Empezar de cero

2678 Words
Narra Alexander No se a que hora me dormí, pero cuando me deserte Cath ya no estaba en la cama, cuando me iba a levantar ella entró a la habitación con una bandeja de desayuno. Me sonrió, se sentó enfrente de mi y me dio un beso en los labios, pude notar como le brillaban los ojos. —Buenos dias cariño, ¿como dormiste? —Estas tu aca en casa, y cuando me desperte aun seguías aqui, asi que yo diria que excelente. Dijo con una sonrisa sobre su rostro, yo tambien le sonreí, me acerque ella y la bese, no puedo dañarla, seria la cosa más ruin que podría hacer si lo llego hacer, durante el desayuno me estuvo contando las cosas que sucedieron aquí durante mi ausencia, al igual que yo esta preocupada por Nathaniel, según le dijo Tom no esta comiendo y cada dia habla un poco menos, ese niño adoraba y amaba tanto a su madre que era muy difícil de explicar pero a la vez era hermoso de ver. Cuando terminamos el desayuno, ambos nos bañamos y nos alistamos para ir a nuestros trabajos, la lleve hasta el hospital, luego de despedirme de ella, seguí mi camino hacia la empresa, cuando llegue todos me recibieron bien, cuando entre al ascensor toque el botón para ir directamente a la oficina de Tom, a los dos pisos el ascensor se detuvo y entró la persona mas desagradable que quiera ver en mi primer dia, ella al verme se sorprendió al verme. —Alexander qué bueno es volver a verte. —Lamento no decir lo mismo. Siendo sincero no se que haces aun aquí, debí despedirte cuando me entere lo que le habías hecho a Liz. Dije con resentimiento, cada vez que la veía tenía ganas de cortarle la garganta, pero Liz nos lo había prohibido tanto a mi como a Jonathan, y si “accidentalmente” le pasaba algo Liz iba a saber que habíamos sido nosotros. Ella me miró con una sonrisa. —Yo no tengo la culpa que Tom se haya enamorado de mí, y eso es algo que Elizabeth no pudo soportar, aunque es su culpa no saber retener un hombre. Me dijo sin borrar esa maldita sonrisa, me cansé de que diga estupideces, detuve el ascensor y la acorrale contra la pared del ascensor mientras le ponía mi daga sobre su cuello, al ver lo que hice su color desapareció de su rostro. —Escúchame bien maldita estupida, ya me canse de tus malditas palabras y de tus malditos juegos, antes había alguien que te protegía de no matarte pero ella ahora no está y si vuelvo a escuchar que le faltas el respeto a Liz estando o no yo, vas hacer la cena de mis lobos y si aprecias tu vida mas te vale que te mantengas lejos de Tom y de mi sobrino por que te juro que tu mayor tortura va hacer tener vida, ¿fui claro? Le dije mirándola fijamente y sembrando miedo como el hijo de puta que soy, ella solo asintió como pudo y luego de unos segundos la solté, cayó de rodillas mientras intentaba respirar nuevamente, apreté el botón y puse nuevamente el ascensor en marcha, pasaron unos segundos y llegue al piso de Tom. Al parecer ella iba a la oficina de él y al manos es inteligente por qué decidió no bajar, cuando llegue hasta su oficina como siempre ahi estaba su secretaria. —Buenos dias. —Buenos dias señor Samuels, es bueno verlo nuevamente. —Muchas gracias, ¿se encuentra Tom? —El señor Sharpe, llego como todas las mañanas pero hoy no es su mejor día. —Entiendo, muchas gracias por el dato. Le dije con una sonrisa, Susan siempre ha estado con Tom, desde que conozco a los Sharpe siempre ha estado con ellos, y desde que a sucedido lo de Liz ha estado siempre al tonto de el y de Nathaniel. Cuando entre a su oficina de Tom, él estaba sentado en su lugar recostado hacia atrás con los ojos cerrados, en su mesa había una botella de whisky y en su manos tenía un vaso de la misma bebida. —¿No te parece que es muy temprano para estar bebiendo? Le dije apenas entré, se incorporó en su lugar mientras yo me sentaba enfrente de él, me miró con los ojos entrecerrados y se terminó su bebida de un solo trago, solté un suspiro y negué con la cabeza. —¿Cuando llegaste? —Anoche. —Y supongo que mi hermana ya lo sabe, ¿verdad? —Es mi esposa, obviamente que fue la primera en enterarse de mi regreso. —Aun no me acostumbro a esa palabra. Dijo fastidioso, habían pasado casi cinco años de mi casamiento con Cath y el aun seguia rencoroso por eso, Cath y yo no le dábamos importancia, las palabras de Liz fueron “se va a tener que acostumbrar por que desde ahora son cuñados y lo más importante es que ustedes se aman, pero ustedes déjenmelo a mí” dijo con una sonrisa para luego guiñarnos un ojo. Miré a Tom con una sonrisa y él puso los ojos en blanco. —Si estas aqui, significa que no has encontrado nada, ¿no es asi? Dijo serio y yo tambien, molestar a Tom a veces era divertido hacia que me olvidara de la