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Había pasado un par de días desde que se cumplió su quinto aniversario como líder de Etzu. La celebración fue inmensa y llena de alegría, sin embargo, para Nathanael fue imposible no recordar lo duro que había tenido que trabajar para poder ser aceptado como nuevo líder de la manada. No sólo porque Maxwell Lewis, el antiguo líder de la manada, y padre de Nath, fue un excelente guía todos los años que estuvo al mando; sino también por el hecho que los miembros de la manada no creían que Nathanael pudiese llenar los zapatos de su padre.
Nathan había estado preparándose arduamente desde muy joven, estudiando las distintas leyes tanto de la manada como del mundo en general, prestando total atención a sus tutores e incluso siendo partícipe de distintas Asambleas junto a su padre, debido a esto estaba totalmente capacitado en el momento de tomar el liderazgo, no obstante, las objeciones de los miembros de la manada giraban en torno en que un hibrido no podría ser por ningún motivo el líder de una manada tan prestigiosa como Etzu.
Desde este punto, los conflictos dentro de la manada iniciaron y se vio dividida en tres bandos:
Estaban las personas que odiaban el hecho que una hibridación se hiciese cargo de la manada y por sobre todas las cosas, pudiese dirigirlo; era claro que nunca se doblegarían ante un impuro.
Por otro lado, estaban las personas que creían que Nathanael tenía todo lo necesario para ser el nuevo líder y lo aceptaban como tal. Estas personas habían visto crecer a Nathanael y fueron testigos de cómo había ayudado a la manada en más de una ocasión.
Y, por último, estaban las personas que no pertenecían a ninguna de estas dos primeras opciones. Estos, aunque no deseaban un hibrido como líder, también estaban completamente seguros de los logros que había ido dejando Nathan a través de los años.
Aunque las dos últimas opiniones pudiesen ser alentadoras para él, la primera de ella era mucho más fuerte y hubo grandes momentos en que, inclusive, el mismo Nathanael había sentido que no era suficiente, pero Ashton y Alexis; su Beta y Delta, lo habían hecho entrar en razón y recordar qué: Una hibridación no era más o menos que una r**a pura, inclusive una r**a no era más o menos que otra.
Para Nathanael todos eran iguales y merecían ser tratado con el mismo amor y respeto, por esto, durante sus primeros años de liderazgo, además de centrarse en ayudar al crecimiento y bienestar de la manada, también se centró en crear una mentalidad abierta donde su madre y él pudiesen estar a gusto. Lo había logrado después de mucho esfuerzo y dedicación, ya que como le había enseñado su padre: No era hacer que las personas te siguieran mientras liderabas como un Alfa tiránico y despiadado, sino lograr un liderazgo limpio siendo un Alfa humano y tolerante.
Hoy en día había logrado tener una manada libre de perjuicio y del mismo modo se encontraba organizando un gran cambio para todas las manadas, clanes y aquelarres del país.
—¡Hermano, me estás escuchando? —la chica frunció el ceño mientras lo observaba con agravio.
—Sí, lo siento. —se disculpó—. Sólo me distraje un poco.
—Entonces… ¿dolerá? —Nathan suspiró.
Aunque sus pensamientos se habían perdido por un tiempo, aun había prestado atención a las preocupaciones de su hermanita. Todo cachorro que estaba a punto de llegar a la etapa adulta y pasar por su primera transformación tenía la misma inquietud en su corazón: el dolor insoportable al cambiar por primera vez. Nathanael había sentido la misma inquietud sólo que para él había sido mucho más difícil que para el resto.
“¿Mi lobo será lo suficientemente fuerte como para liderar la manada?”
“¿Mi lado vampiro y mi lado lobo entraran en conflicto?”
“¿Podré mantener el control de mis?”
“¿Tendré la necesidad de beber sangre… o siquiera podré controlarme?”
Fueron algunas de las interminables preguntas que tenía, lastimosamente nadie había podido ayudarlo para controlar su ansiedad y esta se hizo más y más grande hasta el punto de que al momento de sentir su lobo llamarlo por primera vez se resistió tanto que casi se ocasiona la muerte. Por eso se prometió que estaría allí para su hermanita cuando llegara su momento.
—Hazme espacio—se acercó a la cama y le hizo ceñas para que se hiciese a un lado—. Nuestra primera transformación resulta dolorosa porque nuestros huesos aún no están adaptado al cambio, pero entre más aceptes a tu lobo más fácil será—explicó mientas la tranquilizaba—; sólo debes recordar que tu lobo es uno contigo—. La pequeña se acurrucó entre los brazos de su hermano.
—Tengo miedo—confesó—. ¿Y si no lo hago bien?
—Nada malo pasará, sólo debes tener paciencia y dejar a tu lobo actuar por ti—. Al ver que la niña aun temblaba entre sus brazos besó su frente y continuó—: confió en ti, sé que podrás hacerlo bien.
