que le importa—comenzó a decir Estanislao—¿Tú estarías dispuesta a matar a las personas con quién creciste y compartiste tu vida? ¿Serías capaz de vivir por el resto de tu vida con el peso de sus muertes en tus manos?
Él tenía razón, había una clara diferencia entre morir y vivir con la muerte de alguien en tus manos, con el fantasma de su recuerdo atormentando tu mente una y otra vez.
Pero ella ya había matado, lo había convertido en su propio deporte, por lo que manteniendo la cabeza elevada respondió:
—Estoy dispuesta a matarlos a todos de ser necesario, incluso a Gleen—sentenció ella, sintiendo como las palabras que decía se asentaban en su interior como una especie de confirmación de sus futuras acciones.
El rey del submundo sonrió ampliamente, revelando unos caninos blanquecinos adornando aquella aterradora mueca.
—Bien, eso quería escuchar… ahora sí, Danika Ski, comencemos—ronroneo el hombre cruel y tirano que portaba la corona de aquel imperio.