La casa estaba sumida en un silencio tenso tras la conversación con Gabriel. Las revelaciones de la noche anterior habían dejado a Lucía con un nudo en el estómago y la certeza de que estaban en peligro. La figura de Arkham Consulting se alzaba como una sombra amenazante sobre sus vidas, y aunque Gabriel había prometido protegerla, Lucía no podía ignorar la sensación de que ahora todo estaba en sus manos.
Esa misma madrugada, mientras Gabriel dormía, Lucía encendió su computadora portátil y comenzó a buscar información sobre Arkham Consulting. A primera vista, la empresa parecía legítima: contratos de infraestructura, asesorías legales, y una lista interminable de logros corporativos. Sin embargo, cuanto más profundizaba, más se daba cuenta de que algo no cuadraba.
Entre los documentos públicos, encontró referencias a investigaciones por lavado de dinero y conexiones con figuras del crimen organizado. También halló un patrón: muchas personas que intentaron exponer los negocios turbios de Arkham desaparecieron o enfrentaron “accidentes” sospechosos.
Fue entonces cuando descubrió un nombre que la hizo detenerse: Manuel Ocampo. Este hombre, mencionado en varios informes, parecía ser una pieza clave en la red de Arkham. Lucía tomó nota del nombre y decidió que debía averiguar más sobre él.
La Primera Jugada
Al día siguiente, Gabriel parecía más distante. Lucía intentó confrontarlo, pero él evitaba mirarla a los ojos.
—Voy a trabajar tarde hoy —dijo mientras se ajustaba la corbata.
Lucía sabía que no podía confiar en que él le contara todo. Así que, después de que Gabriel se fue, tomó la iniciativa. Contactó a Sofía nuevamente y le explicó su plan: quería encontrar a Manuel Ocampo.
Sofía, aunque nerviosa, aceptó ayudarla. En pocas horas, logró obtener información clave: Manuel solía frecuentar un club privado en la ciudad, un lugar exclusivo y con acceso restringido.
—¿Cómo piensas entrar? —preguntó Sofía, preocupada.
Lucía no estaba segura, pero sabía que debía intentarlo.
—Voy a encontrar la manera. No puedo quedarme de brazos cruzados.
El Encuentro Inesperado
Esa noche, Lucía llegó al club vestida para impresionar. Había pedido prestado un vestido a Sofía, y el maquillaje cuidadosamente aplicado la hacía lucir como si perteneciera a ese mundo de lujos. Con la cabeza en alto, logró pasar la entrada alegando que tenía una cita con un m*****o.
Una vez dentro, el ambiente era opulento. El salón principal estaba lleno de hombres en trajes caros y mujeres con vestidos deslumbrantes. Lucía caminó con confianza, fingiendo buscar a alguien. Fue entonces cuando lo vio: Manuel Ocampo, sentado en una mesa al fondo, rodeado de varios hombres.
Lucía sabía que debía actuar rápido. Se acercó a la barra y pidió un trago, manteniendo a Manuel en su campo de visión. Después de unos minutos, aprovechó que él se levantó para dirigirse a otra sala. Lo siguió con discreción, hasta que lo encontró solo, encendiendo un cigarrillo en una terraza privada.
—Manuel Ocampo —dijo Lucía, rompiendo el silencio.
El hombre se giró, sorprendido.
—¿Nos conocemos? —preguntó, entrecerrando los ojos.
Lucía respiró hondo antes de responder.
—No, pero creo que tenemos algo en común: Arkham Consulting.
El rostro de Manuel cambió de inmediato. Su mirada pasó de la sorpresa a la sospecha.
—¿Quién eres y qué quieres?
—Solo quiero respuestas —dijo Lucía, mostrando determinación. —Sé que trabajas para Arkham, y sé lo que le hicieron a Valeria.
Por un momento, pensó que Manuel la ignoraría, pero en lugar de eso, soltó un suspiro y apagó su cigarrillo.
—Ven conmigo —dijo, señalando hacia un rincón más apartado de la terraza.
Verdades A Medias
Manuel miró a Lucía con cautela mientras comenzaba a hablar.
—Si sabes de Valeria, entonces sabes demasiado. Arkham no tolera que la gente se entrometa en sus asuntos.
—¿Qué le pasó realmente? —insistió Lucía. —¿Por qué desapareció?
Manuel pareció debatirse internamente antes de responder.
—Valeria era valiente, pero también imprudente. Descubrió información sobre las transacciones de Arkham y quiso exponerlas. Pensó que podía luchar sola contra ellos, pero no sabía con quién estaba lidiando.
—¿Y tú? ¿Por qué sigues aquí?
Manuel soltó una risa amarga.
—Porque no tengo opción. Arkham no deja escapar a nadie. Lo que me sorprende es que tú estés viva, sabiendo todo esto.
Lucía sintió un escalofrío, pero no retrocedió.
—Quiero ayudarte a detenerlos —dijo, sabiendo que era un riesgo enorme.
Manuel la miró fijamente, como evaluando si podía confiar en ella. Finalmente, asintió.
—Hay algo que debes saber. No fue Arkham quien la eliminó. Fue alguien mucho más cercano a ella.
Lucía sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.
—¿Qué estás diciendo?
Manuel no respondió directamente. En su lugar, sacó una tarjeta de su bolsillo y se la entregó.
—Aquí tienes mi contacto. Pero ten cuidado, Lucía. Si sigues cavando, encontrarás cosas que podrían destruirte.
Una Revelación Inesperada
De regreso en casa, Lucía revisó la tarjeta de Manuel una y otra vez. Su mente estaba llena de preguntas, pero había una que no podía ignorar: ¿quién, dentro del círculo cercano de Valeria, podría haberla traicionado?
Cuando Gabriel regresó esa noche, Lucía lo observó en silencio. ¿Era posible que él tuviera algo que ver? La idea era demasiado dolorosa, pero las palabras de Manuel resonaban en su mente.
Esa noche, mientras Gabriel dormía, Lucía tomó su teléfono y comenzó a buscar en los registros antiguos de mensajes y llamadas. Lo que encontró la dejó sin aliento: había un número que Gabriel había marcado repetidamente antes de la desaparición de Valeria, un número que coincidía con el de un contacto clave en Arkham.
Las piezas comenzaban a encajar, pero Lucía no sabía si estaba preparada para enfrentarlas. Sabía que debía actuar con cuidado, porque cuanto más se acercaba a la verdad, más peligrosa se volvía su situación.