{Mila}
Milán, Italia 2017
«Amo mi trabajo, amo mi trabajo».
Repetía una y mil veces mientras maldiciones salían a borbotones de mi boca cuando visualicé que el tráfico que no avanzaba. Eran las nueve de la mañana y aun no llegaba a la oficina y sabía de antemano que, si mi jefe no me veía en cinco minutos, comenzaría a pedir mi cabeza en bandeja de plata por retrasarme otro maldito día.
No podía no culparme, mi vida nocturna me dejaba agotada al grado de pegarme a la cama como si fuera un imán consumiendo la poca energía que me quedaba, dejándome en pleno estado vegetativo.
Como decía ... amaba demasiado mi trabajo para estar levantada con solo dos horas de sueño.
Pasé una toalla desmaquillante por el desastre que había dejado en mi rostro el lavarme sin antes haber hecho aquel proceso y vestía ropa sutil para pasar desapercibida - como siempre - en la oficina. A penas los autos comenzaron a avanzar aceleré lo mas que podía y me mentalicé una buena excusa para que no me despidieran por mi falta.
Me tomó un año conseguir las prácticas en la firma de abogados «Dimarco & Partners». Era la más importante en Milán y con la mejor preparación para personas como yo que estaban en su último año de carrera y no querían quedarse de brazos cruzados esperando acabar la cursada para comenzar a buscar ofertas de trabajo. Siempre fui ambiciosa con lo referente a mi vida, nunca me gustó dejar nada a último momento o hacerlo de mala manera. Mis calificaciones siempre fueron excelentes, mi desempeño en lo que hacía me destacaba entre los demás, jamás me rendí a pesar de todo y siempre seguí adelante, sobreviviendo.
Luego de entrar a la firma como becaria y comenzar con el papeleo, mi jefe André Dimarco notó el esfuerzo que le dedicaba día a día en aprender y demostrar mis habilidades sin siquiera haber terminado los estudios y sin pensarlo dos veces, decidió entregarme un caso en conjunto con su hijo, Estefano. No podía negar que hicimos un excelente trabajo y así comencé incorporándome poco a poco hasta llegar a donde estaba luego de un año.
Todavía seguía trabajando con Estefano, hacíamos buena pareja laboral y la verdad me sentía muy cómoda trabajando con él, exceptuando cuando me coqueteaba sin ser nada sutil. No negaba que a sus veintinueve años era un hombre atractivo, ejercitado y con un cerebro de envidiar, pero no era mi estilo de hombre. No tenía mis gustos, no soportaría llevar mi ritmo de vida, era muy conservador - aburrido - como para soportar mi desvergonzado modo de disfrutar.
Me tomó veinte minutos llegar a la oficina y salí como alma que llevaba el diablo luego de estacionar y adentrarme al edificio. Mostré mi identificación en la recepción y subí al ascensor marcando desesperada el séptimo piso; una vez que comenzó a subir saqué mi móvil y lo desbloqueé para chequear el buenos días de mi hermana Katia.
Apenas llegué a mi piso y las puertas se abrieron corrí a mi oficina descubriendo en el trayecto el alboroto que había. Observé policías hablando con mi jefe a lo lejos y mujeres cuchicheando sobre el asunto.
Me tomó no más de cinco minutos y unos cuantos halagos a las viejas sin vida social, sacarles información y sonreí satisfecha.
Un nuevo caso.
Y de los que me excitaban.
Por lo que logré recolectar mientras bebía una taza de café, me enteré de que en la madrugada hallaron un cuerpo atado en una habitación de un club. Dejé de oír la información cuando noté a Loreley salir de la oficina del jefe con una carpeta contra su pecho e iba hacia la oficina de Estefan.
Me alisé el cabello y la falda y fui detrás de ella mientras la tomaba con delicadeza del hombro.
- Mujer relájate, a estas prisas te saldrán arrugas de tanto estrés - comenté burlona y a la vez masajeé sus hombros, ella se tensó por unos instantes y luego me sonrió en respuesta.
- Buenos días Mila, el señor Dimarco me pidió llevarle unos documentos a Estefan con suma urgencia y... - respiró por lo rápido que hablaba y me observó seria - ¿Tú no tendrías que estar con él?
Hice una mueca restándole importancia al asunto y fui a lo importante.
- No importa. Ya estoy aquí, vamos - la vi negar mientras nos acercábamos a la puerta de la oficina y fruncí el ceño sin entender - ¿Qué sucede?