—¿Y si no lo hago? Soy una omega, quizás para mí sea más difícil—. Frunció un poco las cejas al escuchar las susurrantes palabras de su hermana.
—No lo es, ser una omega no maximiza tu dolor, así como ser un alfa no lo minimiza—él era prueba viviente de ello—, todo está en qué tan unido seas a tu lobo y en cuanto lo aceptes. Como dije, al momento de tener nuestra primera transformación nuestros huesos carecen de flexibilidad y adaptación por ello el dolor es inevitable, pero tampoco es un dolor insoportable.
—¿Lo prometes? —Nathanael asintió.
—¿Cuándo no te he dicho la verdad? —esas palabras la tranquilizaron por completo.
Aunque Danna era más pequeña que Nathanael por varios años, ellos eran hermanos inseparables, conversaban sobre todo y no tenían secreto para ninguno. Danna había llegado a ellos cuando Nathanael tenía aproximadamente ocho años, Danna era un pequeño cachorro de lobo que había sobrevivido a la masacre de una manada amiga, entonces, cuando se enteraron de que había un sobreviviente no dudaron en aceptarla en la manada y así fue como Danna llegó a ellos.
Cuando Nathan la conoció y la tomó entre sus brazos su lobo sintió un sentido inmenso de protección con ella y desde entonces Danna es su más grande tesoro y viceversa.Danna había seguido los pasos de Nathan, para donde sea que su hermano fuese ella quería ir e imitaba todas sus acciones, Nathanael nunca se molestó por ello, por el contrario, siempre la dejó seguirle.
Besando la frente de su hermanita, Nathanael salió de la cama y le acomodó la frazada para posteriormente, salir del cuarto. Había sido un día extremadamente largo para él y al parecer aun no terminaba, llevaba tiempo preparando todo para que el trato entre especies se consolidara, y las cosas habían sido un poco más difícil de lo que pensaba.
El odio entre las distintas especies había sido impregnado en los corazones de las personas por años, no era fácil poder extraerlo, pero nunca se rendiría. Este odio había estado perjudicando la vida de muchas personas por años, era hora de que parara… Nathanael creía firmemente que como líder de una manada tan influyente como Etzu debía lograr que la masacre entre especie terminara.
—Mamá, papá—ofreció sus respetos.
—Ven cariño, ¿Lograste hablar con Danna? —la mujer sonrió y le tendió su mano para que tomara asiento junto a ella, Nathanael, por su parte, tomó la mano ofrecida y asintió para responder su pregunta.
—Está dormida ahora, creo que logré calmar un poco sus nervios.
—Eso es bueno, hijo—respondió su padre—. Sabía que a ti te escucharía—palmeo un poco el dorso de sus manos.
—Todos sentimos miedo en nuestra primera transformación, es algo normal, no deben preocuparse, ella lo hará bien… —los tranquilizó.
Era lo menos que podía hacer después de dejar en el corazón de sus padres aquella inquietud. Aunque para Nathanael su primer cambio había sido sumamente difícil y había dejado secuelas emocionales en él, no había sido el único perjudicado, para sus padres no fue nada fácil ver a su hijo entre la vida y la muerte mientras no podían hacer nada para ayudarle. Por ello entendía perfectamente sus preocupaciones.
—Padre—llamó intentando cambiar el tema—, ¿aun Killasia no ha enviado su respuesta? —esta era una de las cosas que más le habían estado molestando últimamente.
Nathan había enviado cartas a cada uno de los líderes de las manada, clanes y aquelarres que existían en el país informándole sus deseos de hacer un trato; muchas respondieron, otras no lo hicieron y habían tenido que ir personalmente hasta convencerlos de que un trato entre especie era lo mejor para ellos. No obstante, hubo otras que fue mucho más difícil de lo que pesaba y entre ellas se encontraba Killasia, una de las manadas más fuertes del mundo, incluso estaban por encima de Etzu. Nathanael había deseado tener el apoyo de esta, pero su líder no había aceptado visitas y ni siquiera había devuelto la carta. Indeciso de que hacer y después de haber agotado todas sus opciones, decidió pedirle ayuda a su padre.
—De eso quería hablarte—Nathan frunció las cejas al ver como el semblante de su padre se volvía un poco oscuro—, el emisario llegó hace un par de horas, El líder de Killasia está dispuesto a reunirse con nosotros para fin de mes—. Nathan se sorprendió y agradeció respetuosamente a su padre.
—Pido su permiso para ir con usted—. Aunque ahora Nathanael era el líder de la manada él siempre procuraba hablar con su padre de las cosas que ocurría en la manada y sobre todas las cosas lo trataba con el mayor respeto.
Además, su padre había sido quien consiguió el permiso, no podía dar por hecho las cosas y tomar las decisiones él.
