Nuevo hogar

2570 Words
POV de Elena   Entré al edificio y fui directo a la oficina de Drago. Estoy cubierta de sangre, cortes y moretones. Eliminé con éxito a mi objetivo, pero no contaba con que mi objetivo tuviera tantas personas que aún pelearían por él incluso después de que lo mataran. Sin embargo, luché contra muchos hombres grandes para tratar de salir del lugar en el que estaba. Estaba en una habitación sin ventanas. Era luchar o morir, y elegí luchar. No estoy lista para dejar este mundo aún. Muchas personas dirían que nuestras vidas están en manos del destino, pero desde que tenía quince años, he dicho que al diablo con el destino. Tomo mis propias decisiones y eso es definitivo. Siento miradas sobre mí, tal vez por la forma en que luzco, pero lo ignoro. Tan pronto como me detengo frente a su puerta, la puerta se abre de golpe. Maddie me mira con los ojos muy abiertos. ―Jesús, Ele, ¿estás bien? ―Maddie, una de mis amigas, pregunta. Normalmente no se preocupa mucho, pero por la expresión en su rostro sé que esta vez está preocupada. ―Estoy bien. Parece peor de lo que me siento ―dije. Ella asiente y me deja entrar. Drago me mira y veo que sus ojos se abren por un segundo antes de volver a la normalidad. Apuesto a que luzco mucho peor de lo que me siento. ―Elena, ¿se ha completado tu última misión? ―Drago pregunta. Drago es el creador de los Guerreros de Élite. Nadie sabe acerca de este grupo de Guerreros de Élite, ni siquiera los ancianos o reyes del mundo sobrenatural. El grupo es muy pequeño pero intrépido. Drako, el hijo de Drago, me encontró cuando tenía quince años. Había sido abusada mental y sexualmente, golpeada, rechazada y casi muerta. Drako me cuidó y cuando decidí quedarme, él me enseñó a convertirme en una guerrera y me volví muy buena en ello. Nuestro grupo es único. Drago tiene a alguien que se comunica con él cuando quieren hacer un trabajo. ―Sí, señor. El objetivo ha sido eliminado y no hay cabos sueltos ―dije. ―Excelente trabajo, Elena. Puedes ir y arreglarte ―dice Drago orgulloso. Asentí antes de dar media vuelta y salir por la puerta.  Me dirigí a mi habitación y dejé mis armas junto a la puerta. Como Maddie y Drago saben que he regresado, enviarán a alguien para limpiar mis armas. Agarré algo de ropa y ropa interior antes de ir al baño. Me desvestí y entré en la ducha. Abrí la ducha, apretando los dientes cuando el agua fría golpeó mi cuerpo antes de calentarse. Hoy fue mi última misión. Mi abuelo murió hace tres meses y me dejó su compañía. He estado tratando de equilibrar la compañía y ser una guerrera, pero no es fácil porque a veces, como Guerrera de Élite, me llaman de repente para hacer un trabajo y no sabemos cuánto tiempo llevará. Así que hablé con Drago, Drako y Maddie, y llegamos a la solución de que debería encargarme de la compañía. Drago conocía a mis abuelos y mis abuelos sabían que estaba aquí con Drago. No estaban muy contentos de que estuviera entrenando para convertirme en una Guerrera de Élite, pero después de enterarse de lo que mi compañero me hizo... decidieron que era lo mejor siempre y cuando siguiera con mis estudios y fuera a la universidad. Eso fue lo que hice. Dejé de usar mi apellido Rusi, que pertenecía a mi padre, por el apellido de mis abuelos... Santos. Luego terminé la escuela secundaria en línea, y luego fui a la universidad en línea. Sabía que si mi padre estuviera aquí, estaría feliz porque sabía que mis abuelos lo estaban. Estaba orgullosa de mí misma también. Demonios, todavía estoy orgullosa de mí misma. No soy la misma niña débil de quince años que solía ser. Solo deseo que mi loba deje de tener tanto miedo y se presente. Suspiré, cerrando la ducha. Agarré la toalla y me sequé con ella. Me vestí y terminé de secarme el cabello con la toalla. Tan pronto como salí del baño, vi a Maddie. ―¿Estás lista? No creo que quieras presentarte en tu compañía toda golpeada ―dice, haciendo un gesto hacia mí. Me miré en el espejo a mi lado. Tengo el labio partido. Un pómulo fracturado, cortes y algunos moretones empezaban a mostrarse. ―Deberías ver a los otros tipos ―comenté, haciéndola reír. Regresamos a mi habitación. Una vez dentro, ella pone su mano sobre la mía y sus ojos se vuelven blancos. ¿Mencioné que Maddie es una bruja? Sí, es una bruja y la compañera de Drako. La cazaban porque su aquelarre es un aquelarre de brujas oscuras y Maddie tenía la capacidad de curar. Cuando Maddie se negó a usar sus poderes para el mal, intentaron matarla, pero ella huyó, Drako la encontró y la trajo con nosotros. Aquí