Tragó saliva y apegó aún más los papeles a su pecho, se acercó levemente mientras susurró:
- El señor me pidió explícitamente que tú no tienes que estar presente. Los documentos son solo para su hijo, tú no estás involucrada en este caso. Él no quiere en lo absoluto.
¿¡Qué!?
Sobre mi cadáver.
Suspiré mientras llegábamos a la oficina y la sujeté delicadamente del codo cuando quiso tomar el pomo. Desde que llegué a trabajar supe de los gustos sexuales de Loreley, le demostraba que no me daba cuanta de las miradas o indirectas que me lanzaba a la hora de querer saber más de mí y era hora de tomarlo a mi favor.
- Espera - la arrinconé con cuidado en una esquina y me apoyé en la pared, mordí mi labio observando sus ojos café - entiendo que el jefe quiera que tú le des esos papeles, pero yo he trabajado por más tiempo con Estefan, él se encuentra ocupado en estos momentos y si le llevo yo los documentos no se enfadara por la intromisión - acaricio sutilmente la mano en la que tenía los papeles -. Vamos, es por tu bien; el jefe te tiene todo el día de aquí para allá, es momento que alguien te consienta ¿No crees? - cuando vislumbré una negativa querer deslizarse de sus labios me apegué más a su cuerpo logrando que le comenzaran a temblar levemente las piernas. Apenas podía mantener la mirada por lo que tomé el control - Déjame ser yo la que te mime una vez, ve y relájate - ofrecí y me acerqué a su rostro para rozar mis labios en su oído - prometo recompensarlo.
Me alejé rápido de ella y le regalé mi mejor sonrisa «mosquita muerta» a la vez que le arranqué los documentos de las manos.
- E-está bien - articuló como pudo y se ruborizó ¡Bingo! -. Entra y mientras lo haces iré a ver si el señor André termino su reunión, luego tú y yo debemos hablar más tranquilas sobre tu compensación.
Asentí y me acerqué al pomo. Le guiño un ojo - Dalo por hecho cariño.
Sin esperar más tomó camino a la recepción y yo me apresuré a abrir los documentos en busca de la dichosa información de la que no debía enterarme. Comencé a leer lo más veloz que podía y quedé impactada por lo que encontré.
"MUJER DE VEINTE AÑOS HALLADA ATADA DE PIES Y MANOS EN UNA CRUZ CON SIGNOS DE TORTURA."
Leí más abajo y busqué el lugar en donde ocurrió el asesinato y descubrí un nombre que llamó mi atención.
Olimpo.
Junto a otro que me resultó vagamente familiar: Sasha Ivanov.
Cerré los documentos memorizando la dirección del lugar y entré sin tocar al despacho de mi compañero de trabajo.
- ¡Buongiorno Estefano! ¿Come ti sei svegliato? - le di los buenos días y pregunté cómo estaba en su idioma, en cuanto lo vi sentado en su escritorio tecleando en su computadora y revisando unos papeles.
Apenas me escuchó levantó la mirada regalándome una sonrisa moja bragas y si no hubiese conocido tan bien a los hombres, en ese instante habría estado de rodillas regalándole una grandiosa mamada en agradecimiento por tan caliente gesto.
Opté mejor por una sonrisa educada.
- Buongiorno Mila, grande ¿E tú? - respondió con su acento perfecto mientras se ponía de pie y caminaba en mi dirección a saludarme. Bajó la mirada y me observó de pies a cabeza logrando que me riera y negara por su descaro - Estás preciosa como siempre ¿Qué tienes ahí? - miró mis manos.
Observé brevemente la carpeta y se la entregué.
- Es la documentación con un nuevo caso - respondí tranquila tomando asiento.
Estefano ojeó con rapidez y después dejó la carpeta en el escritorio y se sirvió una taza de café. Tomé los lentes de lectura que llevaba puestos en el cuello de mi camisa y me los coloqué para luego observarlo.
- Bien, escúpelo ¿De qué se trata?
Tomó asiento y bebió de su taza de café tomándose su tiempo. Siempre hacía lo mismo cuando quería evadir alguna pregunta, por lo que ya esperaba la misma respuesta que me dio Loreley minutos atrás.
- No estás en el caso Mila - fue todo lo que dijo.
Fruncí la nariz y me crucé de brazos. Necesitaba saber qué sucedía, por qué me negaban la información.
- ¿Por qué? - cuestioné haciendo un breve puchero.
