Capitulo 5. Tiempo fuera

862 Words
Andrés duro más de la cuenta en la mansión, creo que tomo unos días de descanso al ver que no mejoraba de mi recaída. Los mareos incesantes y mis desmayos lo pusieron alerta. -Ya salieron los exámenes Lucero, pero no me dejan ver aun la causa de tu sintomatología, lo mejor será realizarte otros tantos. - ¿Más sangre? -resople haciendo un mohín Tomo mis labios entre su mano y los apretó uniéndolos, me atreví a pensar que quería darme un beso, y me vi nuevamente cerrando los ojos. -¡Uy! Pero estas como antojadiza. Abrí rápidamente los ojos y lo vi con la sonrisa más grande que me ha ofrecido, se divertía con mis inocentadas, y yo empezaba a amar hacerlo feliz. Descansaba recostada en mi cama, llevaba tiempo sin salir de la habitación y esta calma me estaba matando, jamás desde que mama murió he tenido descanso, pase de ser la niña consentida de mi madre a ser la esclava personal de Margarita y el engendro de su hija, mi amor eterno jamás se opuso a los mandatos de la bruja. Estoy pensando en hablar con Andrés, claramente está exagerando con sus cuidados y yo no lo soporto más, jamás he estado acostumbrada a tales atenciones y me siento totalmente inútil. Camine despacio hasta su habitación, para no despertar mis náuseas y sosteniéndome de a tantos al comenzar a sentir mareos, no le voy a demostrar que aún me siento mal, es más voy a decirle que quiero ir al centro comercial, María cumple años en unos días y su obsequio será mi boleto de salida de la cárcel de cristal.  Toque dos veces la puerta y me retire un poco para esperar que abriera, nada; me acerque nuevamente y golpee más fuerte, esperaba atenta, nada; comprobé si alguna luz estaba encendida mirando debajo de la puerta, nada. -Ha de estar en el despacho- me sugerí. Dispuesta a caminar nuevamente me detuve por un leve sonido en la habitación, como de un cristal rompiéndose, tomé el pomo de la puerta y sin temor a su reacción abrí y entre sin más, arrepintiéndome instantáneamente de mis impulsos de adolescente y mi faltan de cordura. Sobre la cama y de una posición muy profesional, yacía una joven como la del otro día en el carro de Andrés y sobre ella estaba él desnudo y erecto, y ahora los dos me miraban mientras deseaba con fuerzas poder correr, en lugar de esto cuando decidí tomar marcha vino a mí el mareo recurrente y me tumbo al suelo cual doncella en apuros mientras me sentía más inútil que en cama y mi corazón dolía justo en el orgullo. Traté de levantarme y solo conseguí girar para darle la espalda a la escena porno que se desarrollaba frente a mí, y  sin pensarlo mis ojos comenzaron a llover nuevamente y como solo aquí o solo él lo habrían provocado. Oía al fondo los murmullos de Andrés y su señorita mientras se movían por la habitación buscando lo que supongo era la ropa que les faltaba, sentí pasos cerca de mí y luego oí como cerraban la puerta, perfecto así no tendría que excusarme, llegare a gatas hasta mi dormitorio, ya allí sería más fácil levantarme con la ayuda de mi cama, me disponía a moverme cuando unas manos sujetaron mi cuerpo levantándome con una facilidad exquisita y acunándome cual niña pequeña, sentí invadirme por un sueño mientras mi última imagen eran sus hermosos cielos.  Trato de moverme, pero me siento dormida, mi cuerpo no reacciona mucho a mis órdenes, abro de a poco los ojos y de inmediato me siento aturdida, un televisor encendido es lo primero que enfoco, me duele la cabeza en un intento por recordar. - ¿Niña? Bendito sea el cielo despertó- reconocí su voz al instante, pero mis palabras no fluyen y solo puedo mirarla. -Voy a llamar al doctor niña, espéreme aquí despiertica, no se duerma. María emprende hacia la puerta y me dirige otra mirada amorosa. -Por favor no se duerma más niña. Sus palabras me descolocan un poco y empiezo a orientarme. Al poco tiempo ingresa mi enfermera de la mansión, un doctor, Andrés y María de último, Andrés se adelanta a todos y toma mi mano mientras besa mi frente. - ¿Mujer, me recuerdas? ¿puedes hablarme? ¿sabes dónde estás? -Andrés sabes que esto es lento y aún no sabemos el daño que pueda haber, no la presiones. Le reprende el doctor, quien se ve un poco mayor que Andrés, él lo mira y siento que se resiste para responder imponente, me mira y me sonríe, creo que eso si puedo hacerlo y trato de sonreírle de vuelta, sus ojos se encienden, esos cielos que me alteran ahora tienen brillo y al parecer mi mueca de sonrisa lo produjo. -Mujer, tomate tu tiempo y no te preocupes, empezaremos a hacerte pruebas para evaluar daños, todo será muy lento, sin embargo, el que hayas despertado es un avance. ¿Qué haya despertado? ¿Es que cuánto dormí? De repente me siento mareada y lo miro fijamente, quiero dormirme con su rostro en mi mente.
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