—No hay necesidad de eso, yo sólo iré para acompañarte, tú te encargadas de todo.
—Entonces me prepararé para ello.
—Estoy seguro de que así será.
Después de hablar con sus padres un rato, pidió permiso para ir a descansar y se retiró. Ser el líder de una manada y un joven adulto no era nada fácil, Nathanael se encontraba en su último cuatrimestre de su último año de universidad, así que casi no tenía descanso alguno, pero él se había propuesto que, a pesar de que pudiese ser difícil, concluiría sus estudios, y pensaba cumplirlo.
Al terminar de alistarse para ir a dormir, no esperó un momento más y cerró sus ojos.
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—De acuerdo, chicos, quedamos así—dictaminó. —Ah, el fin de mes iremos hacia Killasia a hablar con el alfa de la manada, padre logró que nos dieran una oportunidad y debemos aprovecharla.
—Sí, líder.
—Pueden retirarse.
Al momento en que Nathan los vio mostrar sus respetos y salir del despacho, por fin tomó un respiro. Había estado despierto desde temprano revisando algunos documentos y designando algunas actividades antes de tener que ir a la universidad.
—Roberto—llamó y al segundo siguiente un hombre apareció en el despacho mostrando sus respetos—. ¿Qué descubriste? —el hombre extendió sus manos y le ofreció una daga de plata.
No hacía falta preguntar, Nathanael podía sentir el olor a sangre que cubría la daga y junto este olor se encontraba un aroma extremadamente conocido para él. La rabia lo consumió por unos segundos, los ojos color amarillo de su lobo se reflejaron y un aura sofocante comenzó a emanar de él.
Estaba molesto.
—Déjala y retírate—. El hombre obedeció mientras y de manera rápida salió del despacho.
Nadie debía estar cerca cuando Nathanael comenzaba a perder el control, aunque él ciertamente no era un Alfa tiránico, sí era uno de los más fuertes y dominantes haciendo que la mayoría de las personas se doblegaran cuando su aura se esparcía tan peligrosamente como ahora. Controlando su ira, tomó la daga y la guardó en un lugar donde nadie pudiese encontrarla. Aunque deseara hacer algo para arreglar las cosas para su hermana, él no conocía lo que estaba sucediendo así que estaba atado de pies y mano.
Viendo la hora en su reloj, salió del despacho y se dirigió hacia la universidad, hoy sólo tenía una clase y no había mayor problema con ella. Nathanael había aprendido diferentes lenguas a medida que crecía y no se le había hecho nada difícil por ello había escogido la carrera de Traducción e interpretación. Pensando en toda la responsabilidad que llevaba en sus hombros y el hecho de que su madre quería que siguiera estudiando, no había tenido otra opción más que tomar una carrera a fin a sus capacidades, y el idioma era su fuerte.
—Para la siguiente semana deberán escribir un diálogo—informó mientras escribía las indicaciones en la pizarra—. Sigan las indicaciones, chicos, saben que me daré cuenta si es un diálogo sacado de interné—se giró hacia ellos mientras le recalcaba las pautas más importantes—. Por último, recuerden que estamos en un nivel superior, no quiero ver trabajos hecho por niños de preescolar, esfuércense y gánense su calificación.
—Profesora—pidió la palabra una chica—, ¿el trabajo será grupal?
—Serán divididos en parejas… yo tomaré la decisión de con quien trabajarán—añadió rápidamente al ver que ya iniciaban a pedir un compañero.
Sin dejar pie a las discusiones, la profesora inició a mencionar los nombres de los estudiantes que conformarían el equipo. Inició tomando una persona que estaba de primera en la lista y una que estuviese de última hasta que conformó todas las parejas. Para sorpresa de Nathanael su nombre se había mencionado junto al de Alicia Wells, la chica nunca había trabajado en grupo, la verdad era muy solitaria y pocas veces su nombre era escuchado; sin embargo, Nathanael sabía algunas cosas sobre ella.
Alicia Wells era una beta parte de la manada Luz Roja que estaba ubicada en la zona sur del país, también era de su conocimiento que había nacido de un cruce con un hombre lobo y una bruja, pero no sabía más de allí.
—Pueden tomar estos minutos que falta y reunirse con su compañero para comenzar a hablar sobre el tema. Recuerden que este diálogo será el 25% de su calificación final.
—Sí profesora— Así cada una de las personas fueron intercambiando su asiento para poder estar junto a su compañero. Nathanael tomó la iniciativa de acercarse a Alicia primero.
—Alfa—murmuró la muchacha.
—No es necesario que te dirijas a mí de esta forma, somos compañero de clases, sólo llámame por mi nombre—ella asintió, pero Nathan vio que no estaba convencida de ello—. ¿Puedes ir a mi casa este fin de semana? —normalmente pediría que se encontraran en algún otro lugar, pero debía preparar las cosas con el encuentro con el líder de Killasia y se le haría más fácil estar en la manada.
