~~ 0 ~~ Samuel miró su reflejo en el espejo y en su labio sólo quedaba rastro de los golpes que le había dado su mate. Era un hombre lobo y no lo habían golpeado tan fuerte como para dejar las marcas por mucho tiempo. No se había defendido, sabía que se merecía cada uno de los golpes, además, nunca levantaría una mano contra Nathanael, aquello era imposible. Había cometido muchos errores y se merecía el odio de Galizur y Nathanael, pero nunca haría algo tan vil y asqueroso como golpearlo, prefería cortarse las garras antes de hacerlo. Suspiró frustrado. Podía sentir la alegría de su lobo, Lykaios se había ganado la confianza de Melancton y el lobo había hablado con él, pero Samuel no había podido escuchar su voz o tan siquiera intentar hablarle, no se lo merecía, era consciente de ello