Sabía que funcionaba por cómo descendió sus ojos a mis labios y tragó saliva. Sonreí con timidez usando a la perfección mis armas.
- Es un caso bastante rudo por lo que leo - pasó las hojas y su semblante se endureció - definitivamente tú no trabajarás conmigo. El asesinato fue en un club exclusivo aquí en Vía Valtellina y nos toca defender al acusado.
Me acomodé en el asiento y apoyé los brazos en el escritorio repiqueteando las uñas en la lustrada madera. Me habían nombrado ese club hace tiempo y nunca tuve la oportunidad de ir. Sabía que de algún lado se me hacía familiar el nombre Olimpo. Interesante.
- ¿Qué tiene de malo Estefano? - me quejé sabiendo que no era la primera vez que algo así pasaba - Hemos trabajo en peores casos, no veo lo malo en defender al acusado.
Negó a la vez que dejó la documentación a un costado y clavó sus ojos en mí.
- ¿Confías en mí? - asentí - Entonces hazme caso cuando te digo que esto no es para ti.
Me di por vencida dejando el tema atrás sin hacer más preguntas. Desde pequeña había sido curiosa y había metido mi nariz donde no me llamaban, era por eso que supe que, si esa vez no me querían en el caso, era porque el tema estaba siendo jugosamente delicado.
Me levanté acomodando mi falda y mi blusa bajo el escrutinio de Estefano, le sonreí con parsimonia y me dirigí a la puerta.
- Está bien Estefano. Si no me quieren ahí por algo será - inquirí elevando mis hombros -. Iré a llamar a la señora Ferrara para la cita de las tres de la tarde - le lancé un beso y me fui directo a mi pequeña oficina.
Ingresé y saqué mi móvil del bolso. Tecleé rápido a mi hermana y me dispuse a hacer una nota mental sobre qué debía llevar para mi cita de esa noche.
____****____
Estacioné en la cochera del edificio y subí a mi departamento quitándome los tacones en el camino. Al entrar pude percibir la soledad en el lugar por lo que intuí que mi hermanita todavía no había llegado, tomé una botella de agua de la heladera junto con una manzana verde y me senté en el sillón para revisar mi correo y ver un poco de tele.
Tiré la basura al cesto y me dispuse a ordenar un poco mi habitación, levantando la ropa sucia de la noche anterior; terminé de organizar todo como deseaba y me metí al baño para tomar un ducha y relajar mis músculos fatigados. Me encantaba mi vida tal cual estaba y no negaba que quizás me exigía más de lo que podía dar, pero al recibir el resultado deseado mi satisfacción le ganaba al cansancio sin lugar a dudas.
Me tomó una hora relajarme, lavar mi cuerpo y cabello; salí envuelta en una bata y entré a mi vestidor en busca de mi atuendo para esa noche teniendo una leve idea desde de que estuve en la oficina sobre lo que deseaba vestir.
Decían que la curiosidad mató al gato ¿no?
Pues esa noche la gatita al menos moriría sabiendo.
Era terca de nacimiento y cuando se me metía algo en la cabeza nadie me lo lograba sacar ni a punta de pistola. Esa mañana al leer el informe junto con las palabras atada y cruz mi excitación por saber que escondía ese lugar creció instantáneamente, sumando que no me convocaron al caso claro estaba.
Tomé un vestido n***o con algunas partes en cuero y lo complementé con un conjunto de lencería negra de encaje. Enfundé mis piernas en unas medias a juego - a centímetros antes de la terminación del vestido - y unos tacones rojo sangre que compré exclusivamente para esas ocasiones. Comencé a alaciar mi cabello y a la vez marqué el número de Katia dejando el móvil en altavoz.
Uno, dos, tres timbres ...
- ¿Mila? - contestó agitada.
Sonreí negando y seguí peinando mi cabello.
- ¡Bingo! - exclamé burlándome de ella porque tenía registrado mi número y aun así me respondía dudosa - ¿Dónde estás?
Escuché a lo lejos voces y agudicé el oído intentando identificar al dueño.
- ¿Estás con ese imbécil de nuevo? - resoplé cabreada.
- Mila, hoy por la mañana creí salir del departamento con veinte años. Soy bastante mayorcita para hacer con mi vida lo que me venga en gana - siseó enojada y me indignó.
Estúpida.
- Okey - dije tajante -. No sé si llegue a casa esta noche así que no me esperes - reí sin humor después de formular aquello -. Si es que llegas a dormir por supuesto - ironicé.