mierda en la que estábamos viviendo, pero el tema de Liz era delicado, y cuando menciono eso yo también lo mire con seriedad. —No, no encontramos ningún rastro, levantamos cada piedra en suiza nuevamente, nos cargamos a todos los hijos de puta que se nos cruzaba en el camino, pero nadie sabe de ella, pero si lo hicieron prefirieron morir antes de decir la verdad. —¿Y qué vamos a seguir haciendo? Charlize y yo levantamos cada roca y tambien matamos e incineramos a cada maldito hijo de perra, pero nadie sabe nada, es como si se la hubiera tragado la maldita tierra. —Lo único que nos queda es esperar a encontrar nuevas pistas. —¡Yo no puedo seguir esperando!, ¡necesito encontrar a mi mujer y a la madre de mis hijos, ella estaba embarazada!, ¿estás consciente de lo que te estoy diciendo? —Estoy muy consciente de lo que me estás diciendo, estoy muy consciente de la situación, pero ¿qué más quieres hacer? No podemos bombardear todo el mundo, si hacemos eso vamos a iniciar una guerra sin retorno, tenemos una reputación que cuidar, no solo somos mafiosos también somos empresarios reconocidos, esa es nuestra fachada para todos nuestros viajes, no podemos perder la cabeza. —¡Tu lo dices por que no haz perdido a nadie! —¿Estás seguro que no perdí a nadie? he pedido mas de lo que he querido o alguna vez he deseado, que tenga a tu hermana en mi vida, eso no quita que he perdido a las dos personas que mas he querido en esta vida, no te equivoques conmigo Tom, yo no soy ninguno de tus malditos perros falderos, yo soy un lobo y aca tenemos el mismo rango. Le dije muy enojado pero firme a la vez, el soltó un suspiro y al parecer se calmo por que se volvio a sentar en su lugar, y yo hice lo mismo por que se que no es lugar para hablar de esto, cuando las cosas se calmaron un poco más, volvimos a hablar de otras cosas, cuando terminamos de hablar me fui hasta mi oficina y cuando entre me encontré con una persona que no veia hace varios años. Narrador omnisciente Constanza, Rumania. Como todos los dias el estaba en su despacho supervisando sus negocios corruptos, si bien nadie es inocente él es el peor de todos, todos sus planes hasta ahora iban como los había planeado, nadie sabia sobre el, nadie sabia todo lo que había planeado desde las sombras y cuando obtuvo lo que quiso se volvió a esconder en las sombras que ahora eran su mejor arma hasta el momento, estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo pero todo esa concentración se fue cuando escucho varios golpes en la puerta. —Adelante. Dejó enojada, ya que había dado la orden que nadie lo molestara a menos que sea de vida o muerte. Cuando vio a uno de sus hombre de confianza lo fusiló con la mirada, su sirviente puso la mano detrás de su espalda y agacho la mirada. —¡¿Que mierda quieres?! ¡Dije que no queria que nadie me molestara! —Mi señor, la señora ha despertado de su coma. Dijo con miedo a la reacción de su jefe, pero en realidad esa noticia alegró de una manera que no esperaba, su jefe se levantó de su lugar, y salio de su despacho lo más rápido que pudo, subió las escaleras para ir a la habitacion de ella, había esperado mucho tiempo para verla despierta, eso no era parte del plan pero le facilitó el trabajo cuando la habia traído a Rumania sin que nadie sospechara nada. Cuando entró a su habitación un médico la estaba revisando, cuando vio sus ojos nuevamente, parecía que el mafioso más temible hasta ahora estaba feliz por lo que estaba viendo. —¿Cómo se encuentra mi mujer? Le pregunto al médico que estaba ahí, cuando ella lo miró, frunció el ceño, lo miraba con incertidumbre, cuando el médico terminó de revisarla, miró al hombre que había entrado a la habitación. —La señora se encuentra físicamente bien, las pocas lesiones que tenía se curaron a la perfección, pero la señora… —¿Quién eres tú y en donde estamos? Dijo la mujer que estaba sentada sobre la cama interrumpiendo a los hombres que estaban hablando, el hombre que había entrado a la habitación preocupado por su mujer se le formo una sonrisa en el interior por haber escuchado lo que estaba esperando, pero no podía demostrar eso por dos razones, la primera era porque no debía demostrar emociones frente a sus sirvientes y la segunda era por que no debia demostrar esa felicidad por que su mujer no se acordaba de las cosas, se acercó a ella y corrio a todos los demás de la habitación haciendo que los dejaran a solas. —Mi amor, por fin estás despierta, no sabes lo que he deseado que este momento llegara. Le dijo fingiendo, el ceño fruncido de la mujer se hizo más pronunciado al escuchar las palabras de ese hombre, el se acerco y la abrazo, ella solo se quedo quieta sin saber que hacer, estaba desorientada