aprendió, al igual que el resto de nosotros, y sus poderes crecieron. Ella no quería salir a la batalla, pero quería ayudar cuando regresamos heridos. ―Allí. Todo listo ―me sonríe. No necesito mirarme en el espejo porque me siento como nueva. ―Gracias Maddie ―sonreí y la abracé. ―Voy a extrañarte, Ele ―Maddie susurra mientras me abraza. ―Ya sabes dónde y cómo encontrarme si alguna vez necesitas algo ―le dije y ella asintió. ―Mantente a salvo ahí afuera ―me pidió. ―Haré lo mejor que pueda ―la tranquilicé. ―Eso es todo lo que pido. Ahora vamos. Drago quiere verte ―me informa Maddie. La seguí fuera de la habitación y de regreso a la oficina de Drago. Tan pronto como entramos, Drago y su hijo Drako me miraron. Maddie fue hacia Drako y él la besó. ―Tengo un coche listo para llevarte a casa de tus abuelos ―comenta Drago, pero no me mira. No le gustan las despedidas. ―Esto no es una despedida, señor. Sabes dónde encontrarme y cómo contactarme si alguna vez me necesitas ―le dije. Esta vez me miró. ―Lo sé, Elena, pero te he llegado a querer como a una hija. Lo que pasaste… nadie debería haber pasado por eso. Solo recuerda que siguen ahí afuera y que ya no eres esa niña pequeña que eras. Siento mucho que no pudiéramos ayudar a que tu loba saliera a la luz ―se lamenta Drago, con lágrimas brillando en sus ojos. ―Todo sucede por una razón, señor. Lo que hemos pasado fue demasiado para los dos. Quizás algún día ella sepa que la protegeré y se mostrará, pero por ahora, estoy orgullosa de la mujer en la que me he convertido ―admití, haciendo que Drago sonriera. ―Me alegra escuchar eso. Si alguna vez necesitas algo, no dudes en llamar ―me recuerda Drago, acercándose a mí y abrazándome. Escucho un gemido en mi cabeza y sé que es mi loba. Puedo sentirla y a veces puedo escucharla gemir aquí y allá, pero tiene demasiado miedo para mostrarse. ―Igualmente. Si tú o alguien necesitan algo, no dudes en llamarme ―le dije una vez nos separamos del abrazo. Abrazo a Maddie―. Recuerda siempre que eres más poderosa que ellos ―susurré al oído de ella. Maddie aprieta su abrazo antes de soltarme. Luego abrazo a Drako―. Gracias por salvar mi vida, hombre. Eres como el hermano que nunca tuve. No, eres mi hermano mayor ―dije en su oído. ―Y tú eres mi hermanita ―susurra Drako antes de retroceder y besar la parte superior de mi cabeza.  Les sonrío antes de regresar a mi habitación y agarrar mi bolso de viaje y maleta. Voy al ascensor y veo a todos formados en una fila a ambos lados de la pared. Al final está Drago. Me detengo y miro a todos mientras se giran hacia mí. Abrazo y me despido de todos. El trabajo que hacemos aquí es muy peligroso y a veces no regresamos con vida. Cuando me acerco a Drago, los recuerdos de mi llegada aquí por primera vez me golpean, seguidos de mi entrenamiento y mi primera misión. Pero la parte más importante de todas las sonrisas y risas que tuve aquí me golpean más fuerte. Este lugar no solo salvó mi vida y me enseñó a ser quien soy hoy en día. Este lugar es mi hogar y las personas aquí son mi familia. Cuando llego a Drago, no puedo evitar que las lágrimas caigan. ―Gracias por hacerme la mujer que soy hoy en día. Gracias por darme un hogar y una familia, papá ―dije antes de abrazarlo. Él me abrazó más fuerte. ―Mantente a salvo, Elena. Te amo, hija mía ―susurra Drago en mi oído antes de soltarme.  Respiro profundamente antes de retroceder. Drako se acerca, agarra mi bolso de viaje y entra al ascensor conmigo. Me despido de todos con la mano mientras Drako ingresa el código seguido del botón para subir. ―¿Quién es el conductor? ―le pregunté a Drako. ―Sabemos que no quieres que nadie sepa todavía que eres la nueva dueña y directora ejecutiva de la empresa, así que seré yo quien te lleve ―dice Drako. No puedo evitar sonreír ante esto. Una vez fuera del ascensor, lo sigo hasta su Jeep. Él coloca mis cosas en la parte trasera y yo subo.  El trayecto a casa de mis abuelos, quiero decir, a mi casa, es tranquilo. Pensé en vender la casa, pero no pude. Mi bisabuelo construyó ese lugar para él y su compañera. La heredó mi abuelo y después de que encontró a su compañera, ambos vivieron aquí. Después de que fallecieron, descubrí que me habían dejado la casa. Llegamos al portón y Drako ingresa el código. Sí, él tiene el código, pero lo cambiaré esta noche después de que se vaya. No es que desconfíe de él porque confío, es solo que demasiada gente conoce el código y es mejor prevenir que lamentar. ―No olvides cambiar el código, Elena. El código es antiguo y quién sabe quién tiene acceso aquí ―dice Drako, y no puedo evitar sonreír. Él me conoce demasiado bien. Después de todo, fue una de las personas que me entrenó. ―Lo haré. Lo cambiaré esta noche ―le aseguré. Él asintió, estacionando frente a la casa. Dalton, mi chofer y uno de los trabajadores estaban al frente de los demás trabajadores.  