—Como guste.
—¿Tienes clase el viernes? —ella asintió.
—Tenemos la misma clase.
—De acuerdo, entonces nos iremos juntos—un brillo de asombro y duda pasó por los ojos de Alicia, pero rápidamente lo dejó ir.
—No es necesario, mi padre puede llevarme.
—No te preocupes, sólo dile a tu padre que iras conmigo—. Alicia lo pensó por mucho tiempo y al final terminó por aceptar.
Después planear bien las cosas hablaron un poco del trabajo hasta que la campana que indicaba el final de la clase sonó. Nathanael se despidió y se dirigió hasta la escuela de Danna. Hoy en la manada habría un torneo de caza, este se organizaba cada 6 meses para que los chicos que habían alcanzado su transformación tuvieran su iniciación como adulto dentro de la manada, y a Danna le gustaba acompañarlo, así que, cada que había torneos de caza, Nathanael pasaba por ella a la escuela. Al llegar a la escuela aparcó el carro y se bajó mientras esperaba pacientemente por su hermana.
La mirada de muchas chicas y algunos chicos se posaron en él, no sólo por su singular belleza sino porque el aura de Nathanael hacía que cualquiera se sintiese atraído. Sus ojos color miel eran casi amarillos y tenían una dulzura inmensa que hacían que la persona se sintiera completamente a gusto y, aunque también había oscuridad en ellos, esto lo hacía aún más atrayentes. Ignorando todos aquellos murmullos no tan silenciosos y las miradas poco disimulada, sonrió al ver a Danna sin saber lo mucho que su sonrisa había afectado a todas las personas que lo estaban viendo. Danna corrió hacia su hermano y lo abrazó.
—¡Hermano! ¿Por qué viniste por mí?
—Hoy hay torneo y como sé lo mucho que te gusta ir, vine por ti.
—¡Genial! Vamos—. Inmediatamente encendió la radio y colocó el volumen a tope. Unas de las habilidades de su hermana era el canto, la voz de Danna era impresiónate y cualquiera que la escuchara quedaba encantado con ella. Nathan la acompañó en algunas partes de la canción mientras le hacía coros.
No demoraron demasiado en llegar a la manada, la escuela de Danna sólo quedaba a algunos pocos kilómetros de Etzu y era una escuela sólo para sobrenaturales, lo habían decidido de este modo ya que Danna le tenía un poco de recelo a los humanos debido a su pasado, aunque era sólo una bebé cuando sus padres biológicos murieron, aquellos recuerdos nunca se fueron de su mente y le costaba interactuar con los humanos.
—¡Llegó Nathanael! —gritaron y victorearon algunos de los chicos al verlos llegar.
Nathan saludó a todos y después de dar las pautas, dio por iniciado el torneo. Cada equipo tenía un líder y estaba conformado por siete personas. El líder era el mayor y quienes lo guiaba en todo el proceso. Al final quien más presa pudiese logar cazar era el ganador. Había premios e incentivos para cada uno de los chicos hubiesen ganado o no, sin embargo, los tres primeros grupos recibían premios más significativos.
—¿Iras con nosotros hoy? —Danna negó.
—Puedes estar tranquilo, Ash-tonto—le guiño el ojo al chico—, no iré con ustedes, así que el premio será sólo tuyo.
—¿Tu hermano no te enseñó lo que es el respeto hacia los adultos, pequeño calamar? —intentó parecer enojado, pero lo único que ocasionó fue que la chica se burlara aun más de él—. De acuerdo, me ha quedado claro que no lo hizo, quizás debería hacerlo yo—Danna encogió sus hombros sin importarle realmente sus palabras.
—Soy la hermana pequeña del alfa, no puedes tocarme—le sacó la lengua y al segundo siguiente, Ashton se acercó a ella y la golpeó con su dedo medio en la frente.
—Claro que puedo—. Luciendo agraviada frunció sus cejas mientras frotaba su frente para quitar un poco el dolor.
—Me vengaré.
—De acuerdo, suficiente—interrumpió Alexis—. Tú, ve a tomar asiento en algún lugar donde podamos verte, y tú—hizo señas hacia su hermano—, deja de intimidar a la hermana del alfa.
—No la intimido, Nathanael es lo suficientemente indulgente con ella para malcriarla, necesita disciplina—Danna se encogió de hombros e imitó cada uno de sus movimientos y palabras, pero cuando vio que se acercaba a ella otra vez, corrió hacia su hermano y se escondió detrás de él mientras incitaba con la mirada a Ashton a golpearla.
—Deja de intimidar a Danna, sabes que nunca lograras doblegarla—. Un brillo casi imperceptible pasó por los ojos de Ashton mientras asentía.
—Ya lo veremos.
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