y con su cabeza completamente en blanco, pero el olor del hombre se le hacia familiar pero ni siquiera lo menciono, espero unos segundos a que ese hombre la soltara, hasta que finalmente la dejo de abrazar pero él no se alejó de ella, solo dejo de abrazarla para apoyar su frente sobre la de ella. —Se que estas confundida y que no encuentras respuestas claras pero vamos a salir adelante juntos, como siempre lo hemos hecho, te lo juro. Le dijo mirándola a los ojos, era azul contra marrón, en ella había incertidumbre y desorientación, mientras que en los ojos de él había satisfacción y determinación en la situación, ella lentamente se separo de él. —No se quien eres, no se en donde estoy y tampoco se mi nombre, asi que no me digas que vamos a salir juntos de esto por que no puedo confiar en ti. —Aunque no recuerdes quien eres tu escencia sigue igual. Le dijo con una sonrisa, pero ella solo hizo una mueca, soltó un suspiro pero la puerta se abrió, ambos giraron la cabeza esperando ver a alguien, pero no había nadie, hasta que luego de unos segundos vieron a una hermosa nena. —Papi, ¡mami está despierta! —Si princesa, mami por fin despertó de su siesta. Le dijo el hombre con una sonrisa mientras que la niña saltaba de felicidad por toda la habitación, pero la mujer aun sentada en la cama seguía confundida. Tocó el hombro del hombre que estaba cerca de ella, y él la miró al instante con una sonrisa. —Ella me acaba de decir mami, necesito respuestas, dime al menos tu nombre. —Se que estas confundida mi amor, pero todo poco a poco va air mejorando, y respecto a mi nombre soy Sebastian. —¿Y tú y yo… —Tu eres mi esposa y también eres la madre de nuestra hija, de nuestra pequeña Nerea. Le dijo aun con la sonrisa en su rostro, pero ella no podía estar más confundida que antes, ¿lo que le había dicho ese hombre no era logico o si? esa duda y muchas más le rondaban por la cabeza, de tanto pensar en todo lo que estaba pasando le dio un leve dolo de cabeza, al sentir eso soltó un quejido de dolor. —Yo se que es un poco abrumador pero poco a poco te vas a ir recordando de las cosas, pero mientras tanto no te esfuercen en recordar. —Es facil decirlo, no eres tu el que tiene la falta de memoria. —No Liz, no es facil saber que mi esposa no recuerde que soy su esposo y tampoco recuerde a nuestra hija. —Disculpa, ¿como me dijiste? —Liz, te dije Liz, tu nombre es Elizabeth pero yo te digo Liz. —Entiendo. Dijo casi inaudible mientras agachaba la cabeza, porque claramente estaba mintiendo, no estaba entendiendo nada de todo lo que estaba pasando. Sebastian se levantó de la cama y le dio un beso en la cabeza antes de agarrar a su hija en brazos, cuando la tuvo en brazos empezó a caminar hacia la puerta y cuando estaba por salir se detuvo y se giró para verla. —Ahi esta el closet con tus cosas y la puerta que está ahí esta el baño por si queres darte una ducha, cuando estes lista te estaremos esperando abajo. —No tardes mami. Le dijo la hermosa nena que estaba en los brazos de su padre, y mientras salía de la habitación la saludaba con la manito. u ando la puerta se cerro dejándola sola pudo soltar todo el aure que estaba conteniendo en sus pulmones, estaba tan consternada por la situacion que no se habia dado cuenta que su rostro estaba lleno de lágrimas, recién despertaba y ya llena de preguntas, sin contar que se scientia sola y con un gran vacío en su corazón, algo le decía que nada de esto estaba bien, pero no entendía lo que estaba bien, si recién se despertaba y se encontraba con un esposo y una hija que ni recordaba. Soltó otro suspiro y se levanto de la cama muy despacio, sus piernas las sentia tan adormecidas que le costaba caminar, cuando se acercó hasta un espejo no se reconoció, no supo si era ella en verdad, tenía que empezar de cero y eso era lo que más furia le daba, quería gritar, quería llorar y quería hacer tantas cosas pero a la vez no quería hacer nada, se alejo de ese espejo y fue hasta el closet, cuando entro vio un montón de ropa,carteras, zapatos y accesorios, saco de los cajones ropa cómoda y se metió al baño para poder tomar una ducha y cuando se volvió a mirar se dio cuenta que debía empezar de cero y esa era una sensación que no le gustaba, sabía que fuera de esa habitación había un hombre que decía ser su esposo y una nena que decía ser su hija pero en ninguno de los dos casos recordaba, eran sensaciones vacíos y que le seguía sin agradarle, soltó otro suspiro y se metio debajo del agua para poder dejar de pensar un poco en todo lo que estaba por enfrentar en algunos minutos cuando saliera de esa habitación, era empezar de nuevo y eso no le agradaba.
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