Mi abuelo y abuela siempre tuvieron dos criadas, Lisa y Bonnie, el cocinero Chris, Dalton, que es el chofer, y Jeff, el jardinero y limpiador de la piscina. Han estado aquí desde antes de que naciera y mis abuelos confiaban en ellos, al igual que yo. Además, Drako ha investigado a fondo sus antecedentes. Salí del Jeep. ―Hola, señorita Elena. Bienvenida a casa ―sonríe Dalton. ―Gracias, Dalton. Hace frío aquí fuera. No es necesario que todos estén aquí en el frío. Vayan adentro ―les dije. Todos sonríen, pero Jeff y Chris agarran mis cosas. ―Llevaremos estas a tu habitación ―dice Dalton. ―Gracias ―sonrío antes de que se vayan. ―Tienes mi número si alguna vez necesitas algo ―comenta Drako. ―Tú también, hermano mayor. Cualquier cosa, sin importar lo grande o pequeña ―le dije, él asintió y me entregó el bolso de viaje que llevaba antes. ―Aquí están tus armas y munición ―vuelve a hablar Drako. Miré la bolsa de viaje, luego volví a mirar a Drako. ―¿Qué? Pero… ―Sí, lo sé. Todas las armas deben permanecer en el armero, pero estas armas fueron hechas y personalizadas solo para ti. Son tuyas y de nadie más ―dice Drako. No sabía esto, pero ahora entiendo por qué obtuve las mismas armas durante diez años. ―Esto es increíble. Iba a comprar algunas, pero me alegra no tener que pasar por ese problema. Vamos adentro, te haré un cheque por ellas ―le comentó. ―No necesitas pagarnos. Es un regalo de papá y mío ―se niega Drako. ―Debe haber costado mucho tener estas armas hechas y personalizadas solo para mí ―me sentí mal. ―Es un regalo, Elena ―repite Drako, y me abraza de nuevo―. Cuídate, hermana ―dijo antes de subir a su Jeep. ―Drako ―lo llamo, haciendo que me mire―. Si tú, papá o Maddie necesitan algo para ustedes mismos o para nuestra casa, avísame. Ayudaré en un instante ―le aseguré. ―Gracias, Elena ―sonríe y se va.  Suspiro viendo cómo las luces se hacen cada vez más pequeñas hasta que el auto desaparece. Me giro y voy hacia adentro de la casa. Tan pronto como entro a la casa, dos bolas de pelo saltan sobre mí, haciéndome caer al suelo. No puedo evitar reír. Tengo dos perros. Mis perros son pastores alemanes puros. Lobo me fue regalado por mis abuelos en mi cumpleaños número dieciocho, pero a Rain... la rescaté de un tipo que la estaba maltratando. Drago me permitió tenerlos conmigo y me ayudó a entrenarlos. Pobre Rain, me tomó mucho tiempo ganarme su confianza, pero eventualmente se acercó y esos dos significan el mundo para mí. Moriría por ellos. Para algunas personas, puede ser extraño que una mujer loba tenga dos perros, pero confío en ellos con mi vida al igual que ellos confían en mí. ―Señorita Elena, ¿desea algo para comer o beber? ―me preguntó Lisa. ―No, gracias Lisa. ¿Lobo y Rain ya comieron? ―le pregunté. ―Sí, señorita, y también han salido al exterior ―me aseguró ella. ―Gracias Lisa. Oh, ¿podrías hacer que Dalton venga a mi habitación, por favor? ―le dije. ―Sí, señorita Elena ―sonrió y le devolví la sonrisa, luego fui a mi habitación con mis perros siguiéndome. Lobo y Rain se acostaron junto a la cama mientras yo comenzaba a desempacar mi ropa y guardarla. Hubo un golpe en mi puerta. ―Pasa ―le dije a quien fuera. ―¿Me llamó, señorita? ―preguntó Dalton. ―Sí, Dalton. ¿Sabes cómo cambiar el código de las puertas? Me refiero a la puerta principal de la casa y las otras ―le pregunté. ―Sí, señorita ―contesta. ―Por favor, cambia el código en todas las puertas que lo requieran, y cuando termines quiero la tableta para poder ver quién está en el sistema. Solo quiero a los trabajadores y a mí. Nadie debe ser agregado a menos que yo haya dado permiso ―le ordené, y él asintió. ―Sí, señorita Elena. ¿Qué código sería el nuevo? ―me preguntó. Le doy el nuevo código y él se va.  Una vez que terminé de guardar la ropa, coloqué mis pistolas en diferentes lugares ocultos alrededor de la casa. Luego agarré mi McMillian TAC 50, mi Barret M95 y mi Barret M82 y coloqué una en diferentes lugares de la casa, memorizando dónde está todo. Estos son mis rifles de francotirador. Los tengo tan bien escondidos que ni siquiera las personas que trabajan aquí sabrán dónde están, e incluso si los encuentran, saben que es mejor no tocar lo que no es suyo.
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