Murmuró un par de cosas sobre no saber qué iba a hacer y corté sin esperar a las clásicas peleas. Con Katia nunca tuve una buena relación desde que cumplió trece años y me reclamaba ser mejor que ella en todo como si aquello hubiese sido mi culpa o como si yo hubiera buscado competir siempre con ella. A pesar de saber que no llevábamos la misma sangre la amaba como si hubiéramos compartido el mismo útero y sabía que todo lo que me decía para herirme, no lo sentía realmente.
Terminé con mi cabello y me maquillé tranquila, tomando una cerveza y bailando un poco. Apliqué un poco de perfume en mi ropa, escote y cuello, deseando que llegara la hora para poder salir. Una vez organizado todo para matar el tiempo, tomé una chaqueta de cuero, mi cartera de mano, llaves del auto y salí al estacionamiento.
Me tomó quince minutos llegar al club, aparqué lo más cerca posible y le puse la alarma por si las dudas. Una vez que llegué a la puerta pidieron mi identificación mirando mi atuendo por más tiempo del debido y me dejaron entrar sin ningún problema.
Dejé mi chaqueta en el guardarropa y visualicé el lugar estudiándolo un poco. El lugar contaba con dos partes y en la que estaba en ese momento era la discoteca, misma que parecía normal y servía para lo mismo que todas las de los clubes en esa ciudad; la otra parte estaba detrás de ese salón y era el lugar a donde quería ingresar. Me acerqué a un hombre de seguridad y no me tomó mucho tiempo seducirlo para que me llevara a donde deseaba.
Al llegar me pidieron que llenara una planilla de confidencialidad y que entregara mi identificación por resguardo del establecimiento. Lo hice sin pensarlo y me dieron la «Bienvenida» al Olimpo, sonreí victoriosa mientras caminaba por el pasillo levemente iluminado y atravesé un pequeño cortinado bordo. Al ingresar observé maravillada el lugar, era más grande de lo que imaginaba; había mesas llenas de hombres y mujeres bebiendo sus tragos mientras observaban el show de mujeres bailando y tal cosa me dejó quieta por un momento apreciando todo. Me acerqué a la barra a pedir un Martini y pedí que me lo llevaran a una mesa vacía que capté frente al escenario. Dejé atrás la apariencia sumisa y frágil que optaba por tener todos los días en mi vida diaria y saqué a relucir mi verdadero yo ... seductor y descarado.
Tomé asiento en lo que anunciaban el comienzo de un nuevo show y un camarero me sirvió el trago a la vez que aprovechaba para guiñarme un ojo.
- Oye - lo tomé de la mano - ¿El dueño del lugar se encuentra esta noche? - pregunté regalándole una sonrisa sensual.
El chico de no más de veinte años me observó y asintió para luego devolverme la sonrisa.
- El señor Ivanov se encuentra todas las noches en su VIP - señaló a mi costado derecho y noté a varios hombres sentados, pero solo uno llamó mi atención, por lo que lo observé con lentitud. Cabello perfectamente peinado al costado, su gran cuerpo estaba revestido por un pantalón de vestir azul marino y una camisa blanca con las mangas remangadas hasta los codos que dejaba ver en sus brazos tatuajes recubriendo en su totalidad la piel. Mordí mi labio por el placer que era mirarlo y cuando llegué a su rostro me di cuenta de que él también me estaba observando sin perder detalle, tomé mi copa y lo saludé guiñándole un ojo aprovechando aquella divina coincidencia y copió mi gesto. Le dijo algo al oído a su acompañante.
Las luces del lugar se volvieron más bajas y la presentadora dio la bienvenida al nuevo show informando los nombres de cada mujer y su disponibilidad al momento de terminar. Por lo que noté que además de ser un club sado, también era un prostíbulo.
Interesante.
Me acomodé en mi asiento y la música comenzó, reconociéndola al instante.
▸Dangerous love
You're no good for me, darlingYeah, you turn me awayLike I'm begging for a dollar ◂
La letra me tomó desprevenida y sin pensarlo me bebí todo el contenido de la copa, pidiendo en seguida otra. Decidí ver a las chicas bailar y no darle importancia a aquella canción por mas perra que fuese y sentir que me las estaban dedicando precisamente a mí... que me estaban diciendo «oye eres una idiota ¿sabes?»
Bebí la otra copa y sentí el alcohol tomar el control sobre mi cuerpo y calentar mi sistema. Noté a mi izquierda una mujer bajando del escenario y bailando en el proceso, metro setenta, rubia, pechos operados y mirada traviesa que me ubicó para dirigirse a mi encuentro. Se posicionó delante mío y comenzó a bailarme al compás de la música, moviendo sus caderas lentamente, mordiéndose el labio sin dejar de observarme. Enarqué una ceja sin dejar de beber mi trago y sonreí cuando se acercó un poco más tomando mis hombros para subirse a horcajadas en mi regazo. El grito de los hombres no tardó en llegar pidiendo sexo explícito en el acto, por lo que sin dudarlo la tomé de las caderas a la rubia y la acomodé a mi antojo sobre mí. No me gustaba que se me acercaran sin mi consentimiento, pero esa noche estaba permitido y me valía todo.
Comencé a mover mis caderas creando una leve fricción en ella que la hizo jadear y tomar delicadamente mi mentón para morderlo. Miré de reojo a mi derecha y noté al adonis de mirada intensa observar la escena maravillado, estaba dándole el gusto de conocer una parte de mí que no cualquiera conocía a las primeras de cambio, le estaba mostrando solo un poco de lo que era capaz de hacer en cuanto a placer se refería. No quitó sus ojos de nosotras y hasta creí que dejó de parpadear por lo que decidí mostrar un poco más de mí y tomar a la rubia del cabello y morderle el labio inferior para luego besarla con rudeza, sin nada de delicadezas, siendo a mi manera.
El griterío a mis alrededores me dio la satisfacción de saber que les gustaba las demostraciones lésbicas por lo que la rubia encima mío se liberó de mi agarre y me tomó de la mano para llevarme con ella al escenario. Decidí acompañarla sin perder nada a cambio y me subí un poco mas el vestido mientras ascendía mostrando mis medias de liga.
▸When you walk out that door
Don't you come back no moreMy heart has had enough of the give and take◂
Absorbida por lo que decía la melodía comencé a mover las caderas de forma circular, con lentitud, a la vez cerré los ojos y dejé que mi acompañante me tomara de atrás y mordisqueara mi hombro.
Desde que aquel cobarde me abandonó no volví a sentir nada nunca más por nadie, mi corazón ya no latía influenciado por lo que el amor provocaba, ya no sufría, ya no dolía.
Abrí levemente los ojos y vi a los hombres parados observando la escena. Algunos se acomodaban sus visibles erecciones, otros devoraban los labios de sus acompañantes, excitados por la demostración erótica que les estábamos dando. Me giré y dejé que la chica tomara mi trasero mientras yo pellizcaba sus pezones sobre la tela de su corsé y le daba un rápido beso. Cuando sentí que la canción terminó me aparté de ella.
- ¡Mierda! - musitó y se abanicó la cara - Me has dejado mal...
Rio por sus palabras.
- Mila, me llamo Mila - le concedí mi nombre al ver que no sabía cómo referirse a mí. Observé luego a las demás mujeres que no vi bailar, ser llevadas por hombres detrás del escenario y mientras algunas conversaban, otras eran manoseadas en el proceso - ¿Cuál es tu nombre, cariño? - pregunté y antes de responder me pidió que bajáramos y se acomodó la ropa.
- Me llamo Margot - respondió luego de eso y me extendió la mano. Se la tomé con fuerza - Por lo que vi, estas acostumbrada a este ambiente.
Asentí y vi a un hombre que se acercaba a ella y le pidió que fuera a su habitación a esperar a dos hombres que pagaron por ella. Cuando asintió como despedida hacia mí y se fue, opté por irme a sentar, seguir bebiendo y conocer el lugar, pero me vi interrumpiendo mis planes al ser tomada levemente del brazo.
Me di la vuelta y me liberé de un leve tirón.
- Perdón - miré al hombre que había tenido aquel atrevimiento y vi descaradamente su cuerpo y rostro, asintiendo después para que prosiguiera -. El señor Ivanov pide que lo acompañe el resto de la velada - extendió su mano para hacer formal aquella invitación y mi sonrisa creció al saber de quien se trataba.
Era lo que estaba esperando y llegó a mí sin buscarlo.
Acepté su mano y me dirigí a mi objetivo desbordando sensualidad, clavando mi mirada en el hombre que me observaba relamiendo sus labios, desnudando mi cuerpo con su desvergonzada verificación.
Todo estaba saliendo tal cual me lo propuse esa mañana.
Iba a saber quién era Alexander Ivanov y por qué lo culpaban del asesinato en su club.
❤❤❤❤